Han pasado casi 3 años y no puedo evitar que se me llenen los ojos de lágrimas al recordarlo.
Teníamos una boda en Londres el 10 de junio, el día 9 nos íbamos a ir toda la familia para allá (14 en total) y Nicolás llevaba una temporada que no estaba bien, lloraba por todo, se despertaba por la noche muy inquieto, pedía agua, no quería comer, estaba triste y se le traspasaban los pañales al poco de ponérselos secos. Visitas al pediatra no sé cuantas hicimos, incluso la tarde antes del debut fuimos a urgencias, el médico nos trató como si fuéramos unos pesados, que el niño no tiene nada, gastroenteritis, mucha agua y paciencia que pasará.
Nos fuimos a casa, ya no sabíamos que darle para que comiera, incluso le di por primera vez un Chupachups y Aquarius, pero no tenía ni fuerzas para tomarlo. Esa madrugada empezó a vomitar, la respiración agitada, los ojos con una expresión muy extraña. No sabíamos qué hacer, no lo veíamos bien pero como todos los médicos nos decían que era gastroenteritis pensábamos que los vómitos serían por eso. Pero a las 7 de la mañana vino mi madre a casa y al verlo me dijo "María esté niño está muy mal". Y como las madres saben tanto :(( nos fuimos pitando al hospital. 20 km interminables, la mirada de Nico completamente perdida, no reaccionaba a nada, mi marido no podía conducir más deprisa y yo sin parar de decirle cosas al niño para que no se durmiera y quitando hierro para que mi marido no se pusiera más nervioso de lo que ya íbamos. Por fin llegamos, aparcamos el coche donde pudimos y para adentro. Afortunadamente nos atendieron enseguida, estaba una médico (que me había atendido en el parto) que después de mirarlo sacó un aparatito y le pinchó en un dedo, en ese momento nos cambió la vida, aunque aún no lo sabíamos. Nos dijo "Tiene la glucosa a 680". Ingenua e ignorante de mí le pregunté si no sería porque le había dado Aquarius (la verdad cuando se lo di no sabía si un niño tan pequeño podía tomarlo) y me dijo que no, que teníamos que llevarlo al Hospital General que ellos allí no tenían medios. Y otra vez como boba, pregunté si al día siguiente podríamos irnos de viaje (ahora me doy cuenta de la burrada pero es que no tenía ni idea de qué estaba pasando).
Enseguida empezó la pesadilla, se llevaron a Nico a otra habitación, lo tumbaron en una camilla, empezaron a ponerle tubos, mi niño lloraba, me miraba y yo no podía hacer nada. Llamaron a la ambulancia y mientras tanto la grúa se quería llevar nuestro coche, salió mi marido y los policías erre que erre, que se llevaban el coche, no sé cómo se pondría pero al final consiguió que lo bajaran de la grúa aunque nos pusieron multa. Llego la ambulancia y no me dejaron ir con Nico, seguía llorando y estaba asustado. Nosotros fuimos detrás con el coche, llamando mientras a todo el mundo para dar la "noticia" y que cancelaran maletas y viajes. Llegamos al hospital general y estaba de guardia otro médico, que también había estado en mi parto, cuando abrió la cartilla de Nico dijo "Anda si esta es mi letra, a este niño lo he traído yo al mundo". Era el que hoy es endocrino de Nicolás y al que estoy tan agradecida porque lo "volvió" a traer al mundo y al que nunca podré devolver todo lo que está haciendo por nuestro hijo.
El nos confirmó el diagnóstico diabetes mellitus con cetoacidosis grave, y lo ingresaron en la UCI. 2 días espantosos, impacientes para que llegaran las 2 horas al día que te dejaban entrar. Yo me hinchaba a llorar antes de entrar porque luego no quería que mi niño me viera mal, aunque a veces tenía que girar la cara para que no me viera. Desnudito, en una sala el solo, con vías por todos los sitios de ese cuerpo tan chiquitín, atado de pies y manos, viendo a sus papás vestidos de verde hasta la cabeza y muy poquito rato al día y con un muñequito que le habían puesto las enfermeras en su cuna para que le acompañara, fue muy duro. Luego nos pasaron a planta, a una habitación para nosotros solos y empezó el aprendizaje. En esos 8 días no volví a casa, a mi otro hijo lo veía si lo traían al vestíbulo del hospital y mi marido iba trayéndome las cosas que le encargaba. Tuve que medio superar mi pánico a las agujas, aunque todavía no lo he dominado del todo y poco a poco fuimos comprendiendo cómo iba a ser la vida de nuestro hijo y la nuestra de ahí en adelante.
Ahora, con el tiempo, ya no lo veo tan dramático pero sigo enfadada con el de ahí arriba por no haberme escogido a mí en vez de a mi hijo.
PD. Perdón por el testamento porque aunque lo vives como si todo pasara a cámara rápida, se te graban tanto los detalles que he sido incapaz de resumirlo más.