¿Sabías que la diabetes es una de las principales causas de enfermedad renal crónica y que representa entre el 30% y el 50% de todos estos casos?

Es más, la diabetes junto a la enfermedad renal crónica se asocia con un aumento de 10 veces o más del riesgo de muerte por cualquier causa en comparación con la diabetes sola.

Por eso es clave buscar soluciones para disminuir ese riesgo. Ahora, un estudio publicado en British Journal of Sports Medicine, demuestra que hacer ejercicio de intensidad moderada o vigorosa disminuye el riesgo de enfermedad renal crónica en personas con sobrepeso u obesidad con diabetes tipo 2.

Como informan los autores, “a corto plazo, la evidencia muestra que el ejercicio mejora la función renal en personas con diabetes tipo 2, pero no está claro cuáles podrían ser los beneficios a largo plazo, o si son acumulativos y/o dependen de la duración de la sesión”.

Para dar respuesta a esta pregunta, los investigadores hicieron un análisis secundario de los datos del ensayo estadounidense Look Aheas. Este fue un ensayo controlado aleatorio multicéntrico que comparó los resultados cardiovasculares de una intervención intensiva en el estilo de vida con apoyo y educación estándar para la diabetes en más de 5.000 adultos con sobrepeso/obesidad y diabetes tipo 2.

Se midieron los niveles de actividad física de moderada a vigorosa al inicio del estudio, tras un año, tras 4 años y tras 8 años para lo que usaron un rastreador de actividad dirigido a evaluar el impacto potencial en la progresión a la enfermedad renal crónica o en etapa terminal.

Durante los 12 años de seguimiento, los autores vieron que alrededor de 1 de cada 3 participantes tuvo una enfermedad renal crónica.

Sin embargo, vieron que aquellos que realizaron la actividad física más moderada a vigorosa cada semana, de 329 a 469 minutos, tenían menos probabilidades de progresar a una enfermedad renal crónica que aquellos que realizaron la menor cantidad menor de 220 minutos a la semana.

En general, según los autores, “un promedio semanal acumulado más alto se asocia con un riesgo un 9 % menor por cada 100 minutos de actividad física”.

Y aumentar el recuento semanal en al menos una hora (más de 63 minutos) en el transcurso de los primeros 4 años del estudio se asoció con un riesgo un 33% menor en comparación con la mayor disminución registrada de 198 minutos por semana.

Y entre los "mejoradores" semanales, se observó un menor riesgo de progresión en episodios de actividad física que duraban tanto más cómo menos de 10 minutos, mostraron los hallazgos.

Es importante señalar que este es un estudio observacional y, como tal, no puede establecer la causa. Los investigadores reconocen que los participantes del estudio estaban muy motivados, por lo que pueden no ser ampliamente representativos de las personas con diabetes y sobrepeso.

Pero resaltan: “Estos hallazgos son consistentes con la evidencia de que la actividad física regular tiene efectos antiinflamatorios directos y puede promover el control glucémico, mejorar la sensibilidad a la insulina, la presión arterial, los perfiles de lípidos y otros factores de riesgo metabólicos y cardiovasculares, todo lo cual están asociados con la función renal”.

“Además, la asociación entre actividad física de moderada a vigorosa y la progresión a enfermedad renal crónica fue casi lineal, sin una meseta observable o un umbral claro, lo que sugiere que se debe alentar a las personas con diabetes a realizar la mayor cantidad posible de actividad física con la alta intensidad que puedan tolerar, para maximizar los beneficios”.

Lo ideal es que los adultos con sobrepeso u obesidad y diabetes tipo 2 realicen poco más de una hora (67 minutos) de actividad de intensidad moderada todos los días, como una caminata rápida, andar en bicicleta, trotar o nadar, para alcanzar los 469 minutos por semana, todo ello con el fin de frenar su riesgo de progresión a enfermedad renal crónica.