Matías González Sánchez (Murcia, 2 de junio de 1983) perteneció a ElPozo en su época más dorada. Este profesor que dirige una empresa de servicios extraescolares, se ha convertido ahora en un corredor popular que también hace duatlones.

Solo estuvo dos años en la cantera del club murciano antes de debutar en Primera División y de conocer que es diabético.

¿Cómo fueron sus inicios deportivos?
Comencé en el colegio a jugar al fútbol sala con los amigos, pero no llegué a jugar federado hasta los 15 años. Fui al Cordillera, un año después al juvenil de ElPozo y a la siguiente temporada debuté en Primera División.

Pues se saltó muchas etapas.
Yo era un jugador de barrio. Estudiaba en el Saavedra Fajardo y estaba hinchado a ver fútbol sala porque no me perdía ni un partido en el Palacio o el Príncipe de Asturias los sábados.

¿Cuánto estuvo en ElPozo?
Debuté con 18 años y estuve hasta los 23. Mi última temporada fue cuando ganamos la liga 2005-2006 en la final a Polaris Cartagena. Después de fui a Carnicer y al poco tiempo regresé y estuve en Caravaca, Cartagena y Córdoba.

¿Se formó académicamente mientras jugaba?
Sí. Yo soy maestro y fui uno de los primeros becados de la UCAM junto con Sergio, el portero. Ahora tengo una empresa de eventos y actividades extraescolares, pero con el coronavirus ha estado todo parado y ahora hemos empezado con servicios matinales, pero a partir del día 13 ya se pueden hacer actividades al aire libre como fútbol sala, patinaje, baile, inglés, robótica, de todo hacemos.

¿Qué le queda de su etapa como jugador profesional?
Me queda la sensación personal de haber vivido la etapa más bonita del fútbol sala, con jugadores con mucho carisma. Coincidí en ElPozo con Kike, Álvaro, Paulo Roberto, Lenísio, Vinicius, Wilde, Bacaro y Juanjo, entre otros muchos, jugadores que por mucho que busco ahora mismo, no los encuentro.

¿Guarda recuerdos de la época?
Sobre todo mi madre, que como trabajaba en alcaldía me guardaba todos los recortes de los periódicos y los tiene guardados. Intento guardar porque me gusta recordarlo.

Tuvieron mala suerte de coincidir con uno de los mejores Interviú de la historia.Era un super equipo, con todos los jugadores internacionales, pero nos tenían cogida la medida.

Nosotros éramos un equipo muy agresivo, que presionaba mucho, y ellos nos daban el peso del partido. Nos esperaban en media, robaban y tenían un gran poder de definición.

¿Abandonó el deporte tras el fútbol sala?
No, continué debido a que soy diabético. El deporte me ayuda mucho y cuando dejé de jugar empecé a hacer carreras populares y alguna media maratón. Poco a poco también le cogí el gusto a la bici y nadar y probé el triatlón. Posiblemente le dedico más horas que cuando jugaba en ElPozo. De hecho peso ahora 7 kilos menos que cuando jugaba, pero también es verdad que antes tenía más músculo por el trabajo en el gimansio.

¿Qué pruebas hace ahora?
Hago carreras populares y duatlones.

¿Le gusta meterse muchos kilómetros?
No, hago pruebas cortas, pero entrenando sí. Entreno bastante.

¿Y qué ha encontrado en el deporte popular?
El fin es competir, pero me sirve para evadirme del trabajo y el estrés. Durante ese tiempo desconectas. Yo vengo de un deporte de equipo, pero hay muchos clubes y grupos en la Región que se forman para salir a entrenar. Son deportes muy sociales y a mí me cuesta entrenar solo. No soy solitario, me gusta el contacto y estar con la gente.

¿Sigue viendo fútbol sala?
Sí pero no. No expresamente me pongo delante de la tele a ver un partido, pero si estoy haciendo algo en el ordenador o comiendo, sí que echo un vistazo. Ten en cuenta que también hay compañeros de mi época que siguen en activo, como Juanjo, que ahora ha vuelto a ElPozo. Fuimos compañeros de habitación hasta que yo me fui. Sigo el fútbol sala, pero no me gusta el actual, que es muy previsible. Como también ha bajado el nivel económico, hay jugadores muy jóvenes jugando en Primera cobrando cuatro perras. Ahora no hay algo que me atraiga para ir el sábado al Palacio o ponerme delante de la televisión.

