La investigación científica ha vuelto a dar un paso en firme para mejorar la calidad vida de las personas que padecen esta patología, ya que científicos de la Universidad de Cambridge han probado con éxito un páncreas artificial para que lo utilicen pacientes que viven con diabetes tipo 2.
En concreto, el dispositivo, impulsado por un algoritmo, duplica la cantidad de tiempo que los pacientes están en el rango objetivo de glucosa en comparación con el tratamiento estándar y fue capaz de reducir a la mitad el tiempo que pasaron experimentando niveles altos de glucosa, tal y como se publica hoy en la prestigiosa revista científica «Nature Medicine».
Los científicos del Instituto Wellcome-MRC de Ciencias Metabólicas de la Universidad de Cambridge, investigan el empleo de un páncreas artificial que puede ayudar a mantener niveles saludables de glucosa.
El dispositivo combina un monitor de glucosa estándar y una bomba de insulina con una aplicación desarrollada por el equipo, conocida como CamAPS HX. Esta aplicación funciona con un algoritmo que predice cuánta insulina se requiere para mantener los niveles de glucosa en el rango objetivo. Los investigadores han demostrado previamente que un páncreas artificial ejecutado por un algoritmo similar es efectivo para pacientes que viven con diabetes tipo 1, desde adultos hasta niños muy pequeños. También han probado con éxito el dispositivo en pacientes con diabetes tipo 2 que requieren diálisis renal.
En Nature Medicine, el equipo informa sobre la primera prueba del dispositivo en una población más amplia que vive con diabetes tipo 2 (que no requiere diálisis renal). A diferencia del páncreas artificial utilizado para la diabetes tipo 1, esta nueva versión es un sistema de circuito completamente cerrado, mientras que los pacientes con diabetes tipo 1 necesitan decirle a su páncreas artificial que están a punto de comer para permitir el ajuste de la insulina, por ejemplo, con esta versión pueden dejar que el dispositivo funcione de forma completamente automática.
El equipo utilizó varias medidas para evaluar la eficacia con la que funcionaba el páncreas artificial y los resultados son prometedores. El primero fue la proporción de tiempo que los pacientes pasaron con sus niveles de glucosa dentro de un rango objetivo de entre 3,9 y 10,0 mmol/L.
En promedio, los pacientes que usaron el páncreas artificial pasaron dos tercios (66 %) de su tiempo dentro del rango objetivo, el doble mientras estaban en el control (32 %). Una segunda medida fue la proporción de tiempo pasado con niveles de glucosa por encima de 10,0 mmol/L.
Con el tiempo, los niveles altos de glucosa aumentan el riesgo de complicaciones potencialmente graves. Los pacientes que tomaron la terapia de control pasaron dos tercios (67%) de su tiempo con niveles altos de glucosa; esto se redujo a la mitad al 33% cuando se usó el páncreas artificial.
Así, los niveles promedio de glucosa cayeron: de 12,6 mmol/L al tomar la terapia de control a 9,2 mmol/L al usar el páncreas artificial. Además, la aplicación también redujo los niveles de una molécula conocida como hemoglobina glicosilada o HbA1c. Para las personas con diabetes, cuanto mayor sea la HbA1c, mayor será el riesgo de desarrollar complicaciones relacionadas con la diabetes. Después de la terapia de control, los niveles promedio de HbA1c fueron del 8,7 %, mientras que después de usar el páncreas artificial fueron del 7,3 %. Además, ningún paciente experimentó niveles de azúcar en sangre peligrosamente bajos (hipoglucemia) durante el estudio.
La doctora Charlotte Boughton, miembro del Instituto Wellcome-MRC de Ciencias Metabólicas de la Universidad de Cambridge, quien codirigió el estudio, asegura que «muchas personas con diabetes tipo 2 luchan por controlar sus niveles de azúcar en la sangre usando los tratamientos disponibles actualmente, como la insulina en inyecciones. Sin embargo, el páncreas artificial puede proporcionar un enfoque seguro y eficaz para ayudarlos, y la tecnología es fácil de usar y se puede implementar de manera segura en el hogar».
Por su parte, la doctora Aideen Daly, también del Instituto Wellcome-MRC de Ciencias Metabólicas, avanza que «una de las barreras para el uso generalizado de la terapia con insulina ha sido la preocupación por el riesgo de ‘hipo’ severas, es decir, niveles de azúcar en sangre peligrosamente bajos. Pero descubrimos que ningún paciente en nuestro ensayo experimentó estos rangos».