Hace ahora tres años, el equipo de Francisco Javier Bermúdez saltaba a los titulares de la prensa científica por un hallazgo clave en la lucha contra la diabetes. El llamado GPR55 era el nombre del receptor presente en el páncreas y cuya estimulación incrementa los niveles de insulina en sangre, según las investigaciones de Bermúdez y sus colaboradores, que abrían una nueva puerta a los tratamientos terapéuticos de la diabetes tipo 2, ya que, al activar dicho receptor, el páncreas libera insulina, diminuyendo los niveles de glucosa en la sangre de forma significativa.

Ahora, este investigador malagueño del Hospital Regional Carlos Haya continúa ahondando en los secretos de ese GPR55, la proteína descubierta hace quince años en cerebro, bazo y tejido adiposo, pero de la que hasta ahora se desconocía que jugara un papel tan relevante en el sistema endocrino.

«Tenemos resultados prometedores, pero hay que ser prudentes», señala este doctor en Biología por la Universidad de Málaga, que centra sus estudios actuales en cómo la regulación del GPR55 de los islotes pancreáticos afecta al funcionamiento de este órgano de las personas diabéticas.

«El objetivo es frenar el deterioro del páncreas, y que estas personas tengan la mejor calidad de vida posible, porque se trata de un órgano muy importante por las hormonas que produce, no solo la insulina», resume Bermúdez, que está al cargo de un grupo del IBIMA del que forman parte un total de cuatro investigadores.

Su trabajo ha obtenido resultados «prometedores» en modelos animales.

La línea de investigación en la que están inmersos está relacionada con los últimos descubrimientos de la especialidad, que revelan que la diabetes tipo 2 (la que surge en los adultos) tiene más similitudes de las que se creía con la de tipo 1 (enfermedad autoinmune que aparece más en los jóvenes), por la presencia de anticuerpos y por la inflamación del páncreas, un órgano del que augura que «nos queda mucho por descubrir»: «La regulación de la función pancreática es enormemente compleja».

Los trabajos de su equipo se basan en analizar cómo se comporta el páncreas bloqueando o estimulando el receptor, buscando siempre disminuir la inflamación.Para ello, desarrollan experimentos ‘in vitro’ con tejido vivo o con ratones diabéticos o prediabéticos, a los que se administra los fármacos. Bermúdez se muestra cauto a la hora de desvelar los resultados, pero también optimista. «Hay que esperar a tener datos sólidos antes de pasar a los ensayos clínicos», apunta.

También analiza las propiedades antiinflamatorias del aceite de oliva.

Por otro lado, su grupo del IBIMA lleva a cabo otra línea de investigación relacionada con el aceite de oliva y sus propiedades antiinflamatorias. Se trata de un estudio en el que están inmersos a través del Instituto de Salud Carlos III, y que parte de otros trabajos sobre la dieta mediterránea y sus efectos sobre la salud.

«Son estudios que demuestran que las personas que siguen este tipo de dietas tienen mejor perfil metabólico en todo», explica este biólogo, que también colabora con otras investigaciones de grupos de Alicante, Santiago de Compostela o Burdeos. En la ciudad francesa ya se formó durante dos años en neuroendocrinología.