Suena a ciencia ficción, pero la realidad es que el desarrollo de un páncreas artificial que monitorice el nivel de glucosa de las personas que sufren diabetes tipo 1 está mucho más cerca de lo que parece, con proyectos de investigación en fase ya de ensayos clínicos en Estados Unidos, Australia o incluso España.
Edward Damiano, ingeniero biomédico de la Universidad de Boston, encabeza uno de los proyectos más prometedores. Inició el proyecto después de que su hijo fuera diagnosticado con diabetes tipo 1 -la menos habitual de todas- con sólo 11 meses, lo que le obligó a vigilar muy de cerca su nivel de azúcar en sangre especialmente durante las noches para evitar la temida hipoglucemia.
El equipo de Damiano, en colaboración con el Hospital General de Massachusetts, ha desarrollado un páncreas artificial que controla cada cinco minutos el nivel de azúcar en sangre del paciente con la ayuda de un smartphone y le administra la dosis necesaria de insulina o glucagon, imitando un páncreas normal.
El dispositivo ha pasado ya varios ensayos con diabéticos, el último hace solo unos meses cuando 20 adultos se prestaron a utilizar este páncreas artificial durante cinco días en los que en buena medida lograron continuar su rutina diaria. Fue un éxito, igual que los campamentos organizados por la Universidad de Boston los dos últimos veranos en los que el dispositivo se probó en niños y adolescentes, monitorizados en todo momento por este páncreas artificial y un equipo de profesionales.
El páncreas artificial de la Universidad de Boston se compone de un pequeño terminal que monitoriza el nivel de glucosa, un iPhone que recibe esos datos cada cinco minutos y utiliza un algoritmo para determinar la cantidad exacta de insulina o glucagón -la hormona que la contrarresta- que necesita el paciente, y dos pequeñas bombas de infusión que administran la hormona.
En total, el páncreas artificial de Damiano monitoriza y regula el nivel de azúcar en sangre hasta 288 veces al día, una cifra muy elevada que podría permitir a los diabéticos mejorar significativamente su calidad de vida.
Sin embargo, no todo son buenas noticias.
Primero porque el aparato es algo incómodo para los pacientes, que deben cargar en todo momento con los tres componentes del dispositivo. Y sobre todo, por las dudas sobre la administración del glucagón, inusual tanto en personas con diabetes como sin ella, ya que se desconocen sus efectos secundarios.
Durante los últimos años se ha agudizado la carrera por desarrollar un páncreas artificial eficiente, cómodo y universal para los diabéticos. Un equipo de investigadores australianos presentó hace unos meses hospital Infantil Princesa Margarita de Perth otro modelo de páncreas artificial, más parecido a una bomba de insulina inteligente que incorpora un sensor que detecta con 30 minutos de antelación el momento exacto en el que bajará el nivel de glucosa y administra las dosis necesarias de insulina para evitar la temida hipoglucemia.
El aparato cuesta unos 7.500 euros y tiene una vida media aproximada de cuatro años.
En España, un equipo formado por el Clínic de Barcelona, la Escola Tècnica Superior de la Universitat de Girona (UdG), la Universitat Politècnica de València (UPV) y el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico Universitario de Valencia (INCLIVA) trabaja en otro páncreas artificial, igualmente en fase de ensayo.
El ismo sería capaz de responder tanto a las bajadas como a las subidas de azúcar con una atención especial a los momentos posteriores a las comidas, cuando pueden producirse picos en los niveles de glucosa que deben tenerse en cuenta para evitar una infusión excesiva de insulina que pueda provocar una hipoglucemia.
[Fuente: NIH]