¿Usted es diabético? ¿Tiene algún familiar cercano o un amigo con esta enfermedad?
Sinceramente me gustaría que al leer estas preguntas se respondiera a sí mismo que no, que afortunadamente no padece este peligroso trastorno metabólico y que sus familiares y amigos tampoco.
Sin embargo, me atrevo a asegurar que una buena parte de los lectores respondería sí a una o ambas interrogantes.
Y es que la diabetes mellitus tipo 2 se ha convertido en un problema de salud en Santiago de Cuba.
Según las últimas estadísticas de Salud publicadas al cierre de 2017, la prevalencia de diabetes aquí es del 49%; y lo llamativo de esto es que siendo una provincia más densamente poblada que Camagüey y Matanzas -por ejemplo- tenga una incidencia considerablemente menor que esos territorios.
¿Esto significa que aquí hay menos personas enfermas? Sinceramente no lo creo.
Participar en reuniones de trabajo de endocrinólogos, angiólogos y otros profesionales que intervienen en la atención integral a las personas con diabetes; asistir a conferencias sobre el tema, consultar literatura científica y hacer varios trabajos periodísticos al respecto, acaban formándole a una reportera su propia opinión.
Es un hecho reconocido por nuestros especialistas que todavía la mayoría de los casos de diabetes mellitus tipo 2 se diagnostican cuando la persona “debuta” con un cuadro de hiperglucemia importante, y va al hospital ante un fuerte malestar; o cuando acude al médico porque pierde peso rápidamente y desconoce la razón.
Según la jefa de la Comisión provincial de diabetes, doctora Dania Cardona Garbey, estos y otros síntomas y signos se manifiestan, generalmente cuando la persona ha padecido la enfermedad por un tiempo prolongado. En otras palabras: es un paciente que no recibía medicamentos ni mantenía los cuidados que se requieren para un buen control metabólico.
Dicho así, parece malo, pero no tanto. Sin embargo, no controlar la glucosa en sangre causa una condición de salud que disminuye la resistencia de las personas a las infecciones, favorece la aparición de polineuropatías y afecta el funcionamiento de los órganos, al punto de causar la muerte.
Detrás de las hiperglucemias recurrentes hay una realidad escalofriante: la destrucción progresiva de los vasos sanguíneos y de otras estructuras del organismo; de ahí que se afecten los ojos, el corazón, el sistema nervioso, el hígado, los riñones y las extremidades inferiores. Esta enfermedad se asocia a trastornos del metabolismo de las grasas, y si el diabético no se mantiene compensado es más propenso a desarrollar enfermedades cardiovasculares en sus formas coronaria y cerebrovascular.
Por tanto, volviendo a la idea de que la prevalencia que se registra en Santiago de Cuba es insuficiente; podemos pensar que en esta provincia nos estamos jugando el futuro de muchas personas que aún no han sido diagnosticadas y que están sufriendo los efectos progresivos y silenciosos de una peligrosa enfermedad.
Permítaseme a mí, que no soy especialista en el asunto, llamar la atención de las autoridades sanitarias en torno a estas cuestiones.
Pues los directivos de Salud a todos los niveles saben muchísimo mejor que esta reportera cómo promover la pesquisa de diabetes; cómo lograr -por ejemplo- que el médico de la familia conozca la historia natural de la diabetes y, por tanto, pueda interrogar bien a las personas y detectar factores de riesgo y/o síntomas y signos que se asocian a la diabetes como las manchas oscuras en el cuello (acantosis nigricans) que tienen muchos obesos, el dolor de cabeza (frecuente cuando hay hiperglucemia), la sensación de sequedad en la boca durante la noche y la necesidad de orinar varias veces -que es un mecanismo del cuerpo para desechar glucosa mediante la orina.
Indagar sobre los antecedentes familiares, es fundamental. La persona con uno de sus progenitores diabéticos tiene grandes posibilidades de desarrollar la enfermedad y hay que darle seguimiento porque cada década que envejece, se elevan también los niveles de glucosa en sangre por un proceso natural.
El punto es que si todos los médicos en la comunidad hacen una buena entrevista a sus pacientes y les indican al menos una vez al año la glucemia, pueden diagnosticarse oportunamente muchos casos de diabetes mellitus tipo 2.
No pretendo dar fórmulas, los especialistas conocen mejor que yo este tema y la manera en que puede lograrse el diagnóstico cuando aún es posible evitar las complicaciones más severas. Lo que modestamente sugiere esta reportera es que el sistema de Salud en la provincia apueste por gente sana para el futuro.
La diabetes mellitus afecta la calidad de vida y acorta la existencia; genera la amputación total o parcial de extremidades inferiores y la invalidez, la pérdida de la visión y de años de trabajo. Eso, sin detenernos en el alto costo económico que tiene para el Estado la atención a los pacientes, ni en el impacto psicológico y social que causa.
No es malo tener muchos diabéticos... pésimo es tenerlos y no controlar su enfermedad.