Los musulmanes con diabetes tipo 2 que ayunan durante el Ramadán podrían beneficiarse con programas educativos, según revela un estudio presentado en el congreso anual de la Asociación Estadounidense de Diabetes (ADA, por su sigla en inglés) en Boston.
El Ramadán es el noveno mes del calendario lunar musulmán, cuando se le reveló el Corán a Mahoma, de acuerdo con la doctrina islámica. Este año, el mes comienza el 18 de junio en la mayoría de los países.
Los musulmanes ayunan desde el amanecer hasta el atardecer. Los diabéticos están exentos de cumplir con la obligación, pero muchos optan por ayunar, según explicó el doctor Mahmoud Ibrahim, endocrinólogo y director del Centro de Educación en Diabetes McDonough, Georgia.
"Nuestra misión no es ignorarlos, sino tratar de ayudarlos con un ayuno seguro", dijo por vía telefónica.
De acuerdo con Ibrahim, el ayuno del Ramadán tiene dos tipos de riesgo para las personas con diabetes tipo 2 o de aparición en la edad adulta.
Primero están las complicaciones, como la caída o el aumento del nivel de azúcar en sangre, la cetoacidosis (un desequilibrio metabólico potencialmente fatal), la deshidratación y los coágulos. Luego, los musulmanes a menudo comen excesivamente después del ayuno, lo que genera un aumento de peso.
"La decisión de ayunar es, en realidad, una interacción entre tres elementos principales: el individuo, su religiosidad y su médico", dijo Ibrahim. "Las personas con diabetes tipo 1 o insulinodependiente, los niños, las mujeres diabéticas y las embarazadas no deberían ayunar".
La ADA recomienda que las personas con diabetes tipo 2 que ayunen durante el Ramadán reciban información sobre cómo hacerlo de manera segura. En el congreso de la ADA, Ibrahim presentó los resultados de un estudio sobre 774 hombres y mujeres con diabetes tipo 2 que ayunaron durante el Ramadán del 2014.
Los participantes asistieron a una de 16 clínicas de Egipto, Irán, Jordania y Arabia Saudita. La mitad de los centros ofrecían un programa de educación personalizada, mientras que la otra mitad siguió utilizando la atención habitual.
El programa educativo incluyó consejos sobre la planificación alimentaria, la actividad física, el control de la glucosa y las complicaciones metabólicas agudas, además de diseñar un tratamiento personalizado.
Luego del Ramadán, el equipo de Ibrahim halló que los participantes que habían recibido la educación personalizada eran más propensos a haber modificado el tratamiento durante el Ramadán, controlado los valores de azúcar en sangre dos veces por día o más y reconocer mejor los signos y los síntomas de la hipoglucemia, además de haber disminuido el IMC significativamente y de haber mejorado el control de la glucosa.
El grupo registró más hipoglucemias leves y moderadas, pero menos hipoglucemias graves.
Ibrahim explicó que el estudio publicado en British Medical Journal se limitó a diabéticos que no necesitaban aplicarse insulina ni tenían complicaciones diabéticas.