Las exigencias y las expectativas superan los resultados actuales, especialmente para quienes viven con una condición crónica como es la diabetes. Encontrar la cura es un capítulo pendiente, esperado por millones.
La ciencia sigue con más páginas abiertas de preguntas que respuestas. Unos han perdido la fe, se han cansado de esperar, otros de forma pasiva sí creen que ese gran momento llegará y otros, sin perder la perseverancia, siguen apoyando el trabajo de los científicos.
El Diabetes Research Institute (DRI), con base en Miami, Florida, fue creado hace 40 años por una razón: encontrar la cura de la diabetes. Unos critican su labor, otros la apoyan. Unos no colaboran financieramente con los esfuerzos, otros hacen lo imposible por aportar los fondos necesarios para los estudios médicos.
Detrás de estas realidades, hay un equipo multidisciplinario, dedicado a la investigación en sus diferentes facetas. Está integrado por profesionales, quienes vienen de diversas partes del mundo, de diferentes filosofías, credos, todos unidos, por un trabajo común, que mantiene a a millones esperando por la cura.
Para la doctora Dora Berman-Weinberg, una científica argentina, residente de Miami, su trabajo del día a día va más allá de encerrarse en un mundo de pruebas y experimentos en un laboratorio. A ella la motiva la creencia de que decir “mañana” no es suficiente promesa para quienes actualmente viven con diabetes, como lo manifestó a HuffPost Voces.
Berman-Weinberg es una de las integrantes de un equipo, que permite cifrar esperanzas en un instituto que a nivel mundial promueve su compromiso con la causa y necesita el apoyo de filántropos para llevar adelante sus proyectos. “La convivencia con personas que viven con diabetes tipo 1 en el DRI, incluyendo colegas, familiares de colegas, y visitantes, que incluyen tanto niños como adultos, constituyen mi inspiración diaria en la búsqueda de una cura”.
HuffPost Voces conversó con la científica argentina para ver cuánto se ha avanzado en las investigaciones, los retos que se enfrentan y qué puede deparar el futuro en términos científicos en relación con una cura biológica para la condición.
La doctora Dora Berman. Foto: DRI
–¿Cuál es el trabajo actual del DRI en la búsqueda de una cura para la diabetes?
–Nuestro instituto cuenta con todos los componentes necesarios para la traducción de una cura, es decir, para poder aplicar en seres humanos los resultados encontrados después de realizar experimentos in vitro o en modelos pre-clínicos. Para poder hacer esta traducción se necesita la colaboración estrecha entre ciencias básicas, estudios preclínicos y estudios clínicos. La colaboración y fertilización de estas tres ramas es vital para poder encontrar la cura. El DRI cuenta con un equipo multidisciplinario de investigadores que son parte de estos tres componentes. Tenemos investigadores dedicados a ciencias básicas aplicadas, que estudian desde biología celular de las células productoras de insulina –que son las células Beta que se encuentran en los islotes pancreáticos– hasta células afectadas por diabetes, y tratan de entender y reparar los mecanismos básicos afectados.
También tenemos estudios enfocados en encontrar fuentes alternas de células productoras de insulina, incluyendo el uso de células madres de diversas fuentes. También estamos estudiando condiciones óptimas para cultivar, expandir y mantener vivos islotes pancreáticos u otras células productoras de insulina, que son células muy sensibles. Cualquier hallazgo a ese nivel básico se prueba, primero a nivel preclínico, que es el primer paso en la producción de los experimentos, y finalmente el componente clínico que está a cargo del último paso de la traducción.
A nivel clínico, hay estudios para tratar de prevenir y detener el desarrollo del ataque que sufren las células productoras de insulina en pacientes diabéticos y también están los trasplantes de islotes pancreáticos en pacientes diabéticos, pero aún se necesita administrar drogas inmuno-supresoras para evitar el rechazo.
Actualmente los trasplantes de islotes se realizan en el hígado, que no es el lugar ideal, y recientemente obtuvimos autorización de la FDA para realizar estudios pilotos, trasplantando islotes pancreáticos en un lugar alternativo al hígado.
–¿Ya hay pacientes que se benefician con éxito de estos trasplantes?
–La respuesta es sí. Estos estudios se vienen haciendo desde hace varios años, pero todavía se consideran experimentales en Estados Unidos, quiere decir que si un paciente es trasplantado también requiere las drogas inmuno-supresoras, que son necesarias para evitar el rechazo del trasplante y que normalmente no están cubiertas por los seguros médicos.
–¿Quiénes son los pacientes que se eligen?
Foto: Shutterstock
Actualmente los trasplantes de islotes se realizan en el hígado de pacientes con diabetes. Foto: Shutterstock
–Son pacientes que cumplen ciertos requisitos, que no pueden regular sus niveles de glucosa por medio de insulina exógena, pacientes que no pueden percibir cuando están por caer en una baja de glucosa, entonces hay que cumplir requisitos para participar en estos trasplantes. Muchos pacientes se han beneficiado. Lo ideal es poder realizar los trasplantes en ausencia de drogas inmuno-supresoras. Cuando se hace un trasplante de cualquier tejido, normalmente el donante del tejido es distinto, tiene otros marcadores inmulológicos que el recipiente.
El paciente detecta que el tejido no es suyo, lo ataca y lo rechaza. Para evitar el rechazo de células y órganos trasplantados se necesita administrar drogas inmuno-supresoras, drogas que suprimen el sistema imnunológico, pero el problema es que esas drogas no son específicas, entonces no sólo suprimen el rechazo del órgano, sino también la respuesta a un virus o a una bacteria.
–Se lleva años trabajando en la búsqueda de una cura. ¿Cuáles han sido los obstáculos que aún no permiten llegar a ese esperado momento?
–Estamos tratando con una enfermedad muy compleja que tiene componentes genéticos, inmunológicos y ambientales. No es que tenemos una bacteria que se da un antibiótico y se puede curar la enfermedad. Acá se trata no sólo de reemplazar las células afectadas, sino también de obtener una fuente abundante de células productoras de insulina para poder trasplantar sin el uso de drogas inmuno-supresoras. Se debe evitar el rechazo al tejido trasplantando y evitar la recurrencia de la enfermedad.
Es muy complejo el tema. La traducción de estudios de animales tiene un sinnúmero de regulaciones que son válidas para proteger a los pacientes. Todo es un proceso complejo, costoso y que requiere una inversión significativa. Nosotros tenemos el privilegio de contar con una fundación, que apoya incondicionalmente nuestra labor, y que da un apoyo importante para todas las tareas de investigación realizadas y también competimos a nivel nacional, internacional por subsidios de investigación.
–¿Unen esfuerzos el Juvenile Diabetes Research Foundation (JDRF, por sus siglas en inglés) y el DRI en el trabajo para conseguir una cura?
–Al DRI se le otorgan subsidios competitivos que provienen de diferentes agencias como el National Institutes of Health (NIH, por sus siglas en inglés), la American Diabetes Association (ADA, por sus siglas en inglés), el Estado de Florida, el JDRF, entre otros. Somos un instituto multicultural y constantemente estamos recibiendo visitantes de América Latina, Europa y Asia.