Después de 38 años de diabético durante los cuales se ha producido una evolución en su tratamiento (nó como la prevista en un principio "Esto, en 15 años encontrarán una solución") pasando de la insulina de cerdo y las jeringuillas de vidrio a la tendencia actual con insulinas mas especializadas y sobre todo los medidores continuos de glucosa, y después de informarme todo lo posible (y de leeros a vosotros), ser aconsejado por mi endocrino y teniendo en cuenta las características de mi diabetes (no me percato de las hipoglucemias) me decidí y opté por un medidor continuo que se ajustase a mis necesidades como es el Dexcom G4.
Hasta aquí todo bien.
La cuestión viene ahora. Una vez probado el Dexcom, la vida te da un vuelco, con sus pros y sus contras. Un conocimiento de tus niveles en todo momento, te da una seguridad que creía perdida, poder conducir sin miedo a las hipoglucemias, dormir ( yo y mi pareja) con la sensación de que la situación está controlada, y si alguna vez (pocas) me paso, poder corregir la situación adecuadamente (en esto estoy todavía).
Claro, que esto tiene como contrapartida (obviando el tema económico) una dependencia preocupante del sistema, mirando a menudo el receptor, siguiendo sus indicaciones (calibraciones), vamos, que te haces adicto al Dexcom. Y es que el aparatito no es la panacea. Cuando pierde la conexión, te pide reemplazar el sensor o aparece la temida indicación "?????", eventos que para mi gusto suceden demasiado a menudo, te atenaza una suerte de desamparo (por lo menos a mí) creándote una inseguridad que por otra parte, habías conseguido.
En esto radica el problema para mi gusto, es demasiado frágil y tienes la sensación de que en cualquier momento puede fallar (y falla).
Esperemos que sea solamente un primer paso y que mas bien pronto que tarde (una vez que las expectativas comerciales se vayan cumpliendo) se ponga a disposición de los diabéticos una herramienta segura, eficaz y accesible para todos.