Tengo 67 años. En 1981 me diagnosticaron diabetes 1. Después de más de 41.000 inyecciones de insulina y otras tantas de pincharme en los dedos para el glucómetro, sigo dando guerra, con una H. glucosilada de 6,5. A pesar de que he fumado (desde hace 5 años "vapeo"), y bebo y como de todo.
Siendo diabético, engendré dos hembras maravillosas, que ahora tienen 33 y 34 años que después de acabar carreras superiores, están muy bien colocadas (en el sentido laboral del término). También soy abuelo de un nieto inmejorable.
Resumiendo, soy un diabético feliz, y tras el regalo que hace 10 meses me hicieron mis hijas y esposa (el Free Style Libre), lo soy más aún. He dejado de padecer las hipoglucemias que han amargado la existencia de mi santa esposa (37 años de convivencia, 35 años de hipoglucemias).
Los diabéticos tenemos una disfunción igual al que pierde un brazo. Podemos superarlo, tal como Cervantes.