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Dos películas con personajes diabéticos fueron el puntapié inicial de un intercambio entre pacientes, familiares y médicos sobre cómo es vivir hoy con esta enfermedad que afecta a más de 400 millones de personas en todo el mundo
La primera sorpresa aparece al ingresar al auditorio, cuando entregan la “pochoclera bajas calorías”. La caja de cartón imita a esas que se venden en combo junto con la película, llenas de palomitas de maíz. Esta, en cambio, tiene una barrita de cereal, un capuccino light, caramelos sin azúcar, un agua mineral, un sobrecito con una crema para piel delicada y varios folletos con información. Una leyenda, escrita bien grande, anticipa sobre el cartón lo que vendrá cuando se apaguen las luces: “Diabetes en el cine”.
Es que, como parte de las actividades por el Día Mundial de concientización sobre esta enfermedad —que es el 14 de noviembre de cada año— la Federación Argentina de Diabetes (FAD) convocó a compartir una tarde de cine donde esa condición con la que viven más de 400 millones de personas en el mundo fue “la” protagonista de la pantalla.
Para eso, se proyectaron versiones editadas de dos filmes: La habitación del pánico, que se estrenó en 2002, dirigida por David Fincher, con Jodie Foster, y Magnolias de acero, con dirección de Herbert Ross, protagonizada por Julia Roberts y Sally Field. En La habitación del pánico una mujer y su hija se ven obligadas a permanecer en una habitación de la que no pueden salir. Pero la hija es diabética, y sufre una hipoglucemia. En Magnolias de acero, estrenada en 1989, la protagonista, que tiene diabetes tipo 1, decide tener un hijo aunque su médico le ha advertido que pone gravemente en riesgo su vida.
Mitos y temores
Acompañada por su mamá, Micaela (16), diagnosticada de diabetes en abril pasado dice, después de ver Magnolias de acero. “No sabía que podía tener complicaciones en el embarazo. Me asusté”. En la película, la protagonista, diabética tipo 1, muere al año de tener un bebé por falla renal: la exigencia a su organismo apura la insuficiencia de sus riñones.
Pero Flor (31), que convive con la diabetes desde muy chica, tranquiliza a Micaela: “Es una película prehistórica —dice, riéndose—. Hoy no pasa eso. Son creencias antiguas. Hay muchas amigas y conocidas que tuvieron embarazos y bebés normales. Sabemos que es posible”.
Antiguas o no, la doctora María Lidia dice que persiste la creencia de que la maternidad es imposible en una diabética, y hasta algunos obstetras pueden desaconsejarlo.
“El embarazo de una mujer con diabetes seguramente requiere más trabajo del médico —afirma la doctora Ruiz—. Es un embarazo de riesgo. Lo ideal es planificarlo y seguir controles para mantener equilibrada la glucemia. Pero la diabetes no es contraindicación u obstáculo para tener hijos”.
La película da pie para repasar los conocimientos del auditorio sobre diabetes y embarazo: los hijos macrosómicos (esos que parecen sanitos porque pesan más de 4 kg al nacer) son resultado de embarazos de mujeres previamente diabéticas con hiperglucemias no controladas.
De todos modos, cualquier mujer no diabética puede tener diabetes gestacional a partir de la semana 24ª de embarazo: gestar un hijo aumenta la demanda de insulina al páncreas y en mujeres predispuestas eso puede agotar ese órgano de crucial papel en el metabolismo de los azúcares. “El obstetra tiene que pedir la curva de glucemia y hacer un seguimiento especial”, dice la doctora Ruiz. Generalmente el cuadro cede después de dar a luz, pero es un antecedente de riesgo a futuro.
Otro gran problema que se aborda a raíz de las películas proyectadas es la excesiva preocupación de los padres (más, de las madres) sobre sus hijos cuando son chicos o adolescentes. Sobre eso sabe mucho la profesora Judit Laufer, presidenta de la Federación Argentina de Diabetes (FAD) y mamá de un adolescente con diabetes.
“Hay relatos parecidos —dice Laufer—. El debut de una enfermedad inesperada, la urgencia de una internación o de un estudio de rutina. Un adulto que tiene que hacerse cargo de la situación, de los tratamientos, del cambio de hábitos, la diabetes y la escuela, la diabetes y el ámbito social. Pero según las distintas edades, y con un gran amor responsable, hay que plantearse el objetivo a lograr con el tiempo: que ellos vayan sean protagonistas de sus tratamientos”.
