La vacuna frente a la tuberculosis BCG puede ayudar a revertir la diabetes tipo 1. Es la principal conclusión de una investigación realizada por el grupo de Denise Faustman, directora del Laboratorio de Inmunología del Hospital General de Massachusetts, de la Universidad de Harvard, y experta en el estudio de las enfermedades autoinmunes y de las células T reactivas. Se trata de un efecto tardío pero que al menos se prolonga durante cinco años. Este hallazgo puede suponer un reposicionamiento de una vacuna que prácticamente ya no se utiliza en Europa y un avance sobresaliente en el manejo de la diabetes, una enfermedad que afecta a casi el 8% de los adultos y cuya incidencia aumenta cada año.
El grupo de Denise Faustman publicó los resultados de un primer estudio piloto hace unos años en la revista científica PLOS y recientemente han salido a la luz los de un ensayo clínico más amplio y con mayor seguimiento en npj Vaccines, publicación del grupo Nature. Ayer expuso su trabajo en el Taller Interactivo de Infectología Pediátrica, que todos los años organiza en Compostela el Servicio de Pediatría que dirige Federico Martinón en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS).
Faustman ha estudiado a 200 pacientes diagnosticados de diabetes desde hace más de una década, que siguieron una pauta de dos dosis en lugar de una, que es el patrón habitual de la vacuna. En el piloto descubrió que se producía una mejora de los niveles de glucosa. Los resultados no fueron concluyentes, pero sí suficientemente sugestivos para seguir investigando.
Con el segundo estudio se evidenció que el motivo de que no salieran datos relevantes fue que el seguimiento se hizo sólo a dos años, ya que el efecto más beneficioso con respecto a la diabetes se produce transcurrido precisamente ese período desde la vacunación. “El seguimiento a cinco años que se realizó después demostró que los niveles de glucosa se normalizan a partir del tercer año y se mantienen hasta 6 ó 7 años después”, subraya Federico Martinón, quien avanza la trascendencia que puede tener este descubrimiento: “Sería una indicación diferente de una vacuna con más de 100 años, que es un producto muy conocido, seguro y barato, y que podría tener un impacto importante en una enfermedad como la diabetes, que tiene una gran morbimortalidad”.
En Santiago, Denise Faustman ha presentado también el contenido de lo que será otro artículo que su grupo tiene previsto publicar y que se refiere al mecanismo por el que la vacuna produce este efecto. La diabetes es una enfermedad autoinmune metabólica caracterizada por la incapacidad del organismo para producir insulina. Esencialmente, la vacuna provoca una reprogramación epigenética, modificando la metilación y el metabolismo de las células. De esta manera, las células de los pacientes diabéticos se reprograman para metabolizar mejor el azúcar, se produce un aumento de la glucolisis aeróbica, disminuyendo la necesidad de insulina y normalizando la situación del paciente.
Actualmente, Faustman ha iniciado otro ensayo clínico con diferentes grupos de diabéticos, incluyendo pacientes de corta evolución y niños.
Propiedades heterólogos
Este trabajo está en la línea de las investigaciones que se centran en las propiedades heterólogas de la vacuna de la tuberculosis BCG. De hecho, el equipo que dirige en Santiago Federico Martinón demostró que evita ingresos hospitalarios por infecciones respiratorias y sepsis.
Otro grupo italiano está investigando su capacidad para prevenir los brotes de esclerosis múltiple. “El efecto epigenético que tiene la vacuna resetea el mecanismo inmune del individuo y, por un lado, le defiende de otras infecciones y, por otro, ayuda a remitir problemas autoinmunes como la diabetes”, explica este experto.