En pacientes mayores de 65 años, que llevan varios años de evolución conviviendo con la diabetes tipo 2 y a quienes la enfermedad ya ha causado algunos sustos, el tratamiento intensivo con insulina u otros fármacos orales no reduce sus complicaciones y puede empeorar de manera importante su calidad de vida. Ésta es la principal conclusión de un estudio que se acaba de dar a conocer y que lanza un mensaje importante a los especialistas: personalizar la terapia.
Aunque el trabajo que se acaba de dar a conocer en la revista Journal of the American Medical Association está basado en una simulación con un modelo estadístico, como explica el doctor Alberto Cordero, secretario de la Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), el mensaje principal viene a insistir en algo que ya han subrayado otros estudios: "en pacientes de cierta edad, con muchos años de evolución y una afectación extensa causada por la diabetes, ya se sabía que el tratamiento puede ser incluso perjudicial".
Según cuenta el diario El Mundo, en estos pacientes el tratamiento intensivo con insulina puede provocar bajadas muy bruscas del azúcar que se han relacionado con un aumento del riesgo de infarto. En cambio, aclara el doctor Cordero, en pacientes jóvenes, que no han desarrollado aún complicaciones por la diabetes, "sí está demostrado que el control estricto de los niveles de azúcar en sangre es beneficioso para ellos".
En el trabajo que han publicado Sandeep Vijan y sus colegas del sistema de veteranos de la Universidad de Ann Arbor (en colaboración con la de Michigan y el University College británico), se reconoce que las molestias y los efectos secundarios del tratamiento con insulina pueden ser incluso superiores a los pequeños beneficios que estos fármacos logran en los pacientes de más edad.
Como ellos mismos explican, el objetivo de tratar la diabetes y mantener bajo control los niveles de hemoglobina glicosilada (una proteína que permite medir el control de la diabetes en el último mes) es prevenir complicaciones vasculares (en los riñones, ojos o a nivel cardiaco).
Sin embargo, teniendo en cuenta que los beneficios del tratamiento disminuyen con la edad (sobre todo a partir de los 75 años), que algunas de estas complicaciones pueden tardar décadas en aparecer y que su uso puede ir asociado a ciertas molestias, ganancia de peso etc. es importante que estos dos extremos se pongan en la balanza.
Como aclara el doctor Cordero, los especialistas sí están de acuerdo en la importancia de tratar la diabetes "sobre todo al principio", manteniendo a raya la hemoglobina glicosilada, pero quizás en otro tipo de pacientes deberían valorarse mejor los beneficios que se logran con el tratamiento frente al coste que éste tiene para su calidad de vida. De hecho, los propios autores del estudio en JAMA insisten en que sus conclusiones no son válidas para todo tipo de pacientes con tipo 2, y subrayan que reducir los niveles de azúcar en sangre farmacológicamente sí tiene grandes beneficios para ciertos pacientes de riesgo (de edad más joven), que requieren un tratamiento más agresivo para controlar su enfermedad.
Por su parte, el doctor Rafael Gabriel, director científico de la Fundación para la Diabetes, recuerda que el trabajo está basado en un modelo estadístico, a partir de una gran base de datos eso sí, pero no se trata de un ensayo clínico. Más allá de las cautelas, coincide con su colega español en que los médicos ya están muy sensibilizados con la importancia de individualizar la terapia y colocar la calidad de vida del paciente en un platillo de la balanza. "Es cierto que en pacientes mayores de 75 años, un control muy estricto de los niveles de glucemia puede tener efectos indeseados", ha explicado al diario El Mundo.
Además, subraya que la diabetes no es la única patología que suelen tener estos enfermos, que a menudo también son hipertensos y pueden tener problemas cardiacos o renales. "La diabetes ya de por sí afecta a la calidad de vida de los pacientes, pero si encima se trata de ancianos, más frágiles, la afectación en su calidad de vida suele ser mayor", concluye.