Las madres presentes admiten que no es fácil soltar amarras. En la película que han visto, la mamá de la chica diabética no festeja su casamiento y mucho menos su embarazo. La hija, que vive todo con más naturalidad, le dice: ”Nunca me preocupé por mí porque sabía que te preocupabas por las dos”. Y agrega que la madre reacciona así por celos: no puede “llevar la batuta”. “Le pone un límite a la madre —señala Laufer—. Empieza a hacer su propia vida”.
Las escenas de las hipoglucemias dividen opiniones. Las hipoglucemias, advierte el doctor Gabriel Litjeroff, director del Comité Científico de la FAD, se producen cuando el azúcar en sangre es menor de 70 mg/dl. Suelen ser temidas por sus síntomas: temblor, sudoración fría, mareos, palpitaciones, y —en casos graves—, pérdida de la conciencia. “Yo la vi muy exagerada”, asegura alguien. “Para mí estaban muy bien actuadas”, difiere otro de los participantes.
Una hipoglucemia puede ser leve, moderada o severa, pero tanto en el primero como en el segundo estadio la persona se puede comunicar. Sólo si es severa hay riesgo de desmayo. ¿Qué hacer frente a esos casos? En La habitación del pánico, la madre de la adolescente diabética negocia con un grupo de delincuentes que las mantienen encerradas que le pasen el kit para salvar la vida de su hija, con una hipoglucemia severa. Pero en la película no queda del todo claro qué le inyecta: “No es insulina, porque eso bajaría la glucemia todavía más —dicen los pacientes—. Es glucagón, exactamente lo contrario a la insulina, y está muy bien en estos casos”.
En Magnolias de acero, en cambio, la escena es distinta pero también va a dar lugar al debate. El personaje de Julia Roberts tiene temblores, sudoración fría, visión doble. Ella no se da cuenta de lo que le está pasando pero su madre sí, y le ofrece un jugo (correcto en hipoglucemias leves o moderadas). Pero tiene que forzarla a tomarlo porque la joven diabética, acostumbrada a decirle “no” a las cosas dulces, se niega a abrir la boca.
La glucemia puede bajar por distintas causas: se inyectó más insulina de la necesaria, no comió en horario o en forma suficiente, hizo más ejercicio (y el cuerpo consumió más energía), hubo errores en la medicación “y también puede ocurrir por causas emotivas, por estrés”, comenta la doctora Ruiz.
Uno de los aspectos que más complican la vida de los pacientes es enfrentar mitos, creencias y prejuicios sobre la evolución de su enfermedad. “Hay que educar, informar, comunicar. Hoy, con un control adecuado, tener diabetes no es sinónimo de que vas a quedar ciego, ni llegar a diálisis ni a una amputación”, aseguran desde la FAD.
El cine, inspirador y revelador
Son muchas las películas donde la diabetes se convierte en foco de interés de la historia.
Nada en común (Garry Marshall, 1986) Protagonizada por Tom Hanks, es la historia de un publicista exitoso que debe ocuparse de su padre, recientemente abandonado por su madre, un jubilado reciente que tiene diabetes y sufre una de las complicaciones de la enfermedad: el pie diabético.
El Padrino 3 (Francis Ford Coppola, 1990) Protagonizada por Al Pacino como Michael Corleone que, ya viejo y cansado, sufre diabetes tipo II y tiene una hipoglucemia causada por el estrés. En una escena bebe un jugo de naranja para subir su azúcar en sangre. Más adelante, será insulinodependiente.
El misterio von Bulow o Mi secreto me condena (Barbet Schoeder, 1990) Con Jeremy Irons y Glenn Close, Basada en una historia real, es la acusación y juicio al barón von Bulow, acusado de provocar el coma de su esposa diabética y millonaria por una sobredosis de insulina.
Punto de equilibrio (Ernesto Parysow, 1998). Con Oscar Frontini y Gerardo Kiessig. Documental argentino que narra la historia de un hombre que tiene los típicos síntomas de diabetes (sed, hambre y orina frecuente) no diagnosticada. Luego descubre que en su trabajo hay otro diabético y comparten vivencias.
