«El cáncer te mata, la diabetes te machaca la vida antes de matarte. Es una enfermedad gravísima, que te deja ciego, que te deja sin riñones y que te mata lentamente de infarto de miocardio con amputación de las extremidades», desgrana con serenidad el doctor Carlos Ballesta, director del Centro Laparoscópico Dr. Ballesta, que cuenta con sedes en el Hospital Ruber Internacional de Madrid, en Barcelona y en el Hospital Inmaculada de Granada.
Con más de 30 años de experiencia en cirugía general y digestiva, es pionero y referente nacional y mundial en cirugía laparoscópica mínimamente invasiva, técnica que utiliza como primera opción y norma, para proporcionar así un mayor confort y mínimo dolor.
De vuelta a Granada
Inició su trayectoria médica en la Universidad de Granada, donde empleó cinco años para acabar los seis cursos de la carrera de Medicina. No llegó a ejercer aquí, puesto que se trasladó a Barcelona para obtener el grado de licenciatura en 1974 y allí empezó a dar forma a un currículum que le ha convertido en uno de los más reconocidos especialistas en cirugía digestiva y laparoscópica, hasta el punto de que su centro posee la distinción excelencia de la Federación Internacional de Cirugía de la Obesidad (IFSO).
«Vimos que a aquellos pacientes a los que les curábamos la obesidad haciéndole un 'by-pass' gástrico se les curaba la diabetes también y entonces dijimos que por qué los centros que están operando a personas que no tienen este problema no operan a diabéticos que no sean obesos», explica el galeno. Aquello fue en 2010. Bajo unos controles estrictos probaron a operar a personas sin obesidad pero con diabetes tipo 2.
«Operamos a más 300 pacientes y vimos que se curaba. Hicimos un protocolo especial para ellos, tenían que tener reserva pancreática y no tenían que tener anticuerpos. Es decir, la diabetes tipo 2, la más común, la que afecta al 90% de la población que padece esta enfermedad. Vistos los resultados, en el 98% de los casos se curaba. Actualmente dividimos la cirugía de la diabetes en tres grupos: pacientes con obesidad y diabetes, pacientes que les sobran unos kilos y tienen diabetes, lo que se llama diabesidad, y pacientes que son diabéticos tipo 2.
Gente que está con 80 unidades de insulina, a los quince días no la necesita, y gente que se están quedando ciega, regresa a su visión normal», detalla el doctor Ballesta, quien hace tres años decidió aventurarse a retornar con su técnica a Granada, donde estudió y donde posee una vivienda, y hoy día atiende y opera en su centro a pacientes de toda Andalucía, de otras regiones como Murcia o Castilla-La Mancha, y hasta a personas llegadas desde países como Estados Unidos, Emiratos Árabes, Rusia, Italia, Gran Bretaña, Catar o Arabia Saudí.
«El 46% de nuestros pacientes en la actualidad son extranjeros», asevera Ballesta, quien desde 1987 ha realizado junto a su equipo médico unas 40.000 cirugías por laparoscopia, 3.000 de las cuales han sido por obesidad y diabetes (cirugía metabólica, en el argot médico). Por ahora, esta técnica solo se están aplicando en la sanidad privada, pero Ballesta cree que, con el tiempo, se incorporará a la sanidad pública. «Es cuestión de invertir en los medios necesarios y de entrenar equipos. Esta técnica necesita mucho entrenamiento». Lo dice un experto que ha formado a numerosos cirujanos españoles y extranjeros, que es 'Doctor Honoris Causa' por varias universidades del mundo y toda una eminencia mundial en la especialidad de cirugía digestiva.
Sobre la diabetes tipo 2
La diabetes tipo 2 es una de las formas más común de esta enfermedad. Dura toda la vida y su patología principal es que existe un alto nivel de azúcar (glucosa) en la sangre. Las personas que la padecen, más de seis millones en toda España, se ven obligadas a depender de la administración externa de insulina, una hormona que produce el páncreas y que es necesaria para mover el azúcar en la sangre hasta las células. Una vez en las células, queda almacenada y el cuerpo la utiliza como energía.
Cuando alguien padece diabetes tipo 2, los adipocitos, los hepatocitos y las células musculares no responden de manera correcta a dicha insulina. Esto se denomina resistencia a la insulina. Como resultado de esto, el azúcar de la sangre no entra en estas células con el fin de ser almacenado como fuente de energía. Cuando el azúcar no puede entrar en las células, se acumula un nivel alto en la sangre. Es la llamada hiperglucemia.
Por lo general, la diabetes tipo 2 se desarrolla lentamente con el tiempo. La mayoría de las personas con esta enfermedad tienen sobrepeso o son obesas en el momento del diagnóstico. El aumento de la grasa le dificulta al cuerpo el uso de la insulina de la manera correcta. Aunque este problema puede presentarse también en personas delgadas. Esto es más común en los ancianos. Los antecedentes familiares y los genes juegan un papel importante. Un bajo nivel de actividad, una dieta deficiente y el peso corporal excesivo alrededor de la cintura aumentan el riesgo.