La diabetes, patología de la que esta semana se ha conmemorado el día mundial, es una de las principales enfermedades que trata Endocrinología del Hospital Can Misses, explica Eladio Losada, uno de los dos especialistas que atiende este servicio.
Nació y estudió Medicina en Barcelona y completó la residencia en el hospital Vall d'Hebron. Cuando acabó, surgió la oportunidad de trabajar en Ibiza. Su idea era una estancia «temporal» antes de regresar de nuevo a su ciudad natal. Lleva aquí once años.
¿Acabaremos siendo todos diabéticos?
No, pero hay una tendencia al aumento y la prevalencia de la diabetes porque vivimos más años y, además, por los hábitos de vida sedentarios y la mala alimentación. Llegará al nivel de epidemia, pero no seremos todos diabéticos. Catastrofistas, lo justo.
¿Qué hacemos mal?
Básicamente, los hábitos de vida. Hay un aumento de la obesidad, que es el principal factor de riesgo. ¿Cómo se soluciona? Con buena alimentación y una vida menos sedentaria. Es un mantra.
Hay dos tipos de diabetes, ¿en qué se diferencian?
La diabetes tipo 1 es un defecto en la producción de insulina por una disfunción del páncreas. Es indispensable el uso de insulina porque el cuerpo no la tiene. En la tipo 2 aumenta la resistencia al efecto de la insulina, el páncreas debe generar más, pero con el tiempo se agota y no es capaz de segregar la suficiente para vencer esa resistencia. Se trata con fármacos orales y también con insulina.
¿No hay cura posible? ¿Un trasplante de páncreas?
La diabetes, actualmente, es una enfermedad crónica. Tiene tratamiento, pero no cura. Hay varios estudios con trasplante de células pancreáticas, pero están en fase muy experimental y, además, no han dado resultados excelentes. Esa línea de investigación está un poco parada. Es una enfermedad crónica incurable. La tipo 2, si en las fases iniciales consigues reducir los factores de riesgo puedes estar sin tratamiento. ¿Que vas a tener una predisposición a desarrollarla conforme pasa el tiempo? Sí, pero si llevas una vida más saludable, pierdes peso y haces ejercicio es posible que la puedas controlar.
A una amiga le diagnosticaron diabetes. Ella se lo tomó como si nada y su madre se puso a llorar. ¿Quién tenía razón?
A ver... Depende del tipo de diabetes. No es lo mismo la tipo 1, con la que necesitas insulina de por vida, que una diabetes gestacional que desaparece tras el embarazo o una tipo 2 con factores de riesgo que puedas controlar. Posiblemente, no tenían razón ni una ni la otra. A la hija deberían de haberle saltado un poquito las alarmas y la madre no debería habérselo tomado tan a la tremenda.
¿Cómo se lo toma la gente?
Hay de todo. Generalmente, los de la tipo 1, cuando les dices que van a tener que tomar insulina de por vida, los cambios y los controles que deberán llevar se quedan más en shock. En gente muy joven lo suele llevar peor la familia que el propio afectado. Con la tipo 2, en general, no hay una percepción de que sea una enfermedad grave. Hay que cuidarse, tomar pastillas, pero no tienen la sensación de que sea grave. Lo llevan peor cuando hacen el cambio de las pastillas a la insulina, ahí ven que va más en serio.
La tipo 1 se suele diagnosticar en niños y adolescentes, ¿no?
Sí, es más frecuente en niños y adolescentes, pero a esos pacientes los ven los pediatras. A mí me llegan a partir de los 14 años.
¿En qué cambia su vida?
En la tipo 1, en la que es obligatoria la insulina, tienes que hacerte controles antes de cualquier actividad para saber cómo estás y ajustar la medicación. Tienes que saber cómo ajustarla antes de hacer ejercicio, por ejemplo, e implica cambios dietéticos. Conocer qué alimentos puedes tomar con libertad y cuáles con restricciones. La tipo 2 requiere un cambio del estilo de vida: hacer más ejercicio, alimentarte mejor, hacer tus controles y empezar a tener un poco de conciencia de importancia de la enfermedad.
Nos dan mucha pena los niños, pero ¿lo llevan peor los adultos?
Eso lo saben los pediatras, yo los veo a partir de los 15 años, en la adolescencia. Al principio lo llevan peor los padres, que son más conscientes de la situación.
La adolescencia es complicada.
Sí, para todo. Hay algunos que lo aceptan muy bien y a quienes, incluso, les sirve para llevar un estilo de vida más saludable. Se vigilan más con la alimentación, cuidan el peso... Pero también se da el efecto contrario. Gente que hace una negación y que se pone la insulina porque tiene que ponérsela, pero que se controla poco y que no le cuenta a familiares y amigos que son diabéticos. Cada caso es un mundo. Depende de la edad, del momento vital y de la capacidad y recursos que tenga la persona para manejarse con la enfermedad.
