Lleva 20 años trabajando en Estados Unidos, principalmente en Harvard (Boston), y aunque son miles los kilómetros que le separan de su tierra natal, Mallorca, se encuentra como pez en el agua en una ciudad donde se respira ciencia e investigación y donde, de vez en cuando, desde la ventana de su casa puede ver cómo pasean los ciervos en la calle.
Pere Puigserver, catedrático adjunto de Biología Celular de la Facultad de Medicina de la universidad de Harvard, estudia los mecanismos genéticos y bioquímicos que están detrás del metabolismo de los nutrientes. Este trabajo le ha ligado a la investigación en cáncer pero, sobre todo, en diabetes y obesidad.
¿Qué conexión hay entre el cáncer y la diabetes?
Mi laboratorio está en el Dana-Farber Cancer Institute, que es un instituto de cáncer y estamos acuñados a la Harvard Medical School. En el laboratorio somos dos docenas de personas, dos o tres están estudiando el cáncer, pero la mayoría trabaja con el metabolismo. Y sí, hay una conexión bastante importante entre metabolismo y cáncer y, por tanto, entre diabetes y cáncer. De hecho, una de las líneas que tiene el gobierno de Estados Unidos es potenciar la relación que existe entre la obesidad, diabetes y cáncer. Porque se ha visto que la gente con diabetes tiene más riesgo de cáncer. Pero a nivel molecular, su conexión no está demasiado clara. Algunas líneas de investigación apuntan a la inflamación con vínculo de unión. Cuanta más inflamación hay en ciertos tejidos, mayor es la propensión a ciertos tipos de cáncer. Y cuando hay diabetes, hay inflamación. Otra teoría apunta a que niveles altos de insulina activan los mecanismos de proliferación y esto, junto con un factor oncogénico, puede potenciar la formación de cáncer.
¿Por qué la inflamación está detrás de muchas enfermedades?
Para explicar esto hay que dar un paso atrás. Hay dos teorías sobre las causas por las que se genera resistencia a la insulina. Una es la inflamación. Es decir, cuando existe una acumulación elevada de lípidos en el tejido adiposo, músculo e hígado, se genera un mecanismo inflamatorio que recluta todas las células del sistema inmunitario y esto crea la inflamación, que podría ser la causa de la resistencia a la insulina. La segunda teoría apunta a los lípidos. Cuando tejidos como el músculo o el hígado acumulan lípidos hay una deficiencia en su oxidación que da lugar a otro tipo de lípidos que interfieren con la señalización de la insulina y genera un mal funcionamiento de ésta. En mi opinión, lo que genera la inflamación, en primer lugar, es un exceso de lípidos en el tejido adiposo. La insulina en este tejido funciona para incrementar la captación de la glucosa y almacenar los lípidos, si hay resistencia a la insulina, esto no funciona y se crea hipertrigliceridemia y esto a su vez genera un síndrome metabólico.
Hay nutricionistas que dicen que la mejor dieta es aquella compuesta por alimentos cuyo índice glucémico es bajo para no generar muchos picos de insulina. ¿Qué opina de esto?
Esto sería para evitar que el páncreas, que es el primer sensor de glucosa, no se estimule constantemente porque, de lo contrario, pierde su sensibilidad a la glucosa, que es lo que pasa en la diabetes.
¿Esa estimulación constante es la que producen las dietas ricas en grasas y azúcares?
Sí, sobre todo las ricas en azúcares, que es el mejor estimulante de la insulina. La grasa es menos potente. De hecho, si comes solo grasa sin azúcares, en ratones en los que se ha probado una dieta así, se baja de peso y se es más sensible a la insulina. El consumo de grasa per se no afecta demasiado a la insulina. Lo que pasa es que la grasa tiene efectos perjudiciales en el páncreas, lo que se llama lipotoxicidad del páncreas, y si solo hay grasa puede causar crónicamente esta toxicidad, es decir, la muerte de las células del páncreas.
En los últimos meses, expertos y autoridades sanitarias están poniendo más el foco al azúcar, como un peligro para la salud, ¿está de acuerdo?
El exceso de azúcar se acumula en grasas. Estamos en una sociedad que siempre tiene alimentos disponibles, antes no era así y por eso el mecanismo de supervivencia de la especie humana ha sido almacenar grasa en el tejido para cuando hubiera periodos de hambre poder utilizarla. Pero en nuestra sociedad, esto es perjudicial porque el azúcar se conserva en forma de grasas y cuando ésta se almacena en tejidos donde no se debe acumular genera la resistencia a la insulina. Ese es el mayor problema de un consumo alto en azúcares. El exceso de azúcares no es un problema de azúcar sino de grasa, porque al principio se acumula como azúcar, que se llama glucógeno, pero cuando es excesivo se transforma en grasa, es decir, el azúcar puro y duro se conserva en una masa de grasa. Estudios científicos, como el PREDIMED, están constatando que determinado tipo de grasas, como el aceite de oliva o las grasas de los frutos secos, están vinculadas con un mejor control de peso y menos riesgo de diabetes. Las grasas de animales tienden más a acumularse y no tienen un efecto termogénico. El ácido oleico que es un componente muy alto en el aceite de oliva, además de generar calorías, produce un efecto termogénico, es decir, ayuda a la autoxidación, por lo que su efecto es beneficioso porque no se acumula. El cuerpo tiene una mayor capacidad para oxidar estos tipos de ácidos grasos.
¿Qué es más negativo para la diabetes el exceso de calorías o el tipo de comida que se ingiera?
