El Premio Nobel de Medicina 2025 ha sido otorgado a tres investigadores por descubrir un tipo de células del sistema inmunitario que ayudan a mantener las defensas bajo control: las llamadas células T reguladoras, o Tregs.
Nuestro sistema inmunitario tiene una tarea complicada: defendernos de virus y bacterias, pero sin atacar por error a nuestro propio cuerpo. Para conseguir ese equilibrio, existen distintos mecanismos de control. Hasta ahora sabíamos que muchas de las células inmunes “equivocadas” se eliminan en el timo, un órgano que actúa como escuela y filtro. Pero ese proceso no es suficiente.
Lo que estos investigadores descubrieron es que también existen unas células guardianas que vigilan al resto del sistema inmunitario y evitan que se vuelva contra nosotros. Estas células, las T reguladoras, actúan como un freno natural que modera las respuestas inmunes exageradas. Un gen llamado FOXP3 es clave para que estas células funcionen bien. Cuando ese gen tiene una mutación, aparecen enfermedades autoinmunes graves, porque el sistema inmunitario deja de saber cuándo debe detenerse.
Este descubrimiento no solo explica mejor cómo se regula nuestro sistema de defensa, sino que también abre la puerta a terapias más precisas para enfermedades autoinmunes, como la diabetes tipo 1. En la diabetes tipo 1, el sistema inmunitario destruye las células beta del páncreas, responsables de producir insulina. Si se logra entender y controlar mejor el papel de las células T reguladoras, en el futuro se podrían diseñar tratamientos que eviten esa autodestrucción o que incluso restauren el equilibrio inmunológico.
Aunque todavía falta mucho por recorrer, este avance es esperanzador. Ya hay estudios en curso para potenciar estas células reguladoras o utilizarlas en terapias personalizadas, tanto en diabetes como en otras enfermedades autoinmunes.
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