El azúcar endulza a la humanidad desde hace casi 5.000 años. Fueron los árabes, tras invadir las regiones del Tígris y el Eúfrates, quienes comienzan a cultivar la caña de azúcar en Siria, Egipto, Chipre, Rodas y el norte de África.
Tras perfeccionar su procesado y refinado, su consumo se expande a través de las rutas comerciales y, a través de las Cruzadas a Tierra Santa, se da a conocer en todo el mundo cristiano.
A España llega en la Edad Media, donde comienza a usarse como una especia alimenticia para perfumar platos.
Desde entonces, su utilización, especialmente en la repostería, se expande hasta llegar a nuestros días, cuando se ha convertido en un problema para algunas personas "adictas" a este dulce ingrediente.
El consumo excesivo de azúcar se relaciona con una serie de enfermedades como caries dental, aumento de la demanda de las vitaminas del complejo B, hipertrigliceridemia, sobrepeso, obesidad y diabetes mellitus.
Además, puede desencadenar procesos inflamatorios crónicos en el cuerpo, lo que se asocia con enfermedades cardíacas, diabetes y ciertos tipos de cáncer.
Algunos estudios que sugieren que el consumo excesivo de azúcar puede afectar la memoria y la formación de nuevas neuronas, y también se ha asociado con un mayor riesgo de trastornos neurodegenerativos.
El consumo medio anual de azúcar en España es de más de tres kilogramos por persona, una cifra que los expertos consideran demasiado elevada, ya que puede tener consecuencias negativas para la salud, según los datos facilitados por Nutritienda.
La dependencia del azúcar no es igual para cada personas, pero la mayoría de los "adictos" comparte algunos síntomas que permiten sospechar que existe una adicción.
Estas son algunas de las señales de alerta:
- Antojos intensos. Las personas con adicción al azúcar suelen experimentar una irresistible necesidad de consumir alimentos dulces, independientemente del hambre real que tengan.
- Consumo excesivo. Pérdida de control sobre la cantidad de azúcar consumida, lo que lleva a comer grandes cantidades de alimentos dulces.
- Dependencia emocional. El uso del azúcar se utiliza como una forma de lidiar con el estrés, la ansiedad u otras emociones negativas, estableciendo una conexión emocional entre el consumo y el propio bienestar.
- Necesidad de consumo regular. Los adictos tienden a consumir azúcar de manera regular para mantener sus niveles de energía o simplemente para sentirse bien, creando un patrón constante de ingestión.
- Dificultad para reducir el consumo. Se experimentan problemas para reducir o eliminar el consumo de azúcar, incluso cuando se es consciente de sus efectos negativos en la salud.
- Síntomas de abstinencia. Experimentar síntomas físicos o emocionales cuando se reduce o elimina el consumo de azúcar, como irritabilidad, dolores de cabeza, fatiga o cambios de humor.
- Búsqueda continua de placer. Los adictos al azúcar buscan alimentos dulces para experimentar la sensación placentera que está asociada con la liberación de dopamina en el cerebro.
- Aumento de la tolerancia. Hay necesidad de consumir cantidades cada vez mayores de azúcar para obtener el mismo nivel de satisfacción.
- Pensamientos persistentes. Los adictos tienen pensamientos recurrentes sobre el azúcar y experimentan placer ante la planificación de su consumo, lo que puede interferir con actividades diarias.
- Sentimientos de culpa o remordimientos. Es bastante habitual enfrentarse a sentimientos negativos después de consumir grandes cantidades de azúcar, seguidos por la promesa de una reducción de consumo futura que resulta difícil de cumplir.
- Impacto en la vida cotidiana. La adicción al azúcar puede afectar negativamente s la calidad de vida, ya que provoca problemas de salud física y emocional.