Efectivamente, no es lo mismo.
Tú puedes controlar y decidir qué cantidad comes, qué ejercicio haces, etc.
Con una niña de dos años, no sabes qué cantidad de comida le apetece, o cuánto va a correr en el cole, o en el parque cada día.
Ni tampoco comprende que tiene que comerse los 100gr de patata que le has preparado porque le has inyectado arreglo a esa cantidad, y se lo tienes que embutir para que no vaya a hipo o no le puedes dar más si quiere repetir. Tenemos que, su madre y yo, adivinar el hambre que tiene en cada comida.
Y si tiene una obstrucción en la bomba y está a km de distancia, en el cole, o con sus abuelos, la bomba no la tengo yo, la tiene ella, y hay que ir a arreglar el asunto te pille donde te pille.
Y si se niega a tomar una pastilla de glucosa con una hipo de 50, porque no tiene conocimiento con sus dos años, te llamaré a ti que estás muy experimentada para que nos ilumines con tu sapiencia.
Sólo decirte que yo y su madre con los ojos cerrados nos cambiaríamos por ella. No sólo por todo esto que comento, sino también porque un padre o una madre siempre van a acoger peor el destino si viene acompañado de la enfermedad de un hijo que de la enfermedad propia.
No vamos a competir, pero minimizar o despreciar los problemas de los demás es bastante atrevido e impresentable, y yo ni lo he hecho ni lo voy a hacer.
Un saludo y que vaya bien.