La obesidad y malos hábitos alimenticios pueden influir para que una persona desarrolle diabetes tipo II. Sin embargo, en el caso de la denominada I, que se diagnostica con mayor frecuencia en niños y adolescentes, no se puede evitar. En ella el páncreas sencillamente deja de producir insulina y se debe sustituir por una hormona artificial que se aplica por el resto de vida.
De acuerdo con la nutrióloga Jaqueline Alcántara Pérez, educadora en dicho padecimiento, el hecho de recibir el diagnóstico a temprana edad implica que el afectado no entienda ni acepte su enfermedad y asuma que eventualmente puede abandonar el tratamiento.
“En consulta nos damos cuenta que, principalmente, las mujeres jóvenes que viven con diabetes tipo I no se aplican bien las inyecciones de insulina, pues no quieren que otras personas las vean y deciden por sí mismas dejarla. El hecho representa un grave peligro para su salud”, advierte la mentora.
Afirma que la mayoría de las adolescentes que dejan de inyectarse insulina lo hacen por vanidad, pues algunas tienen miedo que la aguja les deje un moretón visible y a otras no les agrada que la sociedad las vea como pacientes diabéticas.
“Las excusas para no aplicarse la hormona pueden solucionarse fácilmente. Por ejemplo, la mayoría cree que debe hacerlo en el mismo lugar; los sitios más recurrentes son las piernas y brazos, pero también pueden inyectarse en muslos, glúteos y varias partes del abdomen. Lo ideal es que lo hagan en un sitio distinto cada vez que se administren insulina. La técnica para introducir la aguja también es muy importante y conviene perfeccionarla de la mano de su médico”, aconseja Alcántara Pérez.
También reúsan las jeringas
Además, la nutrióloga explica que las jovencitas se enfrentan a otros dos problemas graves al momento de tratar su diabetes con insulina. Por un lado, reúsan las jeringas porque suponen que es más cómodo utilizar la misma todo el día. Y además se inyectan con agujas, que aunque son pequeñas, siguen siendo demasiado largas y gruesas. Al respecto, la educadora en diabetes recomienda utilizar agujas cortas (ultrafinas de 4mm).
“Reusar jeringas y utilizar agujas grandes puede traen complicaciones severas en la piel, como las hiperdistrofias localizadas que consisten en desarrollar tejidos grasos, que se ven como ‘bolitas’ en las zonas donde se introduce la jeringa. Son problemas que ‘por vanidad’ también deberían de evitar”, indica.
¿Cómo evitar hacer a un lado la insulina?
“Cuando una paciente con diabetes tipo I manifiesta que no le gusta exhibirse al momento de aplicarse la hormona, lo ideal es ayudarla a cambiar la técnica de inyección, sugerirle otro tipo de jeringas y orientarla para manipular adecuadamente la insulina. El objetivo de dichos cambios es ayudarlas a tener confianza y a perder el miedo de mostrar su enfermedad”, expone Jaqueline Alcántara Pérez.
La diabetes tipo I es causada por la destrucción de las células del páncreas y conduce a una deficiencia absoluta de la insulina. Por ello es fundamental que desde el momento del diagnóstico cambien hábitos alimenticios, inicien con una rutina permanente de ejercicio, se eduquen sobre la enfermedad y comprendan que en ningún caso se debe abandonar el tratamiento, finaliza Alcántara Pérez.