El aumento del azúcar en sangre, sumado a otros factores que se presentan en quienes tienen diabetes, influye en nuestros vasos sanguíneos y en el sistema nervioso periférico y autónomo, es decir, en aquellas neuronas y nervios que se ubican o extienden por fuera del sistema nervioso central hacia los miembros y órganos.
Este compromiso de los nervios recibe el nombre de Neuropatía Diabética y puede tener diferentes manifestaciones según el tipo de fibra nerviosa comprometida.
La neuropatía diabética es la complicación crónica más frecuente de la diabetes y tiene mayor prevalencia en personas con diabetes tipo 2, es decir, en quienes presentan insuficiente producción de insulina junto a un aprovechamiento inadecuado de la misma.
Generalmente, la presencia y gravedad de las neuropatías se relacionan con la duración de la diabetes y el grado de hiperglucemia del paciente.
Esta complicación afecta aproximadamente al 50% de los pacientes con más de 25 años de evolución de la enfermedad, pudiendo ser asintomática hasta en la mitad de los casos. La presencia de síntomas dependerá de las fibras nerviosas perjudicadas y sus manifestaciones pueden ser adormecimiento, dolor, calambres o percepción alterada del dolor, por ejemplo.
La pérdida de sensibilidad que producen las neuropatías diabéticas favorece, junto con otros factores predisponentes (como la enfermedad vascular periférica o alteraciones ortopédicas) la aparición de lesiones que, si no son tratadas adecuadamente, pueden requerir desde hospitalización hasta una amputación.
Las lesiones en los pacientes con neuropatía se desarrollan con mayor frecuencia en zonas de presión o roce, como en la región plantar del antepié, pulpejo y cara lateral del primer dedo, dorso y punta de los dedos. Asimismo, en quienes predomina el componente vascular sobre el neuropático, la localización más habitual es el talón, los bordes laterales de los pies y las prominencias óseas.
El pie de la persona con diabetes debe considerarse un pie en riesgo, ya que presenta más susceptibilidad y probabilidad de padecer lesiones como ulceración, infección y/o gangrena.
Las personas que padecen de diabetes deben prestar atención a la aparición de ciertos signos en el pie. (Sanatorio Allende)
Las personas que padecen de diabetes deben prestar atención a la aparición de ciertos signos en el pie. (Sanatorio Allende)
Quienes tienen diabetes deben prestar atención a la aparición de ciertos signos, tales como resequedades, grietas o cambios de color y temperatura en la piel; dolor al caminar; fatiga en las piernas; y presencia de cortes, ampollas, uñas encarnadas o callosidades.
La posibilidad de que un alto porcentaje de pacientes sea asintomático hace necesario que, tanto quienes conocen su neuropatía como aquellos aparentemente sanos, tengan en cuenta medidas de prevención para evitar lesiones en el pie.
Para tener en cuenta…
Medias:
Usar medias sin costuras de lino, algodón o lana, ya que absorben más la humedad.
No deben ajustar ni ser muy holgadas, y se recomienda cambiarlas dos veces al día.
Zapatos
Nunca caminar descalzo, ya que es posible lastimarse y no notarlo.
Utilizar calzado blando y cómodo, de cuero, cerrados, con cordones o velcro. No usar calzado ajustado.
Revisar el interior de ellos antes de usarlos: corroborar que no exista rugosidad y que la plantilla se encuentre lisa.
Al comprar calzado se sugiere que sea por la tarde, ya que es el momento del día en que los pies están más hinchados. El nuevo calzado debe comenzar a usarse gradualmente para prevenir la formación de ampollas.
Evitar tacos altos, ya que pueden provocar la aparición de puntos de presión. Mujeres hasta 5 cm y hombres no más de 2,5 cm de alto.
Higiene y cuidado de los pies:
Tocar el agua con el codo para asegurarse que no se encuentre demasiado caliente.
Lavar los pies con agua tibia y jabón neutro todos los días. El lavado no debe durar más de 5 minutos.
Secar bien entre los dedos y la totalidad del pie por contacto y no frotando.
Humectar los pies con cremas por las noches, no entre los dedos. No utilizar talcos, polvos, alcohol o lociones.
Cortar las uñas rectas y no muy cortas luego del baño, ya que se encontrarán más blandas.
Inspección y búsqueda de lesiones
Observar los pies cuidadosamente al quitarse los zapatos.
Usar un espejo para observar la planta del pie.
En el caso de tener manchas, hematomas, ampollas o heridas, pese a no ser dolorosas, consultar al médico.
Actualmente se dispone de nuevos recursos terapéuticos que mejoran las posibilidades de recuperación del paciente. Sin embargo, las úlceras en los pies suelen ser difíciles de curar, necesitando en un alto porcentaje de casos la combinación de diferentes tratamientos y varios meses para su cierre total. La piel de la zona afectada por la úlcera, al cicatrizar con un tejido diferente al normal, puede tener mayor predisposición a volver a lesionarse, más aún si no se corrigen los factores que favorecieron su desarrollo.
Para disminuir la presión en zonas de hiperapoyo sanas o luego de la cicatrización de una úlcera, es necesario utilizar plantillas de descarga confeccionadas específicamente para cada persona. Las mismas deben ser cambiadas con una determinada frecuencia dependiendo del material con el cual se elaboren.
Si bien, afortunadamente, no todos los pacientes con diabetes tienen neuropatía, educar al paciente es una parte constitutiva del tratamiento de esta enfermedad.
La incorporación de hábitos de cuidado cotidianos, el seguimiento del paciente y el control de la glucosa son la base para evitar lesiones y prevenir posibles complicaciones vinculadas al pie diabético.