Parece ciencia-ficción, pero está más cerca de lo que imaginamos.Un equipo del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) ha desarrollado una cápsula masticable que podría usarse para administrar dosis de insulina, lo que podría reemplazar las inyecciones que las personas con diabetes tipo 2 deben administrarse cada día.
De un tamaño similar a un arándano, la cápsula contiene una pequeña aguja hecha de insulina comprimida, que se activa una vez que la cápsula llega al estómago. En animales, los investigadores demostraron que podían administrar suficiente insulina para reducir el azúcar en la sangre a niveles comparables a los producidos por las inyecciones tradicionales, administradas a través de la piel. También han visto que el dispositivo se puede adaptar para suministrar otros fármacos.
«Tenemos muchas esperanzas de que este nuevo tipo de cápsula pueda ayudar a los pacientes diabéticos y, es posible, que a cualquiera que requiera terapias que ahora solo se pueden administrar mediante inyección o infusión», señala Robert Langer, del In stituto David H. Koch, y uno de los autores principales del estudio que se publica en la revista « Science».
Hace varios años, Langer junto al grupo de Giovanni Traverso, del Brigham and Women’s Hospital y la Escuela Médica de Harvard (EE.UU.) desarrollaron una píldora cubierta con múltiples agujas pequeñas que podrían usarse para inyectar medicamentos en el estómago o en el intestino delgado.
En esta ocasión, los investigadores cambiaron el diseño para dotarla de una única aguja, lo que les permite inyectar medicamentos en el interior del estómago, donde los ácidos estomacales los descompondrían antes de tener ningún efecto.
La punta de la aguja está hecha de insulina liofilizada y comprimida, y se ha empleado el mismo proceso utilizado para formar los fármacos. El eje de la aguja, que no llega a introducirse en la pared del estómago, está hecho de otro material biodegradable.
Los investigadores explican que la aguja está unida a un resorte comprimido que se mantiene gracias a un disco hecho de azúcar. Cuando se ingiere la cápsula, el agua que hay en el estómago disuelve el disco de azúcar, liberando el resorte e inyectando la aguja en la pared del estómago.
Debido a que la pared del estómago no tiene receptores de dolor, los científicos creen que los pacientes no podrían sentir la inyección. Para asegurarse de que el medicamento se inyecta exactamente en la pared del estómago, diseñaron su sistema para que, sin importar cómo caiga la cápsula en el estómago, pueda orientarse para que la aguja esté en contacto con el revestimiento del mismo.
En estudios en cerdos, los investigadores demostraron que podían administrar con éxito hasta 300 microgramos de insulina. Y, recientemente, han podido aumentar la dosis a 5 miligramos, comparable a la cantidad que un paciente con diabetes tipo 2 necesitaría.
Después de que la cápsula libera su contenido, puede pasar inofensivamente a través del sistema digestivo. Los investigadores no encontraron efectos adversos de la cápsula, que está hecha de polímeros biodegradables y componentes de acero inoxidable.
El equipo de MIT continúa trabajando con Novo Nordisk para desarrollar aún más la tecnología y optimizar el proceso de fabricación de las cápsulas. Creen que este tipo de administración de fármacos podría ser útil para cualquier fármaco proteico que normalmente deba inyectarse, como los inmunosupresores utilizados para tratar la artritis reumatoide o la enfermedad inflamatoria intestinal.