Siempre se ha dicho que la exposición a la luz natural, al sol, tiene mayores beneficios para la salud que la misma exposición pero a la luz artificial. Una investigación concluye que la exposición a la luz natural podría ayudar a tratar y prevenir la diabetes tipo 2. Esta nueva investigación se acaba de presentar en la reunión anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) en Hamburgo que se celebra estos días.
«El desajuste de nuestro reloj circadiano interno con las exigencias de una sociedad que funciona 24 horas al día, 7 días a la semana, está asociado a una mayor incidencia de enfermedades metabólicas, entre ellas la diabetes de tipo 2 –afirma Ivo Habets, de la Universidad de Maastricht (Países Bajos), codirector de la investigación.
La luz natural es el mejor indicador del reloj circadiano, pero la mayoría de la gente está en casa durante el día y, por tanto, sometida a una iluminación artificial constante. Motivo por el cual a los investigadores les interesaba saber si el aumento de la exposición diurna a la luz natural mejoraría el control de la glucemia en personas con diabetes tipo 2.
«Este metabolismo suele seguir un ritmo de 24 horas, en el que el cuerpo pasa de utilizar carbohidratos como fuente de energía durante el día a utilizar grasas por la noche, explica. Anteriormente habíamos demostrado que las personas con mayor riesgo de diabetes tipo 2 son menos capaces de realizar este cambio y queríamos averiguar si la exposición a la luz natural facilitaría el cambio en personas que ya padecen diabetes».
La investigación
Para ello, Habets y sus colegas de los Países Bajos y Suiza realizaron una serie de pruebas metabólicas a un grupo de personas con diabetes tipo 2 cuando se exponían a la luz natural y cuando se exponían a la luz artificial, y compararon los resultados.
Los 13 participantes fueron expuestos a dos condiciones de iluminación durante el horario de oficina (de 8.00 a 17.00 horas) de forma aleatoria y cruzada: luz natural procedente de ventanas e iluminación LED artificial. Hubo un intervalo de al menos cuatro semanas entre las dos intervenciones, cada una de las cuales duró 4,5 días.
Los niveles de glucosa en sangre se mantuvieron dentro del rango normal durante más tiempo en la intervención con luz natural que en la intervención con luz artificial. El índice de intercambio respiratorio fue inferior durante la intervención con luz natural que durante la intervención con luz artificial, lo que indica que a los participantes les resultaba más fácil pasar de utilizar carbohidratos a grasas como fuente de energía cuando se exponían a la luz natural. El gasto energético en reposo y la temperatura corporal central siguieron patrones similares durante las 24 horas en ambas condiciones de luz.
Los resultados demuestran el mejor control de la glucemia durante la invención de la natural, y sugieren que dicha exposición es beneficiosa para el metabolismo, por lo que podría ayudar en el tratamiento y la prevención de la diabetes de tipo 2 y otras afecciones metabólicas, como la obesidad, afirma Habets.
«Nuestros estudios demuestran que el tipo de luz al que se está expuesto es importante para el metabolismo. Trabajar en una oficina sin apenas exposición a la luz natural repercute en el metabolismo y en el riesgo o el control de la diabetes de tipo 2, por lo que hay que tratar de aprovechar al máximo la luz natural e, idealmente, salir al aire libre siempre que sea posible».
«Aún es necesario seguir investigando para determinar hasta qué punto la luz artificial afecta al metabolismo y la cantidad de tiempo que hay que pasar con luz natural o al aire libre para compensarlo», puntualiza.