Mucho se vio y se investigó desde el comienzo de la pandemia por COVID-19 sobre los efectos del virus en el organismo, tanto durante el cuadro agudo de la infección como luego del alta epidemiológica. La gran inflamación, que los especialistas dieron en llamar como “tormenta de citoquinas”, impulsa en el cuerpo un mecanismo que puede agravar la enfermedad, así como dejar consecuencias a largo plazo.
Y más allá de lo que se conoce como COVID prolongado, long COVID o síndrome post COVID, que se trata ni más ni menos de afectaciones en órganos que van más allá del sistema respiratorio y que son propias del cuadro inflamatorio sistémico que provoca el SARS-CoV-2, un reciente estudio reveló que “las personas que se contagian de coronavirus tienen un mayor riesgo de que les diagnostiquen diabetes y afecciones cardiovasculares durante semanas después de que la infección se haya afianzado”.
Según un importante estudio realizado en el Reino Unido, “el riesgo de problemas cardíacos y circulatorios, como latidos cardíacos irregulares y coágulos de sangre en los pulmones, fue casi seis veces mayor en pacientes con COVID-19 que en personas no infectadas de la misma edad y sexo, y un 80% más alto para diabetes durante el mes posterior a la infección”.
Los investigadores del King’s College de Londres recopilaron registros de salud de más de 400.000 pacientes con coronavirus en el Reino Unido y la misma cantidad de personas que evitaron el virus. Luego revisaron los registros para detectar nuevos diagnósticos cardiovasculares o de diabetes durante un máximo de 12 meses, y se siguió al último paciente hasta enero pasado.
“Encontramos que la enfermedad cardiovascular aumentó temprano después del COVID-19, principalmente por embolia pulmonar, arritmias auriculares y trombosis venosa -aseguraron los autores del trabajo en la publicación de sus conclusiones-. La incidencia de diabetes mellitus se mantuvo elevada, durante al menos 12 semanas después de COVID-19, antes de disminuir. Las personas sin enfermedad cardiovascular o diabetes mellitus preexistentes que padecen COVID-19 no parecen tener un aumento a largo plazo en la incidencia de estas afecciones”.
Según vieron, el mayor riesgo de afecciones cardiovasculares volvió a la normalidad siete semanas después de dar positivo para COVID, pero para la diabetes la mayor proporción de nuevos diagnósticos tardó casi seis meses en volver a los niveles de referencia.
La doctora Emma Rezel-Potts es epidemióloga del King’s College de Londres y sobre lo hallado en el trabajo resaltó que “se trata realmente de que los médicos sean conscientes del posible aumento del riesgo para sus pacientes y, en particular, de cómo pueden reducir el riesgo de diabetes en los tres primeros meses después de la infección a través de una dieta mejorada y haciendo ejercicio”.
Si bien se vio que el COVID-19 puede causar daño directo a los órganos y al sistema circulatorio, Rezel-Potts enfatizó que muchos factores podrían explicar los hallazgos. “Por ejemplo, los pacientes con COVID en el estudio tenían más probabilidades de tener sobrepeso y más problemas de salud subyacentes que el grupo de control no infectado, lo que los predisponía a otras condiciones. Algunos pacientes pueden haber tenido diabetes no diagnosticada o problemas cardíacos que sólo salieron a la luz cuando se contagiaron de COVID”.
Si bien los investigadores no lograron aun determinar una relación de “causa-efecto” entre el coronavirus y la aparición de estas patologías, insistieron en que los médicos deben estar atentos a la diabetes y las enfermedades cardiovasculares cuando los pacientes se contagian COVID, y recordarles que los cambios simples en el estilo de vida pueden ayudar a reducir el riesgo de enfermedades adicionales”.
Según vieron en la investigación, que fue publicada en la revista Plos Medicine, el dato alentador es que “a largo plazo, el riesgo de enfermedades cardiovasculares y diabetes parece volver a los niveles de referencia”. “Pero debemos ser cautelosos en el período agudo de la enfermedad cardiovascular y tener en cuenta que el riesgo de diabetes parece elevarse durante varios meses, por lo que podría ser una buena oportunidad para la prevención de riesgos”, aseguró Rezel-Potts.
Para la doctora Faye Riley, “hay cada vez más pruebas de que el COVID podría estar desencadenando nuevos casos de diabetes en algunas personas, y el último estudio arroja luz sobre cuándo y a cuánto tiempo podría ser el riesgo”.
“Si bien la creciente evidencia es preocupante, aún no está claro si el COVID-19 está causando directamente nuevos casos de diabetes, si está sacando a la luz casos de diabetes no diagnosticados previamente o si hay otros factores en juego -observó la especialista-. También hay mucho que aprender sobre los tipos de diabetes que podría desencadenar el COVID-19″.
Los especialistas coincidieron en recomendar que “es importante que todos estén al tanto de los signos y síntomas de la diabetes, como la pérdida de peso inexplicable, la sensación de sed o cansancio, o ir al baño con más frecuencia, ya sea que haya tenido COVID-19 o no”.