Adolescencia, botellón... Una persona diabética no puede beber alcohol, ¿no?
Puede, moderadamente.
¿Es uno de los mitos de la diabetes?
Sí, supongo. El alcohol no está prohibido para un diabético. Si se toma un vaso de vino o de cerveza no pasa nada. Puede provocar hipoglucemia, pero no está prohibido.
¿Y los dulces?
Tampoco están prohibidos. Puedes tomar pastel, pero debes ajustar tu dosis de insulina. No hay prohibiciones totales, hay recomendaciones importantes. Todos los alimentos con un índice glucémico alto, como dulces o hidratos de carbono, hay que tomarlos en pequeña cantidad y ocasionalmente. Con los dulces, de forma puntual, no hay problema si ajustas la dosis. Y los hidratos son necesarios en el día a día pero hay que tomarlos en cantidades adecuadas. No te va a pasar nada por un trozo de pastel o una copa de vino. Pero para eso debes tener la capacidad de manejar la enfermedad y de saber cómo ajustar las dosis. Cuanto más conocimientos tengas, más independiente serás. Los pacientes deben hacerse cargo de su enfermedad, en la vida diaria son ellos quienes la manejan. Hay gente que piensa: «Como no me manejo muy bien, me quito esto del todo. Como tengo miedo a que me dé una bajada de azúcar al hacer ejercicio no me voy de excursión con los amigos». En la diabetes, cuanto más conocimiento tengas, más libertad.
¿Hay que hacer matemáticas?
Con el cuento de la vieja lo solucionas todo. Son sólo sumas y restas, no hay que hacer logaritmos neperianos.
¿Los pacientes se autocontrolan bien o son un poco desastre?
En los últimos años tenemos la sensación de que se está manejando mejor. Hemos mejorado en los últimos diez años, pero es una enfermedad muy individual. Depende mucho de lo responsable que seas.
Entonces, ¿cada uno tiene la diabetes que se procura?
No, hay diabetes muy agresivas y complicadas. No tiene un patrón igual para todos.
¿A qué se refiere con agresiva?
A que es más difícil de controlar. Ves pacientes que están haciendo bien las cosas y uno ha progresado mucho y otro, haciendo lo mismo y con el mismo control, no ha progresado tanto. Pacientes que en diez años desarrollan una afectación de la retiniana y renal y otros que haciendo lo mismo no la tienen. Algunas diabetes son muy lábiles. Suben y bajan y hacen muchas excursiones entre la hipoglucemia y la hiperglucemia.
¿Qué es lo peor que le puede pasar a un diabético?
Las complicaciones agudas te pueden llevar al hospital en un momento. Un diabético tipo 1 puede sufrir una cetoacidosis diabética. Está relacionada con una hiperglucemia exagerada y desencadena una acidosis metabólica que es ingreso hospitalario.
¿Te puede llevar al coma?
Puede ser mortal, aunque hace mucho que no se ve porque siempre llegamos a tiempo. Otro riesgo sería la hipoglucemia severa, que te lleva al coma hipoglucémico. En la tipo 2 los riesgos serían, sobre todo, las hipoglucemias que pueden ser severas o no. También está el coma hiperosmolar, relacionado con una hiperglucemia excesiva.
Siempre he oído que es peor una bajada de azúcar que una subida.
Es cierto, es una complicación más aguda. Las hiperglucemias suelen ser procesos más crónicos y la hipoglucemia se produce al momento y el paciente la percibe peor. La hiperglucemia, por sí misma, no produce ningún síntoma, pero te ocasionará complicaciones. Los pacientes temen aquello que les puede pasar ya, pero pensar a diez o quince años vista...
¿Entre esas complicaciones está la ceguera?
La afectación retiniana, sí, y del riñón. También la neuropatía diabética, la arteriopatía periférica y el riesgo de una cardiopatía isquémica o de una enfermedad cerebrovascular. En los países desarrollados la diabetes es la causa más frecuente de ceguera y de insuficiencia renal crónica que precisa diálisis.
¿Tienen marcha atrás?
En estadios tempranos podrían volverse para atrás. Pasado ese momento sólo podemos aspirar a que no vaya a más.
¿Estas afectaciones hacen que el paciente sea consciente de que la diabetes no es una tontería?
Hasta que no dan el paso a la insulina, ven alguna afectación en un conocido, les dicen que el riñón empieza a estar tocado, sienten alteraciones en la sensibilidad de los pies, tienen disfunción eréctil o empiezan a ver peor no son conscientes. Hasta ese momento en el que sienten miedo muchas veces no hay una reacción. El problema es que a veces reaccionamos demasiado tarde. El problema de la diabetes es que es una enfermedad que no duele y es complicado plantearte prevenir a largo lazo. Lo entiendo. Decirle a alguien, a los 2o años, que se controle porque a lo mejor dentro de otros 20 años tendrá una afectación en los ojos... A los 20 años los 40 te parece que están muy lejos.
