La diabetes gestacional causa daños orgánicos que normalmente se presentarían en las mujeres después de cinco años de padecer la enfermedad.

Del 100% de las embarazadas que presentaron en alguna etapa diabetes gestacional, el 10% desarrollará diabetes después del parto, una incidencia muy elevada en poblaciones grandes como la mexicana.

El titular de tococirugía del Hospital de Ginecoobstetricia del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Jalisco, José Manuel Segura Zavala, comentó que en un lapso de nueve meses la madre podría presentar una serie de complicaciones orgánicas que la vuelven más susceptible a desarrollar, a corto plazo, un problema permanente de intolerancia a la glucosa, lo cual es preocupante si se toma en cuenta que la etapa productiva y reproductiva corresponde a población menor de 35 años de edad.

Las mujeres latinas son particularmente propensas a desarrollar este tipo de diabetes debido a características genéticas y a estilos de vida. Particularmente en México entre 10 y 20 embarazos de cada 100 se verán afectados por la intolerancia a la glucosa, esto debido a procesos hormonales propios de la gestación.

"Son sobre todo las hormonas que produce la placenta", informó, "las que provocan que la glucosa, normalmente circulando en los vasos sanguíneos, no entre de manera adecuada a las células por falta de producción de insulina: las hormonas producidas precisamente por la placenta disminuyen la cantidad de insulina".

El especialista señaló que un buen control prenatal podría evitar una complicación grave durante el embarazo en el caso de la diabetes gestacional. Si hay antecedentes de enfermedades metabólicas en la familia, el primer contacto con el médico es fundamental para iniciar la búsqueda de factores de riesgo. La patología puede diagnosticarse ya entre la semana 24 y la 28 de gestación.

"La mayoría de estas pacientes, con un buen control, tendrán un embarazo prácticamente normal. La búsqueda debe ser intencionada porque en estos casos no se presentan los típicos síntomas de pérdida de peso y sed excesiva. El sobrepeso u obesidad representa un importante factor de riesgo", apuntó.

En el 85 % de los casos el problema se trata con dieta, pero cuando dicha medida no basta se utiliza insulina, misma que debido a sus características químicas no penetra la placenta, es decir, no afecta el desarrollo del bebé. Se recomienda a las madres confiar en el tratamiento para evitar problemas permanentes en su salud y en la del infante.

Segura Zavala destacó que a falta de tratamiento especializado, los niños podrían nacer con un peso corporal superior a los cuatro kilos, condición que los predispone a obesidad temprana, sin olvidar estragos causados en la anatomía de la madre después del parto, como prolapso de genitales e incontinencia urinaria.