La parte superior del brazo y muslo, el abdomen y los glúteos son los sitios recomendados para que los pacientes diabéticos se apliquen inyecciones de insulina de manera que no dañen su cuerpo ni sientan dolor.
Pero para cumplir fielmente con el tratamiento es tan importante la correcta elección de la parte del cuerpo como el uso de jeringas “cómodas”, lo que han demostrado ser aquéllas que tienen agujas de cuatro milímetros.
Con otras se corre el riesgo de penetrar el músculo, donde la insulina es absorbida más rápidamente pero causa problemas secundarios, como sangrado, pólipos y baja en los niveles de azúcar.
Aunque se han diseñado otros métodos para administrarse la insulina, la gran mayoría de los pacientes diabéticos recurre a las inyecciones (tan sólo 10% utiliza las “plumas”), que suelen aplicarse en el pliegue de la piel, donde se insertan la aguja en un ángulo de 90 grados.