Chocolat (Lasse Hallstrom, 2000) Con Juliette Binoche, personaje que llega a un pequeño pueblo francés y pone una tienda de chocolates. Las delicias tientan sin piedad a una anciana con diabetes tipo 1, que oculta la enfermedad a su familia.
Memento (Christopher Nolan, 2000) Con Guy Pearce, es la historia de un hombre que pierde la memoria y, sin saberlo, causa la muerte de su mujer diabética por sobredosis de insulina, ya que no recuerda cuántas veces se la inyectó.
El buen pastor (Robert De Niro, 2006). Con Matt Damon y Angelina Jolie. Uno de los personajes de la película tiene pie diabético. Lo lleva vendado, muestra grandes dificultades para desplazarse y camina con muletas.
Life of a Child (Edward Lachman, 2008). Cuenta el viaje de chicos nepaleses con diabetes tipo 1. Fue rodada con fines educativos, para concientizar sobre la enfermedad y reunir apoyo para una iniciativa de la Federación Internacional de Diabetes (FID).
Los próximos tres días (Paul Haggis, 2010) Con Russell Crowe y Elizabeth Banks. Ella es acusada del asesinato de su jefa. Cumple una condena de varios años y, sin miras a ser absuelta, su marido la ayudará a huir de la cárcel. Pero es diabética: ¿cómo pasar tres días sin insulina?
Tammy (Ben Falcone, 2014). Con Melissa Mc Carthy, el personaje diabético es la abuela de la protagonista, que encarna Susan Sarandon. Pearl es una abuela moderna y rebelde que tiene diabetes tipo 2, pero se opone al tratamiento.
La primera sorpresa aparece al ingresar al auditorio, cuando entregan la “pochoclera bajas calorías”. La caja de cartón imita a esas que se venden en combo junto con la película, llenas de palomitas de maíz. Esta, en cambio, tiene una barrita de cereal, un capuccino light, caramelos sin azúcar, un agua mineral, un sobrecito con una crema para piel delicada y varios folletos con información. Una leyenda, escrita bien grande, anticipa sobre el cartón lo que vendrá cuando se apaguen las luces: “Diabetes en el cine”.
Es que, como parte de las actividades por el Día Mundial de concientización sobre esta enfermedad —que es el 14 de noviembre de cada año— la Federación Argentina de Diabetes (FAD) convocó a compartir una tarde de cine donde esa condición con la que viven más de 400 millones de personas en el mundo fue “la” protagonista de la pantalla.
Para eso, se proyectaron versiones editadas de dos filmes: La habitación del pánico, que se estrenó en 2002, dirigida por David Fincher, con Jodie Foster, y Magnolias de acero, con dirección de Herbert Ross, protagonizada por Julia Roberts y Sally Field. En La habitación del pánico una mujer y su hija se ven obligadas a permanecer en una habitación de la que no pueden salir. Pero la hija es diabética, y sufre una hipoglucemia. En Magnolias de acero, estrenada en 1989, la protagonista, que tiene diabetes tipo 1, decide tener un hijo aunque su médico le ha advertido que pone gravemente en riesgo su vida.
Mitos y temores
Acompañada por su mamá, Micaela (16), diagnosticada de diabetes en abril pasado dice, después de ver Magnolias de acero. “No sabía que podía tener complicaciones en el embarazo. Me asusté”. En la película, la protagonista, diabética tipo 1, muere al año de tener un bebé por falla renal: la exigencia a su organismo apura la insuficiencia de sus riñones.
Pero Flor (31), que convive con la diabetes desde muy chica, tranquiliza a Micaela: “Es una película prehistórica —dice, riéndose—. Hoy no pasa eso. Son creencias antiguas. Hay muchas amigas y conocidas que tuvieron embarazos y bebés normales. Sabemos que es posible”.
Antiguas o no, la doctora María Lidia dice que persiste la creencia de que la maternidad es imposible en una diabética, y hasta algunos obstetras pueden desaconsejarlo.
“El embarazo de una mujer con diabetes seguramente requiere más trabajo del médico —afirma la doctora Ruiz—. Es un embarazo de riesgo. Lo ideal es planificarlo y seguir controles para mantener equilibrada la glucemia. Pero la diabetes no es contraindicación u obstáculo para tener hijos”.
