Un equipo de médicos argentinos logró que células del páncreas vuelvan a producir insulina, lo que constituye un avance clave para el tratamiento de la diabetes.
A partir de células madre provenientes de la grasa, los expertos crearon “islotes de Langerhans”, cúmulos de células del páncreas, y reconstituyeron su función productora de insulina y su hormona complementaria, glucagón.
La diabetes se genera cuando el páncreas no produce suficiente insulina o el cuerpo no puede utilizarla eficazmente. El descubrimiento lo realizó el Centro de Investigación en Ingeniería de Tejidos y Terapias Celulares de la Universidad Maimónides de Buenos Aires, dedicado a la reconstrucción de órganos para reemplazar los que faltan o suplir los que tienen alguna insuficiencia.
El director, Gustavo Moviglia, explica que la importancia de este logro radica principalmente en que todos los elementos en juego “se pueden obtener del mismo paciente que va a tratarse, así se pueden evitar complicaciones o rechazos derivados de los trasplantes” que en la actualidad se practican.
La investigación de los argentinos se basó en el conocimiento de que un tipo de glóbulos blancos, los linfocitos, mantiene ciertas características propias de la capa que, cuando el ser humano todavía es un embrión, permite el desarrollo de los distintos órganos y de que un proceso inflamatorio está directamente relacionado con la reparación y la regeneración de tejidos.
El descubrimiento consistió en ver que una célula con actividad inflamatoria durante la reparación de un órgano, si es puesta en contacto con una célula madre, hace que ésta madure con las características del órgano. “Pusimos linfocitos que favorecían la inflamación en el páncreas, todo proveniente de un mismo individuo, enfrentados a un grupo de células madre, y éstas empezaron a diferenciarse en línea con ese órgano”, explica Moviglia.
El paso siguiente fue saber si se podían obtener células madre adultas del mismo individuo, con dos opciones: las provenientes de la médula ósea y las de la grasa. Los investigadores llegaron a la conclusión de que estas últimas responden mejor al tratamiento. “En cinco días las células ya se habían transformado y activamente estaban produciendo insulina”.
Según el investigador, esta rapidez es fundamental para permitir un tratamiento masivo en el futuro, ya que actualmente los modelos de generación de estructuras de órganos tienen un lapso de producción de tres a seis semanas.
”Se tienen que realizar dentro de un ambiente muy especial, con costos muy altos. Tiempo que ahorramos es tiempo que se ahorra en costos y nos da la posibilidad de que el tratamiento pueda llegar a ser masivo”, añade.
Hasta ahora, las únicas alternativas son los tratamientos con células provenientes de cadáveres o cerdos y el paciente debe someterse a un régimen de medicamentos para no rechazar el trasplante. Pero el islote, que suele renovarse por sí mismo, no puede regenerarse si está tan protegido con drogas y tiene una duración limitada, por lo que el tratamiento, que en Estados Unidos supera incluso los 300,000 dólares, debe repetirse cada dos años, un problema que quedaría solucionado si es generado con elementos propios del individuo.
BUENOS AIRES (EFE).