Son silenciosas, son pequeñas, y además se pegan con ganas al suelo, parecen creadas para invadir, para meterse en tu casa y ya no salir. El caso es que los habitantes de la casa no se dan cuenta. Yo me di cuenta ya el primer día que empecé a convivir en casa de mi santa esposa. La encontraba en todos los sitios, en el salón, en los dormitorios …. Joé, hasta en la escalera, suponía que en este caso se habían arrastrado para intentar llegar a toda la casa. Yo, prudente, no dije nada, de hecho, sigo sin decir nada, es un tema del que no se habla, además, ahora, buena parte de esas tiras son “mías” … aclaremos esto, es que esas tiras tienen parte de Ángela, es decir, que tienen una parte de la sangre de Ángela, y ahora de la mía, nos pertenecen pues, todas ellas, que no paran de surgir, en cada rincón de la casa …
Por eso, y es a lo que iba, mejor dicho, a lo que no iba, cuando anuncian que van a reducir el consumo de las tiras me vuelvo excéptico, porque, ¿van a entrar en cada casa a destruirlas? Me acuerdo entonces de la peli Fahrenheit 451 de Truffaut y de esos comandos-bomberos que entraban en las casas y quemaban todos los libros, me imagino a los comandos entrando en nuestras casas y quemando todas las tiras, usadas o no, y teniendo que comprarlas en el Mercado negro, y usándolas en habitaciones ocultas de la casa … me cuesta imaginarlo … no les creo tan …. tan ...
Madre mía, que tendré en la mente que empiezo a escribir de esas tiras por el suelo y termino escribiendo de reducción de gastos en sanidad.
Por cierto, y aunque no venga al caso, hay una gran peli de Truffaut que se llama “la piel dura” (no “la piel suave” que no he visto) que va de la piel dura que tienen los niños … magnífica. No existe en DVD y en interné solo he encontrado una versión en frances, pero si tenéis ocasión de verla no os la perdáis.