La película da pie para repasar los conocimientos del auditorio sobre diabetes y embarazo: los hijos macrosómicos (esos que parecen sanitos porque pesan más de 4 kg al nacer) son resultado de embarazos de mujeres previamente diabéticas con hiperglucemias no controladas.
De todos modos, cualquier mujer no diabética puede tener diabetes gestacional a partir de la semana 24ª de embarazo: gestar un hijo aumenta la demanda de insulina al páncreas y en mujeres predispuestas eso puede agotar ese órgano de crucial papel en el metabolismo de los azúcares. “El obstetra tiene que pedir la curva de glucemia y hacer un seguimiento especial”, dice la doctora Ruiz. Generalmente el cuadro cede después de dar a luz, pero es un antecedente de riesgo a futuro.
Otro gran problema que se aborda a raíz de las películas proyectadas es la excesiva preocupación de los padres (más, de las madres) sobre sus hijos cuando son chicos o adolescentes. Sobre eso sabe mucho la profesora Judit Laufer, presidenta de la Federación Argentina de Diabetes (FAD) y mamá de un adolescente con diabetes.
“Hay relatos parecidos —dice Laufer—. El debut de una enfermedad inesperada, la urgencia de una internación o de un estudio de rutina. Un adulto que tiene que hacerse cargo de la situación, de los tratamientos, del cambio de hábitos, la diabetes y la escuela, la diabetes y el ámbito social. Pero según las distintas edades, y con un gran amor responsable, hay que plantearse el objetivo a lograr con el tiempo: que ellos vayan sean protagonistas de sus tratamientos”.
Las madres presentes admiten que no es fácil soltar amarras. En la película que han visto, la mamá de la chica diabética no festeja su casamiento y mucho menos su embarazo. La hija, que vive todo con más naturalidad, le dice: ”Nunca me preocupé por mí porque sabía que te preocupabas por las dos”. Y agrega que la madre reacciona así por celos: no puede “llevar la batuta”. “Le pone un límite a la madre —señala Laufer—. Empieza a hacer su propia vida”.
Las escenas de las hipoglucemias dividen opiniones. Las hipoglucemias, advierte el doctor Gabriel Litjeroff, director del Comité Científico de la FAD, se producen cuando el azúcar en sangre es menor de 70 mg/dl. Suelen ser temidas por sus síntomas: temblor, sudoración fría, mareos, palpitaciones, y —en casos graves—, pérdida de la conciencia. “Yo la vi muy exagerada”, asegura alguien. “Para mí estaban muy bien actuadas”, difiere otro de los participantes.
Una hipoglucemia puede ser leve, moderada o severa, pero tanto en el primero como en el segundo estadio la persona se puede comunicar. Sólo si es severa hay riesgo de desmayo. ¿Qué hacer frente a esos casos? En La habitación del pánico, la madre de la adolescente diabética negocia con un grupo de delincuentes que las mantienen encerradas que le pasen el kit para salvar la vida de su hija, con una hipoglucemia severa. Pero en la película no queda del todo claro qué le inyecta: “No es insulina, porque eso bajaría la glucemia todavía más —dicen los pacientes—. Es glucagón, exactamente lo contrario a la insulina, y está muy bien en estos casos”.
En Magnolias de acero, en cambio, la escena es distinta pero también va a dar lugar al debate. El personaje de Julia Roberts tiene temblores, sudoración fría, visión doble. Ella no se da cuenta de lo que le está pasando pero su madre sí, y le ofrece un jugo (correcto en hipoglucemias leves o moderadas). Pero tiene que forzarla a tomarlo porque la joven diabética, acostumbrada a decirle “no” a las cosas dulces, se niega a abrir la boca.
La glucemia puede bajar por distintas causas: se inyectó más insulina de la necesaria, no comió en horario o en forma suficiente, hizo más ejercicio (y el cuerpo consumió más energía), hubo errores en la medicación “y también puede ocurrir por causas emotivas, por estrés”, comenta la doctora Ruiz.
