Para muchos padres descubrir que su hijo sufre esta enfermedad es una mala sorpresa. Pero si se cuenta con los conocimientos necesarios, pueden hacer más llevadera esta patología y lograr que tenga un desarrollo normal.

Marcelito es un niño tranquilo de 6 años. Hace algunos días, la profesora llamó a su mamá muy preocupada porque después de la clase de educación física, el pequeño estaba muy raro y se quejaba de dolor de estómago. Transpirado, con la presión baja decía que le dolían los músculos. Su mamá pensó que se había esforzado mucho en clase de gimnasia. Sin embargo, en casa y a la hora de almuerzo, Marcelito manifestó que no tenía hambre, estaba muy irritado y su ropa húmeda.

La madre del niño llamó a un doctor a casa, quien tras examinarlo advirtió que había que hospitalizarlo puesto que presentaba un cuadro de hiperglicemia, lo que hacía sospechar de una diabetes tipo 1. El niño fue dado de alta después de cinco días con la indicación de colocarle insulina para el resto de su vida. ¿Qué sucede cuando a un niño se le diagnostica esta enfermedad? ¿Cómo deben actuar sus padres?

Lo primero es que debe saber manejar su alimentación en relación a la insulina que necesita y aprender a diferenciar los alimentos, explica Rebeca Flores, académica de la Escuela de Nutrición y Dietética de la U. Andrés Bello. Es necesario que los padres, además, sepan diferenciar los alimentos que tienen hidratos de carbono de los que tienen proteínas y de aquellos con aceites o grasas.

Hidratos de carbono

La especialista recomienda usar colores para identificar los alimentos con hidratos de carbono, que al comerlos se transforman en glucosa. “Estos alimentos tiene que medirlos según el aporte de hidratos de carbono que tienen. Se puede hacer el conteo en base a los dedos de la mano”, explica. Por ejemplo, dice la nutricionista, si al desayuno debe darle 50 grs. de hidratos de carbono, se calcular que una taza de leche equivale a un dedo, (cada uno vale 10 gramos). Los 40 grs. que quedan se pueden distribuir en rebanadas de pan integral (cada una con 10), más media palta que vale 5 y se completa la suma con una fruta pequeña que vale 15.

Los padres de un niño diabético deben saber que el páncreas de su pequeño ya no producirá más insulina, hormona que ayuda a que las células reciban la energía que necesitan. El equipo médico le enseñará cómo colocarles las dosis de insulina y a diferenciarlas según sus tiempos de acción: Insulinas de acción rápida, análogos de acción rápida (aspártica, lispro, glulisina), insulinas de acción intermedias (NPH) y análogos basales de acción prolongadas (glargina y detemir) .

“Las dosis de análogos de acción ultra rápidas tienen un inicio de acción más breve y menos tiempo de acción total que la insulina regular. Pueden administrarse inmediatamente antes de las comidas reduciendo las hiperglicemias (exceso de azúcar en la sangre), post prandiales (después de las comidas) y las hipoglicemias (baja de azúcar en la sangre) nocturnas, según su efecto en el organismo”, agrega la académica de la UNAB.

Las dosis o UI (Unidades internacionales) de insulina son indicadas por el médico tratante. También es importante que los padres sepan medir la glicemia de su hijo en diferentes horas del día e incluso cerca de las 3 de la madrugada para poder ajustar las indicaciones de insulina.