He leído la historia de Jorge García, un hombre que lleva 47 años viviendo con diabetes, y me ha llegado muy dentro. Él habla con conocimiento y con una serenidad que solo da la experiencia. Diagnóstico, insulina, complicaciones, trasplante… y aun así dice: “Yo vivo plenamente”.
Como persona con diabetes tipo 1, me siento identificado con muchas de sus palabras. Jorge insiste en algo que deberíamos recordar todos los días: la clave está en el conocimiento y en la disciplina. No se trata solo de medir glucosa o ponerse la insulina, sino de entender cómo funciona nuestro cuerpo, cómo responden los alimentos, el ejercicio, el estrés o el descanso.
En su testimonio hay una frase que lo resume todo: “La diabetes no es el final del mundo, pero sí es para toda la vida”. Y es verdad. No podemos bajar la guardia, pero tampoco debemos vivir con miedo. Vivir con diabetes implica compromiso, responsabilidad y, sobre todo, aprender a escucharse a uno mismo.
Lo que más me hace pensar es cuando Jorge menciona a las personas que no saben que tienen diabetes o que no tienen acceso a atención médica regular. En España tenemos la suerte de contar con un sistema sanitario que nos da soporte, pero aún así muchos siguen sin diagnóstico o sin la educación diabetológica necesaria para cuidarse correctamente.