Uno de los aspectos que más complican la vida de los pacientes es enfrentar mitos, creencias y prejuicios sobre la evolución de su enfermedad. “Hay que educar, informar, comunicar. Hoy, con un control adecuado, tener diabetes no es sinónimo de que vas a quedar ciego, ni llegar a diálisis ni a una amputación”, aseguran desde la FAD.
El cine, inspirador y revelador
Son muchas las películas donde la diabetes se convierte en foco de interés de la historia.
Nada en común (Garry Marshall, 1986) Protagonizada por Tom Hanks, es la historia de un publicista exitoso que debe ocuparse de su padre, recientemente abandonado por su madre, un jubilado reciente que tiene diabetes y sufre una de las complicaciones de la enfermedad: el pie diabético.
El Padrino 3 (Francis Ford Coppola, 1990) Protagonizada por Al Pacino como Michael Corleone que, ya viejo y cansado, sufre diabetes tipo II y tiene una hipoglucemia causada por el estrés. En una escena bebe un jugo de naranja para subir su azúcar en sangre. Más adelante, será insulinodependiente.
El misterio von Bulow o Mi secreto me condena (Barbet Schoeder, 1990) Con Jeremy Irons y Glenn Close, Basada en una historia real, es la acusación y juicio al barón von Bulow, acusado de provocar el coma de su esposa diabética y millonaria por una sobredosis de insulina.
Punto de equilibrio (Ernesto Parysow, 1998). Con Oscar Frontini y Gerardo Kiessig. Documental argentino que narra la historia de un hombre que tiene los típicos síntomas de diabetes (sed, hambre y orina frecuente) no diagnosticada. Luego descubre que en su trabajo hay otro diabético y comparten vivencias.
Chocolat (Lasse Hallstrom, 2000) Con Juliette Binoche, personaje que llega a un pequeño pueblo francés y pone una tienda de chocolates. Las delicias tientan sin piedad a una anciana con diabetes tipo 1, que oculta la enfermedad a su familia.
Memento (Christopher Nolan, 2000) Con Guy Pearce, es la historia de un hombre que pierde la memoria y, sin saberlo, causa la muerte de su mujer diabética por sobredosis de insulina, ya que no recuerda cuántas veces se la inyectó.
El buen pastor (Robert De Niro, 2006). Con Matt Damon y Angelina Jolie. Uno de los personajes de la película tiene pie diabético. Lo lleva vendado, muestra grandes dificultades para desplazarse y camina con muletas.
Life of a Child (Edward Lachman, 2008). Cuenta el viaje de chicos nepaleses con diabetes tipo 1. Fue rodada con fines educativos, para concientizar sobre la enfermedad y reunir apoyo para una iniciativa de la Federación Internacional de Diabetes (FID).
Los próximos tres días (Paul Haggis, 2010) Con Russell Crowe y Elizabeth Banks. Ella es acusada del asesinato de su jefa. Cumple una condena de varios años y, sin miras a ser absuelta, su marido la ayudará a huir de la cárcel. Pero es diabética: ¿cómo pasar tres días sin insulina?
Tammy (Ben Falcone, 2014). Con Melissa Mc Carthy, el personaje diabético es la abuela de la protagonista, que encarna Susan Sarandon. Pearl es una abuela moderna y rebelde que tiene diabetes tipo 2, pero se opone al tratamiento.
@fer - Diabetes Tipo 1 desde 1.998 | FreeStyle Libre 3 | Ypsomed mylife YpsoPump + CamAPS FX | Sin complicaciones. Miembro del equipo de moderación del foro.
Co-Autor de Vivir con Diabetes: El poder de la comunidad online, parte de los ingresos se destinan a financiar el foro de diabetes y mantener la comunidad online activa.
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Comentarios
La explosión de plataformas de contenidos bajo demanda como Netflix, PrimeVideo, HBO, etc... han multiplicado las series/películas, así que quizás va siendo hora de hacer un plan de formación dirigido a directores de cine (y el colectivo general, o empezar a quejarse de las películas que no tratan bien el tema, ¿no os parece?
Una de las cosas más frustrantes de vivir con diabetes es la enorme cantidad de desinformación que circula por todas partes. Parece que casi todas las personas que conoces tienen alguna idea descabellada acerca de qué es lo que la causa o cómo la tratas.
