La relación entre las enfermedades crónicas y los trastornos psiquiátricos es más estrecha de lo que se piensa: varias investigaciones dan cuenta de que la salud física y mental están íntimamente conectadas, por lo que abordar una sin considerar a la otra puede ser insuficiente. En el marco de la edición número 19 del Congreso Internacional de Medicina Interna, se abordó este tema y se dio especial hincapié a lo que ocurre con los pacientes con diabetes.
Durante la jornada desarrollada el viernes 23, se abordó esta problemática y se explicó que las afecciones más comunes que se presentan a partir de cuadros de larga duración o permanentes son la depresión y la ansiedad, apareciendo mayormente en mujeres y jóvenes. Pero estos trastornos mismos, a su vez, también pueden derivar en enfermedades crónicas, como lo son el cáncer, diabetes o una cardiopatía.
Depresión y diabetes
Un dato no menor es que los trastornos psiquiátricos comórbidos son un factor de riesgo potencialmente modificable de muerte prematura en personas con una o múltiples enfermedades no transmisibles. La prevalencia de los estados depresivos es mayor aún entre los pacientes con enfermedades crónicas no transmisibles, como diabetes mellitus (DM), hipertensión arterial (HTA), enfermedades cardiovasculares (ECV), cáncer, entre otras.
Se desarrolló el 19° Congreso Internacional de Medicina Interna.
En los resultados de las encuestas sobre Salud Mundial del 2007, realizada a 245.000 personas de 60 países, la depresión como una enfermedad comórbida presentó una prevalencia de alrededor del 18% en pacientes con asma, 15% con angina de pecho, 9,8% con diabetes mellitus y 10,7% con artritis, alcanzando hasta un 23% cuando la comorbilidad se presentaba con dos o más condiciones físicas crónicas.
La Organización Mundial de la Salud define a la depresión como un trastorno mental, consecuencia de la interacción de diversos factores biológicos, psicológicos y sociales. Aumenta el estrés, empeora la función vital del individuo y, por tanto, se refuerza el estado depresivo. Se estima que el 3,8% de la población experimenta depresión, incluido el 5% de los adultos (4% entre los hombres y el 6% entre las mujeres) y el 5,7% de los adultos mayores de 60 años.
Existe evidencia de que este trastorno del estado anímico predispone al ataque cardíaco pero, además, es dos veces más frecuente en personas con diabetes tipo 1 o tipo 2 que en la población general, y se asocia con malos resultados. Es una relación de bidireccionalidad. Una puede llevar a la otra por tener malos hábitos alimenticios, no dormir lo suficiente, no hacer demasiado ejercicio y el uso de medicamentos.
Cada vez hay más pruebas de que la depresión y la diabetes tipo 2 comparten orígenes biológicos, en particular la hiperactivación de la inmunidad innata que conduce a una respuesta inflamatoria mediada por citocinas, y potencialmente a través de la desregulación del eje hipotálamo-hipofisario-adrenal. A lo largo de la vida, estas vías pueden conducir a la resistencia a la insulina, la enfermedad cardiovascular, la depresión, un mayor riesgo de diabetes tipo 2 y un aumento de la mortalidad. Las citocinas proinflamatorias podrían afectar directamente al cerebro, causando síntomas depresivos.
Los trastornos de salud mental y las enfermedades crónicas están altamente relacionadas entre sí.
Las relaciones familiares y la carga de un trastorno de por vida con un inicio temprano en el desarrollo de la personalidad podían contribuir a una mayor vulnerabilidad a la depresión. En general, se necesita investigación longitudinal para identificar los factores de riesgo y los mecanismos de la depresión en pacientes con diabetes, en particular al principio de la vida.
La historia preexistente de depresión clínica aumenta el riesgo de diabetes tipo 2 posterior en un 60%, y la presencia de diabetes tipo 2 aumenta el riesgo de desarrollar depresión posterior en un 15%. Ambas cosas se asocian con una menor calidad de vida, glucemia elevada, mayor riesgo y gravedad de complicaciones de la diabetes a largo plazo, mayor uso de servicios médicos, mayor riesgo de discapacidad funcional, y mayor riesgo de mortalidad por todas las causas.
Ansiedad y diabetes
Pero también se la asocia directamente con otro trastorno de la salud mental. Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), las personas con diabetes tienen probabilidades un 20 % mayores que aquellas sin la enfermedad de tener ansiedad. El manejo de una patología de largo plazo como esta es una fuente significativa de ansiedad para algunas personas.
La Educación Diabetológica para el Automanejo (EDAM) promueve la participación activa de la persona con diabetes mellitus en el control y tratamiento de la enfermedad. Se caracteriza por ser un proceso continuo de adquisición de conocimientos, habilidades y cambios de actitud. La dirección de la asociación entre la diabetes y los trastornos de ansiedad no está clara:
- Se encontró que la prevalencia de trastornos de ansiedad en pacientes diabéticos es del 28%.
- Se ha encontrado que la prevalencia de diabetes entre pacientes con trastornos de ansiedad es del 12%.
- Las personas con ansiedad tienen un 19% más de riesgo de tener diabetes.
- La diabetes se asocia con un riesgo 41% mayor de sufrir trastornos de ansiedad.