Además de las desigualdades entre comunidades autónomas, la falta de un registro nacional de pacientes o el seguimiento anual de las complicaciones que pueden sufrir los pacientes diabéticos lastran la posición de España en el índice europeo que acaba de presentar el grupo Health Consumer Powerhouse en el transcurso del congreso europeos sobre esta patología que se está celebrando en Viena (Austria).
En función de la valoración de 28 indicadores analizados por esta organización sin ánimo de lucro dedicada a la comparación de datos paneuropeos, España figura en el puesto número 18 de los 30 países analizados (los Veintiocho que componen la Unión Europea junto a Noruega y Suiza), por detrás de vecinos cercanos como Italia o Portugal o naciones con un PIB inferior como Eslovenia y Hungría.
En este sentido, las elevadas tasas de obesidad, junto a los estilos de vida sedentarios o la baja tasa de control regular periódico de la glucosa entre los pacientes españoles influye en esa posición en la segunda mitad de la tabla (con 633 puntos frente a los 936 de 1.000 que obtiene el mejor colocado, Suecia).
Como explica a EL MUNDO desde Viena la doctora Beatriz Cebolla, una de las autoras de la revisión, las desigualdades entre comunidades autónomas en algunos aspectos "son escandalosas", como es el caso del acceso a los tratamientos o la educación de los pacientes. "Por ejemplo, en el caso de los chequeos para detectar a tiempo las posibles complicaciones de la diabetes dependen mucho del sitio donde se traten los pacientes. Algunos sí son tratados por equipos multidisciplinares y reciben el adecuado soporte para el control de su patología, pero es algo totalmente aleatorio", señala esta especialista.
Esa misma heterogeneidad se aprecia en la detección sistemática de la enfermedad en pacientes con alto riesgo de desarrollarla o en el acceso a las bombas de insulina, "insuficiente e irregular", a su juicio. "Muchos pacientes que podrían beneficiarse de estos dispositivos simplemente no se los ponen porque su doctor no tiene el tiempo o el equipo necesario para educarle en su uso".
Una patología al alza
Teniendo en cuenta que esta enfermedad causa una de cada 10 muertes en Europa (619.000 en 2013) y afecta a 32 millones de europeos (una cifra que podría crecer a 38 millones de 2035), los autores de este documento consideran esencial establecer desde ya ciertas medidas en todo el continente para hacer más eficiente el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad. De hecho, se calcula que sólo el año pasado, la atención a los pacientes diabéticos costó a Europa entre 100.000 y 150.000 millones de euros.
A pesar de las previsiones que indican un progresivo aumento de los diagnósticos, el informe denuncia que sólo siete de los 30 países dispone de un registro actualizado de pacientes (no es el caso de España) y apenas ninguno de ellos cuenta con programas de detección precoz entre individuos con alto riesgo de desarrollar diabetes.
También son desiguales en Europa las revisiones periódicas que se requieren para adelantarse a algunas de las complicaciones más frecuentes de estos pacientes, como la retinopatía diabética o las amputaciones de los miembros inferiores.
Esta ONG denuncia que en los últimos años, muchos de los estados están imponiendo restricciones o copagos al suministro de material (como las tiras de glucosa) necesarias para un adecuado control y seguimiento de las cifras de azúcar de los pacientes. "En España, éste no es un problema para el paciente tipo, que se está tratando con insulina, pero en personas con tratamiento oral, las tiras de insulina están mucho más restringidas y apenas se llega al mínimo", añade Cebolla.
Pese a las lagunas pendientes de resolver, el documento admite que las mejoras experimentadas en los últimos años (estilos de vida más saludables, mejor acceso a tratamiento, pacientes más formados en su patología...) han permitido reducir la mortalidad anual por diabetes en Europa en torno a un 10% (lo que supone haber salvado en torno a 10.000 vidas cada año).
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