¿De dónde se deriva esa desinformación? En muchos casos, los medios de comunicación. Los programas de televisión y películas han utilizado la diabetes, ya sea como una manera barata de aumentar el drama o como un pésimo remate descuidado en las comedias durante años. Acompáñanos mientras destacamos a siete de los peores culpables absolutos.
1 – HANSEL Y GRETEL: CAZADORES DE BRUJAS
Esta película de acción absurda muestra lo que sucede cuando intentas aplicar la lógica al mundo del cuento de hadas. Hansel, interpretado por Jeremy Renner, se ha convertido en un adulto “cazador de brujas” con una “enfermedad de azúcar” causada por comer demasiados caramelos cuando era niño. Entre peleas, él necesita inyectarse insulina para bajar su azúcar en la sangre.
En lugar de controlar su glucosa en la sangre con un pinchazo en el dedo o un perro de alerta para personas con diabetes, Hansel se administra inyecciones regulares de insulina cuando su reloj lo alerta, sin importar su conteo de carbohidratos o nivel de actividad física. No estamos diciendo que necesitáramos que explicara algo complejo como su ratio de insulina-carbohidratos en cámara, pero podrían haberlo manejado un poco mejor.
2 – DO NO HARM
Este drama de corta duración de NBC contaba la historia de un neurocirujano exitoso afligido con una personalidad dividida malvada que tomaba el control de 8:25 p.m. a 8:25 AM. Aunque las personas con DM 1 que experimentan un nivel de azúcar en la sangre bajo a menudo son personas completamente diferentes, eso no fue lo que puso a Do No Harm en el salón de la vergüenza. El protagonista explicó su incapacidad para estar de guardia por las tardes al decir que tiene diabetes, y a pesar de trabajar en un hospital, nadie le dice cuán absurda es esa excusa.
Todo sobre la forma en que el programa manejaba la diabetes tipo 1 era una locura, desde el enorme lector de glucosa en la sangre que de alguna manera mostraba números con luz infrarroja hasta la ignorancia de amplio alcance del personal médico sobre cómo realmente se comporta la enfermedad. En el primer episodio, fue declarado “hipoglucémico” con una glucosa en sangre de 315 y le dijeron que estaba a punto de sufrir un “shock diabético” si no tomaba 20 unidades de insulina. Esto es demasiado para una lectura de 315.
3 – THE BIG BANG THEORY
Personalmente, no soporto la exitosa comedia de explotación nerd de CBS, pero a mucha gente parece gustarle. Sin embargo, perdieron más que un par de espectadores con diabetes en 2014. En un episodio de la temporada 8, Penny está contando sobre un trabajo anterior en Cheesecake Factory, donde exitosamente convenció a una mesa de “gorditos” para que pidieran más postre. Luego continúa y dice “¡uno de ellos incluso tenía una bomba de insulina!”
Este es un excelente ejemplo de escritores perezosos que usan la diabetes como un chiste. Representar a quienes viven con diabetes como deficientes en el autocontrol es uno de los peores estereotipos que tiene la condición. No existe absolutamente una razón por la que una persona con diabetes no pueda comer un postre de vez en cuando, especialmente si sus niveles de glucosa están bajo control. Avergonzar a los enfermos de una enfermedad crónica es realmente demasiado bajo.
4 – BIG NOTHING
Es un poco tonto tratar de reprender la hazaña de crimen de 2006 Big Nothing por su falta de realismo, pero la forma en que la película maneja la diabetes es bastante ridícula. La película, dirigida por Jean-Baptiste Andrea, cuenta la historia de un grupo de pequeños estafadores de la ciudad que se enredan en un esquema de chantaje que se sale salvajemente de control. Cuando un corpulento agente del FBI con diabetes se involucra, el grupo lo saca a la fuerza dándole una paleta gigante.
Es un pésimo chiste, pero tampoco es médicamente preciso. Sí, la ingesta excesiva de azúcar eventualmente llevaría al agente a una cetoacidosis diabética, pero eso no sucedería durante algún tiempo, y como arma homicida, no es tan efectiva como una bala en la cabeza.
