No dejan de aparecer nuevos beneficos de Ozempic (semaglutida), el medicamento estrella para tratar la diabetes tipo 2 y la obesidad.
Lo que significa más presión para las personas con diabetes que usan Ozempic, porque probablemente incrementará el actual desabastecimiento, que no sólo afecta al propio Ozempic, si no también a otros productos como la insulina FIASP (usa el mismo tipo de boli).
Después de que, hace escasos meses, se diera a conocer una investigación que mostraba los efectos "jamás vistos" de la semaglutida en la prevención y el tratamiento de la insuficiencia cardíaca, lo último es un trabajo publicado esta semana en la revista Gut que demuestran que tanto esta molécula como otros agonistas del GLP1 se asocian a un menor riesgo de desarrollar cirrosis y cáncer de hígado en personas con diabetes de tipo 2 y enfermedad hepática crónica.
Los resultados del estudio, desarrollado por el prestigioso Intituto Karolinska (Solna, Suecia) sugieren también que los agonistas del GLP1 pueden reducir el riesgo de lesiones hepáticas.
Para llevarlo a cabo, los investigadores incluyeron a todas las personas de Suecia con hepatopatía crónica y diabetes de tipo 2 en un estudio basado en registros. A continuación, compararon el riesgo de daño hepático grave en quienes recibieron tratamiento con agonistas del GLP1 y quienes no. Los resultados han mostrado que los que tomaron el fármaco durante un largo periodo de tiempo tenían menos riesgo de desarrollar posteriormente formas más graves de enfermedad hepática, como cirrosis y cáncer de hígado.
"Se calcula que la enfermedad del hígado graso afecta hasta a una de cada cinco personas en Suecia, muchas de las cuales tienen diabetes de tipo 2, y aproximadamente una de cada veinte desarrolla una enfermedad hepática grave", afirmó el primer autor Axel Wester, profesor adjunto del Departamento de Medicina de Huddinge del Karolinska. "Nuestros hallazgos son interesantes porque actualmente no hay fármacos aprobados para reducir este riesgo",añadiço, según recoge Ep.
Muchas de las personas del estudio dejaron de tomar agonistas del GLP1, lo que provocó una falta de efecto protector. Sin embargo, los que siguieron tomando la medicación durante un periodo de diez años tenían la mitad de probabilidades de desarrollar una enfermedad hepática grave.
"Los resultados deben confirmarse en ensayos clínicos, pero estos estudios tardarán muchos años en completarse", afirmó Wester. "Por lo tanto, utilizamos los datos de registro existentes para intentar decir algo sobre el efecto de los fármacos antes de eso", señaló. Una limitación del método es que no es posible controlar factores para los que no hay datos, como análisis de sangre para describir con más detalle la gravedad de la enfermedad hepática. Sin embargo, los investigadores han creado recientemente una nueva base de datos llamada 'HERALD' en la que tienen acceso a muestras de sangre de pacientes de la región de Estocolmo.
"Como siguiente paso, investigaremos el efecto de los agonistas del GLP1 en esta base de datos". "Si obtenemos resultados similares, se reforzaría aún más la hipótesis de que los agonistas del GLP1 pueden utilizarse para reducir el riesgo de enfermedad hepática grave", destacó el último autor del estudio, Hannes Hagström, consultor en hepatología del Hospital Universitario Karolinska y profesor adjunto del Departamento de Medicina.