Noticia de Elconfidencial:
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Entre libros y cuadernos, Elena lleva al colegio Sagrado Corazón de Madrid un medidor de insulina que le permite mantener controlados sus niveles de glucosa. Parece un bolígrafo, pero no lo es. Tiene 3 años, es diabética y a esa edad las hormonas complican mucho las cosas. Hay más fluctuaciones de azúcar y hay que tener cuidado, y Elena no tiene edad suficiente como para controlarse sola la glucosa y actuar en consecuencia. Necesita un adulto que le interprete qué significa que en esa especie de bolígrafo ponga un 8 y no un 60. De ese número dependerá que coma con 100 gramos de pan o con 200. Por eso Irene, la madre de Elena, y todos los padres de los 30.000 niños diabéticos que hay en España, reclaman a las Consejerías de Sanidad y Educación que tapen el vacío legal existente sobre quién debe cuidar a los niños diabéticos mientras están en la escuela y no son autosuficientes para el autocontrol de la enfermedad.
La Plataforma de Asociaciones de Pacientes con Enfermedades Crónicas no Discapacitantes agradece a la Comunidad de Madrid que haya tenido en cuenta su propuesta de establecer formación a profesores sobre diabetes y un centro sanitario de referencia para los colegios que tengan en sus aulas a niños diabéticos. Confían en que, en breve, la propuesta se extienda a todas las enfermedades crónicas que afectan a niños en edad escolar. "Nos han escuchado. Es un buen primer paso para un posible futuro entendimiento", se alegran los padres. Aplauden la iniciativa porque confían en que dentro de poco ya no tengan que abandonar sus puestos de trabajo para ir a la escuela a administrarle la medicación a sus hijos en varias ocasiones durante el mismo día. Se ilusionan pensando en que un día no muy lejano ya no tendrán que estar en permanente preocupación por no saber si los profesores y el personal escolar sabrán actuar en caso de emergencia. La Plataforma presentó un proyecto a las consejerías involucradas en el que se consideraba la posibilidad de establecer un documento donde se reste responsabilidades a los profesores si actúan en caso de urgencia. A largo plazo, el objetivo es dotar de personal sanitario en los colegios. Pero todavía queda demasiado por hacer.
Demasiados padres cuentan que han tenido demasiados problemas para que los colegios acepten hacerse cargo del glucagón, el medicamento necesario y básico en caso de que el niño sufra una hipoglucemia. Educación dice que los profesores no son sanitarios, y no pueden responsabilizarse de lo que pudiera ocurrir en caso de error. Elena es una excepción. El colegio en el que estudia ha aceptado guardar el glucagón en una nevera y se ha comprometido a utilizarlo si hiciese falta. Aunque su madre, como todos los padres de niños diabéticos, se va con el corazón en un puño y el teléfono operativo cuando su pequeña cruza el umbral del colegio. "Un simple caramelo que pueda darle otro niño en el recreo dispararle el azúcar". Son demasiado pequeños como para entender peligro. Son, simplemente, niños.
Ainara tiene 7 años y le diagnosticaron diabetes hace cinco años. Su madre se ha pasado cuatro cursos yendo al colegio a las 9, a las 12 y a las 15 horas para medir la glucosa de su hija. "Ainara no entra dentro de las tres plazas de necesidades especiales que Educación reserva en cada centro educativo". Según Educación, los diabéticos no cumplen los requisitos para cubrir estas plazas. Los padres se quejan de que las consejerías no dan ninguna solución. Y los profesores reclaman saber más de la enfermedad para atender de forma adecuada a los alumnos con este trastorno.
Una enfermedad metida debajo de la mesa
Ángeles Méndez es una profesora del Instituto Jaime Vera de Madrid. Llama a la diabetes la enfermedad enmascarada. "Está metida debajo de la mesa y hay que sacarla de ahí". Según Méndez, la solución es simplemente un problema de organización. "Educación debería plantear un protocolo de actuación. Contar con un mapa de niños diabéticos en España, ubicarlos y dotarles de los recursos que su enfermedad reclama". Cada profesor debería tomárselo como parte de su responsabilidad, no como una obligación. "Ahora mismo, la actuación del profesorado es totalmente voluntaria. Es la Administración la que debería normalizar una situación que es rara".
Desde el día 1 en que el niño es calificado como diabético, hay que seguir un control demasiado exhaustivo de su glucemia. Y no se puede saltar ninguno. El niño depende de un adulto hasta que él tiene la capacidad suficiente como para interpretar el resultado de la prueba. Su páncreas pierde la capacidad de producir la hormona insulina porque su sistema inmune ataca y destruía las células encargadas de fabricarla. Jamás lo volverán a hacer. Desde entonces, se inyectan al menos tres veces al día y su vida y la de su familia cambia para siempre. Son los mismos padres los que han explicado a los profesores cómo deben actuar en caso de emergencia. En caso de hipoglucemia, cinco minutos son suficientes para daños irreparables. Saben que una ambulancia no llegaría a tiempo. Por eso debe haber alguien en el centro para que actúe en caso de necesidad.
Alicia, la madre de Martina, una niña diabética desde los 2 años, siente una angustia tremenda durante las horas que la niña pasa en el colegio. “Si un niño está en una silla de ruedas no tiene ningún problema para ir al colegio, pero mi hija, que depende totalmente de un adulto, está desamparada totalmente”. El problema es cuando aparece una reacción insulínica y el nivel de azúcar en sangre baja. Aparece rápidamente. Sudoración fría, mareos, palpitaciones, temblores y visión dificultosa. Puede ser porque la comida se ha tomado con retraso, por hacer más ejercicio del habitual, no comer lo suficiente o haberse metido demasiada insulina. Hay que dar líquidos o alimentos azucarados y no suministrar insulina en ese momento. Hay que inyectar glucagón si pierde el conocimiento y no dar líquidos. Avisar al médico.
La hiperglucemia aparece lentamente (horas), y se produce por un exceso de azúcar en sangre. Los síntomas son que aumenta la sed y orinan con más frecuencia. Hay que tomar muchos líquidos para evitar una deshidratación, comer normalmente pero evitar los alimentos ricos en azúcares o almidones que puedan elevar aún más la glucosa en sangre. Tampoco se debe olvidar llamar al médico.