El programa de control realizado en los centros de salud. A través de una fotografía de la retina detecta de manera precoz lesiones provocadas por la diabetes.
«Los resultados son espectaculares y estamos evitando que pacientes diabéticos pierdan la vista», señala la directora de Atención Sanitaria.
Desde hace años las administraciones sanitarias apuestan cada vez más por estrategias de prevención y detección precoz de las patologías como medidas para atajar la enfermedad, promocionar la salud y aligerar los costes y la presión que soporta el sistema socio-sanitario. Siguiendo estos objetivos, se diseñan, prueban y aplican numerosos programas preventivos, así como de control de la evolución de las patologías crónicas, cuya efectividad reflejan los datos.
En el caso del Área Sanitaria III se han puesto en marcha en los últimos años dos nuevas iniciativas de cribado desde Atención Primaria: el programa de control bienal con retinografías a pacientes diabéticos, que se realiza en los centros de Salud desde el año 2014, y el plan de cribado poblacional de cáncer colorrectal implantado en el Área Sanitaria III desde 2016.
«Una condición imprescindible para que resulte adecuado implantar un cribado en una población es que éste detecte precozmente unas lesiones que tienen un tratamiento que modifica la evolución de la enfermedad, llegando a detenerla, ralentizarla o curarla», indica la directora de Atención Sanitaria y Salud Pública del área, Lidia Clara Rodríguez.
Respecto al programa de control con retinografías a diabéticos, Rodríguez afirma que «los resultados obtenidos son espectaculares en el porcentaje de pacientes con diabetes que tienen un fondo de ojo realizado en atención primaria en los dos últimos años». Según los datos registrados por el Servicio de Atención Sanitaria, desde la puesta en marcha del programa de detección precoz de retinopatía diabética, el número de pacientes que se han sometido al control que se realiza cada dos años aumentó cerca de un 50%.
«Cuando se puso en marcha este programa, un 12% de pacientes habían realizado la prueba en los últimos dos años. Y en diciembre de 2017 lo habían hecho un 56%. La cifra continúa creciendo, ya que en abril de 2018 se llegó ya al 60%», destaca Rodríguez.Para esta responsable sanitaria, «el gran valor que tiene este plan es que detectando precozmente las lesiones evitamos cegueras y se puede hacer tratamiento precoz».
Las personas que padecen diabetes de tipo II están en riesgo de padecer daño en la retina y pueden incluso llegar a perder la vista. La retinografía, una prueba que consiste en «hacer una foto de la retina», ha demostrado «una gran eficacia en prevenir las lesiones que produce la diabetes según avanzan los años de enfermedad», explica la responsable de Atención Sanitaria y Salud Pública.
Otra de las consecuencias positivas de la aplicación de este programa desde Atención Primaria ha sido la reducción de las listas de espera del servicio de Oftalmología, ya que las retinografías no se realizan en el San Agustín, sino en los centros de salud, con lo que se gana en agilidad.
El médico de familia es el encargado de evaluar la prueba. Si no detecta nada anormal en la imagen se remite al paciente al próximo control, que se realizarán en un plazo de dos años. En cambio, si se detectan lesiones o si la imagen de la retina obtenida resulta dudosa, ésta se envía al servicio de Oftalmología y es el profesional de este departamento el que la valora sin necesidad de que el paciente acuda a su consulta. «Si es preciso examinarlo lo cita, y si no reporta al médico de familia las recomendaciones de tratamiento o de realizar un control más exhaustivo», apunta Rodríguez.
En 2017, los centros de Salud del Área III practicaron retinografías a un total de 3.043 pacientes con diabetes. De todas ellas, «el médico de familia solo tuvo que enviar el 25% al oftalmólogo. Y de ese 25%, precisaron una consulta presencial en oftalmología solo el 5%», destaca. Esto supone que «el 95% de los pacientes que antes acudían a Oftalmología para su control de retina ya no tienen que hacerlo», explica Rodríguez.
Las nuevas tecnologías han agilizado la realización de esta prueba diagnóstica y el tradicional oftalmoscopio ha sido sustituido por el retinógrafo digital. «El Área III dispone de un aparato que se envía periódicamente a cada uno de los diez centros de salud existentes. Según el tamaño de cada centro el retinógrafo permanece en él «durante un mes o mes y medio».
Pero la retinografía no es la única prueba de cribado que ha comenzado a realizarse en los centros de atención primaria. Desde octubre de 2016, se realiza también en el Área III un cribado poblacional de cáncer colorrectal, del que en 2015 ya se había desarrollado un pilotaje en los centros de salud de Cudillero y Castrillón.
El objetivo de esta campaña es detectar de manera precoz un tipo de cáncer que suele ser asintomático hasta llegar a sus fases avanzadas y afecta a una de cada veinte personas. En sus fases iniciales puede llegar a curarse, de hecho, se estima que el cribado puede evitar entre un 15 y un 33% el número de muertes causadas por esta grave enfermedad.
La prueba es bienal y está dirigido a las personas de entre 50 y 69 años, a las que se les envía una carta invitándoles a participar en el programa. «Hacemos un test de sangre oculta en heces a la población de cada dos años. Si la prueba es positiva, el médico de familia cita a la persona para explicarle porqué es conveniente que se haga una colonoscopia, prueba que impone mucho a algunos y no aceptan pero que es cada vez menos molesta se realiza con sedación superficial », explica Lidia Clara Rodríguez.
En estos momentos supera el 41% de la población que recibe la carta participa en el programa, y de aquellos que dan positivo en el primer test que se realiza en el centro de salud y acude a hacer esta colonoscopia, 8 de cada 10 confirman el resultado y les es diagnosticado un cáncer de colon. «El dato de participación es bueno teniendo en cuenta que el programa lleva implantado menos de dos años, pero esperamos que crezca mucho más», comenta Rodríguez.