La obesidad, la edad o la falta de ejercicio son factores comunmente asociados con el riesgo de diabetes. Sin embargo, últimamente, están tomando especial importancia los factores ambientales, como, por ejemplo, el tráfico, o los disruptores endocrinos, que son aquellos compuestos químicos que imitan, bloquean o interfieren con nuestras hormonas.
Dentro de esos disruptores destaca el bisfenol A, un compuesto muy utilizado para fabricar los plásticos que están presentes en muchos envases de comida o bebida, o en los CD, DVD o vinilos. Se trata, además, de un compuesto muy polémico, porque se ha observado que acarrea importantes efectos nocivos para la salud. Ángel Nadal, catedrático de fisiología de la Universidad Miguel Hernández de Elche, que lleva unos 15 años estudiando este compuesto, explica a EL MUNDO algunos de los riesgos del bisfenol A: "los principales efectos están sobre todo en el desarrollo del sistema nervioso, y en una mayor susceptibilidad a padecer cáncer de próstata o mama, además de alteraciones metabólicas, como la diabetes o la obesidad".
Por estas complicaciones, la Unión Europea prohibió, hace ya cinco años, la presencia de este compuestos en los biberones infantiles. Más tarde, Francia lo vetó en aquellos plásticos que están en contacto con los alimentos. No obstante, en enero de este año, la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA en sus siglas en inglés) aseguró que el compuesto no supone ningún riesgo para la salud de los consumidores "a los niveles actuales". Aún así, rebajó los niveles de seguridad recomendados de 50 a cuatro microgramos por kilogramo de peso al día.
"Ahora mismo, nadie discute que el bisfenol A produce efectos adversos en la salud, lo que la EFSA cuestiona es si el nivel de exposición que nosotros tenemos es suficiente como para causar efectos nocivos", explica Nadal, un investigador que, junto a Paloma Alonso-Magdalena, profesora de nutrición en la Universidad Miguel Hernández de Elche, aporta ahora una nueva evidencia de susceptibilidad que el bisfenol A provoca. En una investigación que publica la revista Endocrinology, ambos autores ponen de manifiesto que la exposición a este compuesto durante el embarazo aumentaría el riesgo de padecer una futura diabetes tipo 2.
El estudio se llevó a cabo utilizando ratonas, a las que se dividió en tres grupos: a unas no se les dio bisfenol, a otras se les dieron 10 microgramos al día, y a otras, 100. Siete meses después del parto, los investigadores observaron que las hembras a las que se les había administrado el compuesto presentaban un ligero sobrepeso y tenían menor masa en sus células beta pancreáticas, lo que les hacía producir y liberar menos insulina.
"El resultado es que, después del parto, estas hembras no tienen diabetes tipo 2, pero sí presentaban una mayor predisposición a padecerla. Por tanto, si siguieran una dieta con demasiadas grasas, tendrían más posibilidades de padecerla", explica Nadal.
Vistos los resultados, cabe preguntarse si estos efectos, que han sido observados en ratones, serían extrapolables a los humanos, en este caso, a mujeres embarazadas. "De momento, este es el primer estudio que describe esta situación, no sabemos si se cumpliría también en personas o no. Lo que sí sabemos, es que en 2006 nosotros publicamos que el bisfenol producía, en ratones macho, mayor resistencia a la insulina, y esto es algo que, más tarde, otros grupos han demostrado en estudios epidemiológicos con personas", señala Nadal.
La investigación deja claro que los efectos del bisfenol A en estos ratones se produce a partir de los 10 microgramos al día. El límite actual para las personas es de cuatro. Con estos datos, Nadal plantea: "No está tan lejos del límite, y yo me pregunto, ¿este es un margen que nos deja a salvo?", cuestiona Nadal, quien explica que una cosa es el nivel medio de exposición de la población, pero que "tal vez", haya gente que esté expuesta a mayores niveles.
Un dato a tener en cuenta del estudio es que los efectos anteriormente descritos (sobrepeso, menor secreción de insulina) no se observaron en las ratonas que no estaban embarazadas. "Nosotros hipotetizamos que esto tiene que ver con las hormonas que aumentan durante el embarazo, concretamente los estrógenos: creemos que es esa sinergia entre el bisfenol A y ese cóctel de hormonas las que producen esas alteraciones que sí se han visto en las ratonas embarazadas", cuenta.
Esto concordaría con una de las cosas que ya se saben, y que Nadal explica a este periódico, y es que "el período en el que los efectos de la exposición al bisfenol A son mayores es durante el embarazo, y estos se mostrarán en la descendencia".
Para Miquel Porta, investigador ajeno a esta publicación y catedrático de Salud Pública del instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas (IMIM) y de la Universidad Autónoma de Barcelona, este estudio "complementa de forma muy coherente lo que han observado más de cien estudios epidemiológicos". En su opinión, "no podemos estar siempre negando hallazgos incómodos y muy preocupantes, y es hora de que los partidos políticos dejen de ser tan negligentes con las causas ambientales de ésta y tantas otras enfermedades: los programas electorales deben incluir medidas concretas para disminuir la contaminación de las ciudadanas y ciudadanos por disruptores endocrinos".
Nadal no considera que el tema del bisfenol A esté infralegislado, "lo que pasa es que la ciencia va avanzando, y por lo tanto, hay que estar atentos a las nuevas evidencias que van apareciendo, porque quizás concentraciones bajas pero cercanas a las que podemos estar expuestos pueden representar un problema".