Yo echo en falta un Paulo Roberto.
Y yo, era mi ídolo y luego fuimos compañeros. Paulo enganchó a toda Murcia porque era espectáculo puro y duro.

¿Tiene alguna locura en cabeza para hacer?
Tengo pensado hacer un maratón. Intenté preparar el de Sevilla, que es muy bonito, pero con el objetivo de bajar de las tres horas, pero no tengo tiempo con el trabajo. Pero también se me da el 1.500 e iba a ir al Campeonato de España porque tenía la mínima, pero con el covid se cortó todo.

¿Tiene entrenador?
Sí, con Nico y Guillaume Le Mouhaer, que son dos máquinas.

¿Se considera competitivo?
No pierdo la vida, pero me gusta hacer las cosas con un sentido, buscando siempre retos. Con la diabetes es muy complicado, es un hándicap, porque el día que por el estrés o los nervios nos pasa algo, echas a perder una prueba.

¿Con qué edad le diagnosticaron la diabetes?
Con 14 o 15 años. Ingresé en urgencias porque estaba jugando en el Cordillera y empecé a perder peso e iba al aseo veinte veces al día. Me hicieron una analítica y llamaron a mi madre del centro médico para decirle que me llevara a urgencias porque tenía de 200 de azúcar. Llegué al hospital con 600, a punto del coma diabético, porque lo normal es 80 o 100. Me cambió la vida por completo y la primera doctora que tuve me dijo que tenía que dejarme el deporte porque no era bueno, cuando en realidad es todo lo contrario. Después vino un endocrino amigo de la familia que me dijo que me olvidara de eso y que siguiera haciendo deporte. Y al año siguiente fiché en ElPozo juvenil y al siguiente debuté en Primera División y era el capitán del filial.

¿Y qué tipo de jugador era?
Era muy táctico, más que técnico, y eso me ayudó muchísimo. Además, tenía compañeros que hacían el fútbol sala muy fácil y que estaban encima de la gente joven. Y luego estaba Duda, que a nivel personal me dejó mucho que desear en algunos aspectos, pero como entrenador es el mejor.

¿Le gastaron alguna novatada?
Sí, en una concentración en Sierra Nevada. Me pasaron la máquina por toda la cabeza y fui un mes entero con una cresta.

¿Cómo convivió con la diabetes durante su etapa de jugador profesional?
Muy bien porque el deporte te ayuda muchísimo. Como siempre tenía la misma rutina, era muy fácil para mí. Sin embargo ahora que he entrado a trabajar a turno en Golosinas Fini, es más complicado, pero poco a poco te vas conociendo. Recuerdo que me perdí un partido porque sufrí un desvanecimiento en la puerta del Palacio. Había quedado con Álvaro y Chico Lins para ver jugar al baloncesto, pero se me fue retrasando la cena y me dio un bajón. Vino la ambulancia y estuve esa noche ingresado en el hospital. Solo esa vez me perdí un partido por la diabetes. Juanpi, por ejemplo, debutó en ElPozo cuando le detectaron la diabetes. Le eché una mano en su momento y estoy dispuesto a colaborar con quien me lo pida. Pero es más palo para la familia que para ti.

¿Acabó desencantado del fútbol sala o con ganas de seguir?
Tengo un sabor agridulce porque me vine de Madrid tras firmar tres años en Carnicer en el primero porque no estaba cómodo. Además, me había llevado una desilusión muy grande porque creía que iba a seguir jugando en ElPozo, pero me dijo que no seguía porque tenía que subir Mauricio desde el filial. Meses antes habló conmigo y me dijo que yo era el futuro capitán de ElPozo. Yo no tenía problema en entrenar tres veces al día, pero tuve que empezar a ver el fútbol sala de forma diferente. Yo siempre he sido una persona de estar en el barrio, con mis amigos, y encima me encontré que ningún club se parecía en nada a ElPozo porque la mayoría dejan mucho que desear. Además, me fui a Bujalance, en Córdoba, y al cuarto mes nos dijeron que nos quitaban el 40% del sueldo.

¿Hizo dinero en el fútbol sala?
No. Con 18 años tenía un nivel que ningún otro chaval de esa edad tenía, pero no tuve la suerte de poder ganar tanto dinero. Yo tenía asumido que era un período.