El desarrollo de una vacuna de insulina para prevenir la diabetes tipo 1 acaba de completar su primer paso con éxito, según informan los investigadores en la última edición de la revista 'JAMA'.
El fármaco está siendo desarrollado por científicos del Centro DFG para Terapias Regenerativas de Dresde, TU Dresden y el 'Institut für Diabetesforschung-Helmholtz Zentrum München', en Múnich, Alemania, junto con investigadores de Viena, en Austria; Bristol, Reino Unido, y Denver, Estados Unidos.
Los autores señalan que las evaluaciones del estudio internacional Pre-POINT apuntan a una respuesta inmune positiva en personas en riesgo de la enfermedad que recibieron dosis orales de insulina, sin que se observaran reacciones adversas como hipoglucemia. El objetivo de la siguiente fase de la prueba será determinar si una vacuna contra la insulina puede prevenir el brote de la enfermedad a largo plazo.
Los niños con diabetes tipo 1 necesitan varias inyecciones de insulina todos los días de sus vidas porque el propio sistema inmunológico del cuerpo destruye las células beta en el páncreas, que son las células que producen insulina. Este es un proceso que comienza temprano.
En lugar de ignorar proteínas tales como la insulina, las defensas inmunitarias ven la insulina y otras proteínas en las células como extrañas y movilizan las células inmunes para destruir las células beta. Normalmente, el sistema inmune desarrolla una tolerancia inmunológica a proteínas propias del cuerpo durante los primeros años de vida, evitando así este tipo de respuesta autoinmune.
Esta tolerancia del cuerpo incluye la formación de las células inmunes que impiden la destrucción de las células propias del cuerpo. El objetivo de la vacuna de la insulina es ayudar a "formar" esta respuesta inmune preventiva positiva.
En el estudio de Pre-POINT, los autores trataron a los niños con alto riesgo de desarrollar diabetes tipo 1 en Alemania, Austria, Estados Unidos y Reino Unido con insulina oral una vez al día durante periodos promedio de medio año. Al grupo de control sólo se le dio un placebo sin ningún efecto.
El grupo al que se administró la sustancia activa ingirió la insulina en forma de polvo junto con la comida a niveles de dosificación variables que se incrementaron en el curso del estudio. En la dosis más alta (67,5 mg), el polvo de insulina indujo entonces la respuesta inmune deseada.