Para Montse las noches son terribles, despertarse cada poco, levantarse, medirla, corregirla, darla de comer algo, soportar sus quejas. Y esto todas las noches del año, excepto dos o tres … que son peores, porque se pasa la noche en vela pensando como estará. Las mañanas son mejores, Ángela esta en el cole y es ella la que se mide y la llama. Claro, que en ningún momento deja de mirar el teléfono, ese bendito teléfono que le da seguridad. Así que toda la mañana pendiente, y de vez en cuando mirando a ver si está apagado. Lo mejor son las tardes, Ángela está con nosotros, y entonces si, Montse puede echarse un sueñecito reparador después de comer. Pero por poco tiempo, que el día a día no solo es la diabetes, están sus hijas, más o menos adolescentes, sus padres, mas o menos achacosos, su hermana, más o menos fastidiada, las oposiciones, más o menos retrasadas, y su marido, claro, más o menos perfecto. En fin, que lo que quería decir es que la entiendo muy bien cuando grita :¡¡¡Quiero ser como Nati, al menos un día!!!!