Recibir un diagnóstico de diabetes en un niño o adolescente, ya sea tipo 1 o 2 (aunque en ese rango de edad no es muy común la segunda tipología), supone una enorme carga emocional para toda la familia.
No solo por la inquietud que provoca la enfermedad en sí y las dudas acerca de su evolución, sino porque esto necesariamente implicará cambios en las rutinas: la alimentación, las actividades deportivas y las cotidianas van a tener que ser revisadas para adecuarlas a la situación del paciente. También será necesario un meticuloso control de la glucosa y de los niveles de insulina.
Todo ello, lógicamente, crea un estado inicial de estrés en los padres, que deben aprender lo que implica tener esta enfermedad. El doctor Joaquín Gómez Vázquez, jefe de la Unidad de Diabetes Infantil del Hospital Quirónsalud Córdoba, explica que “las personas diabéticas pueden vivir mucho tiempo y con buena salud si la enfermedad se detecta y se trata correctamente. Sin embargo, es normal que una vez diagnosticados surjan dudas sobre lo que se puede y no se puede hacer, y cómo”.
Así, las cuestiones relacionadas con la alimentación son muy habituales, ya que el índice glucémico y la carga glucémica de los alimentos van a elevar la glucosa en sangre después de las comidas. “Los alimentos con un índice glucémico bajo”, explica el doctor Gómez, “aumentan lentamente la glucosa en sangre mejorando las cifras de glucemia, por lo que es más fácil que se mantengan dentro de los parámetros normales con el tratamiento de insulina; en cambio, esto no ocurre con los productos con un alto índice glucémico, como por ejemplo la sandía, el pan blanco o las galletas, entre otros”.
El índice glucémico va a depender de múltiples factores como son el tipo de alimento, su contenido en nutrientes —fibra, carbohidratos, proteínas y grasas— o la forma de procesarlos y la manera de cocinarlos. “Para mejorar su control metabólico, la persona con diabetes debe tomar alimentos con un índice glucémico bajo”, añade el especialista. En internet abundan los listados sobre el valor glucémico de los alimentos, pero la recomendación es que siempre se sigan los consejos del profesional que está llevando la historia clínica del paciente
Otro aspecto que genera mucha inquietud es el de las limitaciones a la hora de practicar deporte. En este sentido, hay que tranquilizar a la familia, ya que las personas con esta enfermedad van a poder seguir haciendo ejercicio; es más, bien hecho, es muy recomendable que se practique.
Eso sí, hay que tener claros una serie de conceptos. “El deporte puede ser tanto aeróbico como anaeróbico, y lo ideal es la mezcla de los dos, ya que el primero tiende a bajar la glucemia y el segundo a elevarla —explica el doctor Gómez Vázquez—. Por tanto, para hacer ejercicio el enfermo diabético debe estar bien controlado, puesto que de no ser así empeoraría la glucemia con un aumento o disminución de esta, lo que le llevaría al riesgo de padecer una hipoglucemia o una cetoacidosis”. Así, el ejercicio debe ser planificado y, a ser posible, realizarse a diario con una duración entre 30 y 60 minutos.
Uno de los grandes avances en el tratamiento y seguimiento del enfermo diabético ha sido, sin duda, la monitorización continua de glucosa mediante sensores, lo que ha llevado a que el paciente no tenga que hacerse punciones en los dedos para determinar su glucemia con tiras reactivas. Esta, además de informar de la glucemia en cada momento, indica lo que va a pasar posteriormente, “y así nos podremos adelantar con medidas correctoras a una subida o bajada”.
La tecnología es un gran avance para el tratamiento de esta enfermedad, pero no debemos olvidar que la base fundamental es una buena educación diabetológica, tanto en niños como en sus familias, y también en pacientes adultos. La educación en diabetes permite establecer un plan de acción individualizado para ayudar a afrontar el diagnóstico de la enfermedad y conseguir un adecuado control, evitando descompensaciones y complicaciones de la enfermedad. El doctor Gómez Vázquez insiste en que esta educación es tan importante como la dieta, la insulina y el ejercicio en el abordaje de la diabetes, y “debe actualizarse, pues los tratamientos están en evolución constante”.
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