Las luces durante la noche vienen siendo foco de estudios para comprender su incidencia en nuestro buen dormir. Sin embargo, en una reciente muestra realizada por investigadores en China los especialistas informan que las luces artificiales nocturnas, aún al aire libre, alteran el reloj biológico afectando así el control del azúcar en la sangre.

Las luces urbanas, los automóviles y las marquesinas bien iluminados pueden tener un efecto nocivo en la salud metabólica, según señalan los especialistas en un artículo que acaban de publicar en la revista especializada Diabetología.

En él, el equipo de trabajo señala que los hallazgos tienen implicaciones especialmente importantes para los trabajadores del turno nocturno. El descubrimiento también impacta sobre las personas a las que les gusta usar teléfonos inteligentes o tabletas en la cama.

Aquellos expuestos a la mayor cantidad de luz tenían un 28% más de probabilidades de desarrollar diabetes. “A pesar de que más del 80% de la población mundial está expuesta a la contaminación lumínica durante la noche, este problema ha recibido una atención limitada por parte de los científicos hasta los últimos años”, señala Zhiyun Zhao, especialista del Centro Nacional de Investigación Clínica de Shanghái para Enfermedades Metabólicas.

Cada vez hay más pruebas de que los estilos de vida de 24 horas los 7 días a la semana están causando estragos en la salud humana al interferir con la producción de melatonina. La hormona cerebral natural ayuda a regular los ritmos circadianos y la protección del cuerpo contra las enfermedades.

La exposición crónica a la luz artificial exterior residencial mostró un vínculo con un aumento en los niveles de glucosa, resistencia a la insulina y prevalencia de diabetes.

El análisis utilizó datos del Estudio de Vigilancia de Enfermedades No Transmisibles de China, una muestra representativa de la población general en 162 sitios en todo el país. Un total de 98.658 participantes se sometieron a entrevistas para recopilar información demográfica, médica, ingresos familiares, estilo de vida, educación e historia familiar. El equipo midió el peso corporal y la altura para calcular el IMC y recolectó muestras de sangre para obtener los niveles de glucosa en ayunas y después de las comidas, así como la hemoglobina glucosilada (HbA1c). Esta es una forma de glucosa unida a los glóbulos rojos que actúa como un promedio móvil del azúcar en la sangre durante las últimas ocho a 12 semanas.

Los investigadores asignaron a los participantes un nivel promedio de exposición a la luz artificial exterior para esa ubicación utilizando imágenes satelitales. Se dividieron en cinco grupos, de mayor a menor. En promedio, por cada 42 personas que vivían en las regiones con mayor exposición a la luz, había 1 caso más de diabetes. Su naturaleza global queda ilustrada por el hecho de que más del 99% de las personas en los EE. UU. y Europa viven bajo cielos con contaminación lumínica.

No solo se ven afectados los residentes de las grandes ciudades, sino también los de áreas distantes, como los suburbios y los parques, a cientos de millas de las fuentes de luz.

El ciclo día-noche de 24 horas de la Tierra ha dado como resultado que la mayoría de los organismos, incluidos los humanos, tengan un sistema de cronometraje circadiano incorporado. Se adapta a la secuencia natural de períodos de luz y oscuridad. Se ha descubierto que la contaminación lumínica altera el ritmo circadiano de insectos, pájaros y otros animales, lo que resulta en muerte prematura y pérdida de biodiversidad.

Los autores concluyen que “se necesitan más estudios que involucren la medición directa de la exposición individual a LAN para confirmar si su relación con la diabetes es causal”. Aunque la señalan como una causa potencial de desregulación metabólica, al alterar el momento de la ingesta de alimentos.

Otro estudio encontró que los ratones expuestos a luz blanca tenue nocturna de brillo mínimo durante cuatro semanas habían aumentado la masa corporal y reducido la tolerancia a la glucosa. Esto se comparó con animales cuyo entorno estaba completamente oscuro por la noche, a pesar de tener un consumo y gasto de energía aproximadamente equivalente.

También se han encontrado asociaciones entre la contaminación lumínica y los problemas de salud en humanos. Un estudio de trabajadores del turno de noche encontró que aquellos expuestos a una luz más brillante tenían más probabilidades de tener ritmos circadianos interrumpidos, así como un mayor riesgo de enfermedad coronaria. Otros estudios han encontrado que más exposición a la luz se asocia con un aumento de entre el 13 y el 22 por ciento en la probabilidad de tener sobrepeso y obesidad, respectivamente.

La exposición a la luz en el dormitorio, como la luz azul de los teléfonos inteligentes y las tabletas, también muestra una conexión con el desarrollo de diabetes entre las personas mayores. “Las asociaciones positivas indican una necesidad urgente de que los países y los gobiernos desarrollen políticas de prevención e intervención efectivas y protejan a las personas de los efectos adversos para la salud de la contaminación lumínica nocturna”, concluyen los investigadores.