A menudo se plantea la duda de si una persona con diabetes tiene algún tipo de limitación a la hora de desempeñar su trabajo y si su situación va a condicionar una merma en cuanto a su eficacia y/o a su seguridad en el trabajo.
Según la Fundación para la Diabetes, la diabetes no supone de entrada ninguna desventaja para el desempeño de ningún trabajo. Esto es cierto tanto para las personas con diabetes tipo 2 que habitualmente se controlan con tan sólo normas de estilo de vida y antidiabéticos orales de los llamados sensibilizadores, es decir, que aumentan la eficacia de la reserva de insulina sin estimular al páncreas a que segregue más hormona, como para aquellos que toman antidiabéticos orales que sí estimulan la secreción de insulina.
La diabetes no supone de entrada ninguna desventaja para el desempeño de ningún trabajo.
Para minimizar el riesgo de una hipoglucemia basta con una mínima adaptación de las condiciones laborales, si no existieran ya en su puesto, como poder realizarse los autoanálisis de glucemias, permitir la administración de insulina a los trabajadores que están tratados con ella para su autocontrol habitual, disponer de alimentos o bebidas en su puesto y mantener una cierta regularidad en la ingesta de alimentos,como se aconseja para cualquier persona sin diabetes.
Según se va intensificando la terapia, desde dosis bajas de pastillas hasta el tratamiento intensivo con insulina, podría pensarse que el tratamiento va a influir más en las actividades cotidianas.
Sin embargo, tanto la administración de insulina como la determinación del nivel de glucosa sólo llevan unos segundos, por lo que el grado de interferencia con la actividad laboral es mínimo.
La empresa debe facilitar que el empleado pueda realizar estas paradas para medirse la glucosa, ponerse insulina y/o tomar carbohidratos. Estas paradas no suelen suponer más de una o dos veces por jornada laboral y de apenas unos minutos.