Investigadores del Instituto Salk para Estudios Biológicos y el Beth Israel Medical Deaconess Center, en Estados Unidos, están tratando de desarrollar un potencial tratamiento contra la diabetes basado en una nueva clase de moléculas de grasa que, según descubrieron el año pasado, podría proteger contra esta enfermedad metabólica.
El hallazgo, publicado en la revista 'Cell' en noviembre y que será descrito en el Congreso de la Sociedad Americana de Química que se celebrará en Denver, ha abierto el camino a una nueva e "inesperada" arma en la guerra contra la diabetes tipo 2.
En concreto, descubrieron una nueva clase de lípidos, los ácidos grasos hidroxilados (FAHFA), que se encuentran en niveles más bajos en aquellas personas con resistencia a la insulina, lo que supone un factor de riesgo de diabetes tipo 2. Además, su administración en ratones diabéticos consiguió mejorar el metabolismo de la glucosa y la secreción de insulina.
Alan Saghatelian, uno de los autores de dicho hallazgo, ha reconocido que aunque ya hay algunos medicamentos contra la diabetes todavía hay "algunas lagunas en el conocimiento de las causas de la enfermedad".
Este experto llevaba tiempo estudiando la resistencia a la insulina, que se produce cuando el organismo no es capaz de responder a la producción de esta hormona, originando una acumulación de glucosa en sangre. Un factor que suele asociarse con la obesidad.
De este modo, y en colaboración con la investigadora Barbara Kahn, en durante su investigación básica descubrieron que podían crear ratones obesos que fueran inusualmente sensibles a la insulina, y lo asociaron a la presencia de diferentes variantes de esta nueva grasa.
En total identificaron 16 tipos diferentes de ácidos grasos hidroxilados gracias a una espectometría de masas, lo que podría desembocar en futuros tratamientos contra la diabetes. De hecho, la presencia de este tipo de grasa ha sido posteriormente confirmada en humanos y en algunos alimentos comunes, como las manzanas, el brócoli, la carne de ternera y pollo o los huevos.
"Esto significa que los hemos estado comiendo durante mucho tiempo y no son tóxicos", según ha reconocido Saghatelian, lo que a su juicio muestra como su uso puede ser seguro como medicamento.
No obstante, los autores reconocen que el uso farmacológico de lípidos también plantea incertidumbres, como el hecho de que es difícil ajustar la dosis más eficaz. "La existencia de los FAHFA prueba que hay una vía metabólica. Y la identificación de las enzimas que intervienen en esos procesos puede proporcionar una ventaja hacia dianas aún mejores para medicamentos", ha argumentado.