Creo que las dos cosas son importantes. Dependerá de si las calorías que se ingieren se usan. Si uno ingiere 5.000 calorías diarias y luego gasta 3.000 en el gimnasio, entonces es perfecto. También depende un poco de la masa muscular. El tejido que más glucosa consume en el organismo es el músculo, si uno tiene mucha masa muscular puede absorber mucha más glucosa. Pero, si no se queman esas calorías, se genera acumulación de lípidos, su mala oxidación y la formación de la diabetes. Creo que es importante el equilibrio, más que el tipo de alimentos. Al final, el número de calorías es más importante. Porque si tomas mucha fruta, demasiada, es igual de perjudicial que un dulce. Si se toman muchas calorías, el cuerpo tiene que ser capaz de oxidar este exceso de calorías. Si tuviera que aplicarlo a mi salud, el número de calorías lo encuentro más importante. Pero también tiene un aspecto sociológico, es decir, las personas que tienden a comer dietas más equilibradas en general hacen también más ejercicio. A nivel científico, hay una cuestión interesante: ¿qué es mejor comer muchas calorías y luego quemarlas o hacer menos ejercicio y comer menos? Desde un punto de vista experimental y a nivel de envejecimiento, los datos sostienen que es mejor comer menos y no hacer tanto ejercicio. Porque si estás sometiendo al cuerpo a un nivel de funcionamiento elevado, al final el desgaste de la maquinaria es mucho mayor.
¿Qué opina de los edulcorantes?
Mi formación en esto es limitada. Recuerdo un estudio de hace unos años de un grupo de aquí que vio que los edulcorantes aunque no produzcan el contenido energético suficiente ayudan a la acumulación de grasas. Aunque no tengan contenido energético, pueden alterar ciertos mecanismos que aceleren la producción de grasa. Pero este era un estudio puntual y este tema no lo sigo demasiado.
Hace unas semanas se ha anunciado una alianza para luchar contra cuatro enfermedades: lupus, diabetes, Alzheimer y artritis reumatoide. ¿Qué le parece esta alianza?
Esta muy bien porque la función perfecta de los grupos académicos y de laboratorio es la colaboración con la industria, pues esta tiene la información y una capacidad que nuestros laboratorios no tienen. La idea es llegar hasta un punto que la industria farmacéutica absorba esta información para poder desarrollar luego compuestos químicos, porque una vez tienen un componente para diseñar fármacos son mucho más potentes que cualquier grupo académico. Lo que pasa es que muchas veces no tienen la creatividad o la flexibilidad que otros grupos pueden tener. Por eso creo que esta colaboración es perfecta, porque genera mayor capacidad.
¿La lucha contra la diabetes va de la mano con la lucha contra el envejecimiento?
A veces se confunde. En ratones se ha demostrado que cuando la insulina cuando funciona demasiado genera envejecimiento. En humanos, no se podría decir entonces que los diabéticos tendrían que vivir más (al no funcionarles bien su insulina) porque la diabetes tiene otros problemas clínicos: cardiovasculares, etc. Hay esta paradoja. El mensaje es que uno necesita que la insulina funcione pero, si la hacemos funcionar demasiado de forma crónica, entonces crea envejecimiento, incluso de forma independiente de la diabetes. Un mecanismo que puede explicar esto es la restricción calórica que induce longevidad, algo probado en animales. Porque al comer menos tienes menos picos de insulina. Si de manera crónica hay sobrenutrición, se activa la secreción de insulina constantemente y se acelera el envejecimiento. Con la restricción calórica, tienes menos aumento del nivel de insulina y menos veces, lo que hace que el organismo esté muy sensible a la insulina pero con niveles muy bajos, y esto está ligado a la protección contra el envejecimiento.
Usted estudia las vías de señalización, ¿se conocen todas las señales que intervienen en el metabolismo?
Se conoce mucho desde el punto de vista de la diabetes, todas las rutas y señalizaciones de cómo funciona. La gran cuestión es cuáles son las causas genéticas que conducen a la diabetes. Creo que tenemos todas las piezas, el gran problema es que no sabemos cuál es la causa de que estos componentes se alteren. En el cáncer se sabe más de las causas genéticas y esto hace que se puedan diseñar fármacos contra componentes específicos. En la célula diabética o inflamatoria es mucho más difícil, sabemos los componentes alterados pero no las causas genéticas ni cuál es la mejor proteína o proceso de esta señalización para combatir la diabetes, la obesidad o atenuar la inflamación.
¿Cuánto tardarán en responderse estas dudas?
Es difícil porque hay muchos genes involucrados. Hay que perseguir lo que se hace en el cáncer, donde para cada tipo de tumor se aplica un tratamiento distinto. Además, se están secuenciando los tumores. Al final, se secuenciará cada tumor de cada paciente y con esto se tendrá un cóctel de fármacos que funcionará sólo para este tipo de tumores o de pacientes. Será algo personalizado. En diabetes vamos por detrás, pero tenemos que hacer algo similar: Conocer los genes más alterados en cada persona y adecuarle el tratamiento. Con esta personalización de la medicina se encaminará el tratamiento de la diabetes. La gran diferencia con el cáncer es que en el campo oncológico se pueden tolerar tratamientos más agresivos pero, en la diabetes, el gobierno es mucho más reticente porque los fármacos que ya existen funcionan más o menos bien, sin demasiados efectos secundarios. Toda la nueva investigación es muy restringida porque tiene que desarrollar fármacos mejores que los que hay y eso implica que no tengan efectos secundarios porque los actuales son muy seguros.
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