5 – HANNAH MONTANA
Si le preguntas a muchas personas con diabetes, lo que probablemente más les irrita escuchar es: “Oh, ¿no puedes comer caramelos?” Según la forma en que manejes tus niveles bajos, muchas personas con diabetes tipo 1 ni siquiera quieren comer dulces por diversión ya que los utilizan para subir su nivel de azúcar en la sangre. Uno de los ejemplos más atroces de este estereotipo ocurrió en un episodio de Hannah Montana de 2010, en el que el personaje secundario Oliver revela que tiene diabetes.
La trama se centró alrededor de Hannah y sus amigos que aprendían sobre su condición y esencialmente evitaban que consumiera azúcar porque él dice que ya no puede consumirla ahora que tiene diabetes. La versión original del episodio contenía toneladas de información errónea (¡así como a Oliver que buceaba en un basurero para conseguir una barra de caramelo!), pero después de protestas, Disney lo retiró de la emisión y volvió a grabar varias escenas para eliminar el material con mayor imprecisión.
6 – CON AIR
Una de las representaciones más notorias de la diabetes en el cine llegó con la película de acción de Simon West en 1997. Cuando los maleantes toman el control de un avión lleno de delincuentes que eran transferidos a Alabama, a un pasajero (Mike “Baby-O” O’Dell) le quitan sus jeringas e insulina. Por supuesto, debido a que tenemos que aumentar el drama, él instantáneamente entra en shock diabético y la única cura es la inyección.
Podemos entender por qué Hollywood sigue representando la diabetes de esta manera. En el caso de un diabético tipo 1 típico, si experimenta un suceso repentino que amenaza su vida, un desplome de azúcar se trataría con jugo o tabletas de glucosa. Pero beber un vaso grande de jugo de naranja no es tan llamativo como que te apuñalen con una aguja, así que vemos escena tras escena de inyecciones de insulina de emergencia y que el paciente se recupera completamente en cuestión de minutos.
7 – THE WALKING DEAD
Durante la sexta temporada del exitoso programa de AMC, el sobreviviente robusto Daryl estaba vagando por el bosque cuando fue capturado por un trío de otros supervivientes. Uno de ellos, una mujer llamada Tina, tiene diabetes tipo 1. Cuando él escapa y huye con su bolsa, Daryl encuentra su insulina y, debido a que es una buena persona, se lo devuelve justo a tiempo antes de que se desmayara. Una inyección y ella se levanta y está lista para continuar.
Así que en primer lugar, si una persona con daibetes de repente se desmaya es probable que su glucosa esté baja, no alta, y sin duda no le pincharon el dedo para comprobar su nivel. No es que importe mucho, a largo plazo; Tina es asesinada al final del episodio, en el que se la comen los zombies en un invernadero. Cómo exactamente se las arregló para mantener su insulina fría durante los dos años desde que la sociedad colapsó es un misterio.
Co-Autor de Vivir con Diabetes: El poder de la comunidad online, parte de los ingresos se destinan a financiar el foro de diabetes y mantener la comunidad online activa.
Ayer vi de nuevo Magnolias de Acero y ante una hipoglucemia de Julia Roberts, Sally Fields le da azucar y zumo (bien esta parte) y comenta Sally Fields que le falta a Julia Roberts "un poco de insulina".
Uso Toujeo y Novorapid.
La q más recuerdo desde luego es CON AIR...y m ponía malo, algo tan básico y con tanto presupuesto de por medio.
En España recuerdo la película de Grupo 7. Creo, sino m equivoco, q en una de las escenas en plena hipo toma algo azucarado, correcto, pero inmediatamente después se inyecta insulina...
Por cierto, el protagonista es inspector de Policía y diabetico (no sé si este detalle es real o sólo utilizado con tintes dramáticos por el director)
Me pareció que el tema de la diabetes está bien tratado, peeeeeeeero hay un par de detallitos que dan que pensar.
No quiero destripar la película. Si os gusta este género, está distraída.
Toujeo y Fiasp.
Primero, Dexcom G4, luego, FreeStyle 2 (SS), ahora, Dexcom One (SS).
PD: ¡Qué problemas han causado las insulinas...!
En la película de Tom Hanks, si tiene un pié gangrenado esa es una condición en la que lleva bastante tiempo con ella. En la de Hansel Y Gretel, otra estupidez más la diábetes es una condición hereditaria la diábetes no llega por comer dulces.