¿Se siguen amputando pies?
Sí. Tenemos una unidad de pie diabético que está funcionando muy bien y ha disminuido el número de amputaciones, que es el objetivo. Mientras haya diabéticos habrá amputaciones.
¿Cuál es el objetivo?
Llevar un control metabólico, no sólo glucémico, para reducir el riesgo de complicaciones. Controlar el colesterol, la tensión arterial, el tabaquismo, la obesidad... Tratar todo de forma integral para reducir las posibles complicaciones. Todo son probabilidades.
Hay diabéticos mayores que no entienden que les controle el médico de familia y no el endocrino
Es una enfermedad tan prevalente que sería imposible que los especialistas manejaran a todos los pacientes. En Atención Primaria están absolutamente capacitados para llevar los controles y hacer los diagnósticos. Realmente lo están haciendo bien. Cuando no hay posibilidad de controlar la enfermedad con las herramientas de Atención Primaria es cuando nos derivan al paciente.
O sea, mejor no verles.
Si se queda en Primaria es que la progresión de la enfermedad es buena. Además, hay pacientes que se pueden mover menos, muy mayores, a los que les es más cómodo ir al centro de salud, que está al lado.
Con todos los avances que hay, ¿cómo no se ha inventado algo para evitar los pinchazos?
Tenemos sensores de glucemia para evitar pinchazos que estarán financiados para pacientes de tipo 1 con mal control, que necesitan muchos pinchazos. También para embarazadas y niños. Antes de final de año ya los repartiremos. Ahora mismo, el futuro son insulinas de larga duración que requieran menos pinchazos, que ahora mismo son inevitables.
Si alguien no se ajusta bien la insulina, ¿tiene efectos pasarse?
Pasa. Hay pacientes que se hacen pocos controles y, cuando se notan altos, se ponen más insulina. La tendencia es ponerse cada vez más insulina. Eso puede ocasionar una bajada con picos de rebote, y entran en una espiral.
Si una mujer con diabetes quiere quedarse embarazada...
Lo ideal es planificar el embarazo. Que cuando tomes la decisión tengas un buen control. Quedarse embarazada con un mal control metabólico puede implicar afectación fetal.
¿Qué consecuencias puede tener?
Malformaciones en el feto y abortos espontáneos, básicamente. Para la madre llevar un mal control puede empeorar las complicaciones típicas de la diabetes, sobre todo en la retina.
¿Y lo mismo con la diabetes gestacional?
No, la diabetes gestacional es totalmente distinta. Intentamos detectar pacientes que, durante el embarazo, presenten niveles de azúcar más elevados de lo normal después de las comidas. Ahí, el riesgo es que haya un crecimiento mayor del feto, con las complicaciones que eso implica en el parto.
Algunas embarazadas no quieren someterse a la prueba de los 50 gramos de azúcar.
No la toleran. La prueban dos veces y no pueden. Vomitan. No las vas a obligar. En esos casos intentamos hacer el control durante toda una semana con el refractómetro. No es la solución ideal, pero nos permite situarnos.
Más allá de la diabetes, ¿qué hace un endocrino?
Demasiadas cosas. Nos dedicamos básicamente a la diabetes, la obesidad, la nutrición y a tres glándulas: tiroides, suprarrenal e hipofisaria.
Del cáncer de tiroides se habla poco. ¿Tiene poca incidencia?
Cada vez hay más porque lo detectamos de forma más precoz. Hacemos consultas de alta resolución. Hacemos una ecografía, si hace falta se pincha y en dos semanas tenemos los resultados. Se ha visto que la detección precoz no disminuye la mortalidad. Dentro de los cánceres, es de los menos agresivos. La gran mayoría van bien y tiene muy poca mortalidad.
¿Y en nutrición?
No es pérdida de peso sino nutrición de pacientes que requieran ser alimentados por sonda o desnutrición en enfermos de cáncer o que han pasado por cirugías de resección de colon amplias. Manejar el peso es algo que se hace en Atención Primaria, y no lo hacen peor que nosotros.
O sea, que cuando los famosos dicen que van al endocrino...
Es porque queda mejor que decir que van al médico de familia.
¿Son suficientes?
No. Somos dos y estamos al límite de la capacidad del servicio. Hace casi dos años pedimos un tercer endocrino y la gerencia nos ha dicho que es una prioridad para este año.
¿Qué podrían hacer?
Podríamos plantearnos consultas más especializadas. Con dos personas, cuando uno tiene vacaciones o tiene que ir a Formentera o está de baja... En Menorca, con 80.000 personas, tienen también dos endocrinos, los mismos que aquí, donde rondamos los 150.000 pacientes. Somos pocos pero lo llevamos con dignidad.