Los meses de más frío del año como en el que nos encontramos, suponen un repunte de ciertas enfermedades respiratorias, tanto víricas como bacterianas, bien sean gripes, resfriados o distintos tipos de inflamaciones. Pero también se ha demostrado que el invierno y el frío interactúan con la diabetes.
Diversas investigaciones anuncian una relación complicada entre el frío, la diabetes y otras enfermedades, de manera que algunos estudios avalan que los diabéticos y prediabéticos experimentan una mayor sintomatología cardiorrespiratoria relacionada con el frío, que las que no lo sufren. Además, se ha podido demostrar que la propia respuesta fisiológica del frío afecta a las reacciones de la glucosa en sangre en el caso de los diabéticos.
Muy vinculada a determinados hábitos de vida, la diabetes, aún controlada, tiene ciertos visos de pandemia dentro de los países desarrollados, por motivos evidentes, que tienen que ver mucho con factores que todos conocemos como el sobrepeso, una mala calidad de la dieta o el sedentarismo. Pero también hay patrones que afectan, como tener prediabetes o cierto grado de genética, así como la edad.
No deja de ser curioso que la diabetes y el frío tengan una relación bastante compleja, aunque lógica de entender, ya que durante los meses fríos, las personas con diabetes suelen presentar niveles más altos en la HbA1c, según uno de estos estudio. Estas siglas representan la prueba de hemoglobina glicosilada, muy habitual en diabéticos, que se trata de un examen de sangre que mide el promedio de glucosa o azúcar en sangre en un determinado período de tiempo.
Así las cosas, aunque no está avalado de forma clara por estudios, el frío causaría un evidente estrés en el cuerpo que repercute en la diabetes, provocando que se vinculen diversas reacciones hormonales y la secreción de la propia insulina.
En situaciones de estrés, el cuerpo produce cortisol para buscar un extra de energía; y estas hormonas también reducen la reducción de insulina, que es quien ayuda a las células a absorber la glucosa. Por esta razón, habrá más glucosa en sangre cuanta menos insulina haya. Además, esta secreción de cortisol también podría estimular al hígado para que libere más glucosa.
De esta manera, se aumentan los niveles de glucosa en sangre, como se ha demostrado en algunos estudios con ratones. Por otra parte, empiezan a conocerse estudios que catalogan la realidad del cambio climático y cómo afecta a los diabéticos; y algunos de ellos relacionan tanto las altas temperaturas y el frío con la diabetes. De este modo, se generaría un círculo vicioso de ese estrés que podría repercutir en la salud del paciente.