La llegada del verano conlleva viajes y vacaciones para adultos y niños, además de otras actividades que pueden influir en los hábitos y horarios de todos. En el caso de niños con diabetes, es muy importante ser consciente de que hay que ajustar las dosis de insulina a las diferentes situaciones que se puedan presentar.

En España se calcula que hay 29.000 menores de 15 años con diabetes mellitus y cada año se diagnostican 1.100 casos nuevos. El verano es una ocasión perfecta para que los niños aprendan a vivir con su enfermedad y a ser más autónomos en cuanto al tratamiento de la misma.

El endocrinólogo pediátrico especialista en diabetes en el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona y asesor en diabetes pediátrica de la Fundación para la Diabetes, el doctor Roque Cardona, ha elaborado una serie de consejos para ajustar las dosis de insulina de los niños en verano.

PARA COMER

* Aunque son comidas más ligeras, hay que controlar los hidratos.

Durante el verano se consumen alimentos más ligeros, como ensaladas, verduras y frutas, aunque siempre hay que controlar los hidratos de carbono de las distintas ingestas y ajustar las dosis de insulina a través de los índices de insulina y carbohidratos.

* Los helados requieren una mayor cantidad de insulina.

Los helados tienen menos cantidad de hidratos de carbono aunque también más grasa, por lo que pueden aumentar la glucemia de forma lenta y progresiva. Los polos, por otro lado, tienen una mayor cantidad de azúcares y son de absorción muy rápida. Si el niño consume helados, tendrá que aumentar la dosis de insulina.

* Para refrescarse, bebidas no azucaradas.

Durante el verano hay que mantener un alto grado de hidratación y asegurarse de que los niños consumen agua fresca y bebidas no azucaradas o 'light'.

CUANDO ESTÁN EN CASA

* Los horarios también cambian.

Los niños tienden a levantarse e irse a dormir más tarde de lo normal, lo que puede influir en las comidas y en las dosis de insulina. Lo más recomendable es consultar al médico sobre los ajustes a realizar, tanto si es un tratamiento con bomba de insulina como con múltiples dosis.

* A mayor ejercicio físico, menos insulina.

Para algunos niños el verano supone un aumento del ejercicio físico, por lo que habrá que reducir las dosis de insulina. En cambio, para otros, al desaparecer las actividades extraescolares, se vuelven más sedentarios. Hay que tener en cuenta estos cambios para ajustar los tratamientos.

* El calor puede complicar las bajadas de azúcar.

Aunque no aumentan el riesgo de una bajada de azúcar, las altas temperaturas sí pueden dificultar el reconocimiento de una bajada y dejar que pase desapercibida hasta que el nivel de azúcar se haya reducido peligrosamente. Además, el calor en una zona de inyección concreta puede acelerar la velocidad de absorción de la insulina y hacer que la glucemia baje de forma inesperada.

DE VIAJE

* Los campamentos de verano son una buena experiencia.

Los niños pueden aprender a controlar su diabetes y normalizar su enfermedad en los campamentos, aunque el equipo sanitario responsable deberá estar alerta para ajustar las dosis de insulina dependiendo de la alimentación y las actividades realizadas.

* Siempre hay que llevar un kit completo de medicación.

Además, es fundamental que lleve consigo un informe médico para acreditar que tiene diabetes. Algunos dispositivos esenciales son el medidor de glucosa, las lancetas, los bolígrafos de insulina, la bomba de insulina o el monitor continuo de glucosa. También se recomienda llevar existencias suficientes de insulina, tiras reactivas, jeringuillas y glucagón. En caso de que el niño esté en tratamiento con bomba de insulina, conviene que lleve baterías de repuesto y dispositivos de insulina de acción rápida y retardada.