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“Hemos inventado una jeringuilla sin agujas para tratar la diabetes”

  
fer
18/01/2018 11:23

Hay personas que, sin saber por qué, nacen ya con la predisposición genética de dejar impronta. Personas que, a una temprana edad, sienten la llamada para ponerse en marcha, para emprender caminos, no exentos de obstáculos, a la conquista de objetivos que a ojos de la mayoría se antojarían irrealizables desde un primer momento.

Es el caso de Eduardo W. Jorgensen, un joven médico español, de 26 años recién cumplidos, que en 2015 decidió aparcar momentáneamente su idea de ejercer como neurocirujano para crear una empresa, MedicSen, que pretende sacar al mercado un páncreas artificial para mejorar la calidad de vida de los pacientes con diabetes.

Este joven emprendedor, de padre danés (de ahí el exótico apellido), acaba de ser designado innovador español del año 2017 por la revista del prestigioso Massachusetts Institute of Technology (MIT). Jorgensen ha querido compartir sus sensaciones con La Vanguardia poco tiempo después de esta designación.

¿Qué se siente cuando uno es nombrado innovador español del año por la revista del MIT?

Es bastante alucinante, fue una gran sorpresa, algo increíble. Yo soy médico y quería dedicarme originalmente a la vía clínica, pero por circunstancias de la vida uno se embarca en aventuras, nunca me habría imaginado estar haciendo lo que hago. Lo importante de la distinción es el reconocimiento al trabajo y el apoyo que te brinda este tipo de galardones.

¿Le han aparecido más amigos a partir de la designación?

Pues sí [risas]. Es interesante ver las oportunidades diversas que surgen gracias a este tipo de premios.

Entiendo que su proyecto de crear un páncreas artificial está detrás del galardón. ¿Cómo surgió la idea?

Estaba en una consulta hace unos años cuando, de repente, una niña de 10 años con diabetes puso la bomba de insulina sobre la mesa y dijo que la terapia le alteraba su rutina y que las inyecciones no le sentaban nada bien. Explicó que no podía ir a las excursiones del colegio, ni a las fiestas de cumpleaños, porque su familia vivía preocupada por la enfermedad. Yo me quedé un poco en shock.

Todo surgió con una niña con diabetes que puso la bomba de insulina sobre la mesa y me dijo que las inyecciones no le sentaban nada bien

Algo se le removió...

Yo tenía planeado un camino distinto, quería ser neurocirujano. Pero tuve la suerte de ir a Nueva York, a un programa de emprendedores con otras 40 personas, y se me metió el gusanillo del emprendimiento. Desde ese momento me di cuenta que el crear proyectos y llevar las cosas hacia adelante dependía de uno mismo y no de la ayuda que alguien te pudiera prestar.

Y se puso manos a la obra…

Con dos antiguos compañeros del colegio, ambos licenciados en telecomunicaciones, y una compañera de la facultad de medicina de la Universidad Autónoma de Madrid nos pusimos a darle vueltas para solucionar los problemas de los pacientes. Y nos vino la idea de crear un páncreas artificial que tenía la particularidad de ser no invasivo.

Crear proyectos y llevar las cosas hacia adelante depende de uno mismo

Entiendo.

Lo que tenemos es un algoritmo de aprendizaje que está en la nube que recibe información de sensores de terceros de otras marcas (monitores continuos de glucosa, relojes inteligentes, teléfonos de los usuarios) y nuestro algoritmo, a través de una aplicación, es capaz de predecir la cifra futura de glucosa que va a tener el paciente con diabetes y le da consejos al respecto de su estilo de vida. El paciente puede preguntar a través de un sistema tipo chat cosas como ‘¿qué pasa si me tomo una cocacola dentro de media hora?’, ‘¿y si salgo a correr durante una hora?’. Aquí se predice cuál será su nivel de glucosa y se le dice si debería o no hacerlo. Es una manera de hacer crecer al paciente en el camino de la gestión de su diabetes.

Ese es el software, ¿y el hardware?

Será la parte que cierre el círculo en el tratamiento de la diabetes, el páncreas artificial. Básicamente, hemos inventado una jeringuilla sin agujas en formato parche que no solo sirve para la insulina sino para otros fármacos. En un primer momento, el usuario tendrá que cargar la dosis de insulina que necesite y, por decirlo rápidamente, darle al botón para activarlo. Pero en un futuro lo regularemos para que sea un páncreas artificial en el sentido que será el propio algoritmo el que decida cuánta dosis de insulina hace falta y en qué momento para cada uno de los pacientes.

El páncreas artificial tiene la particularidad de ser no invasivo

¿El sistema llevará una carga concreta de insulina?

Será como los bolígrafos de insulina, se le dará al paciente la jeringuilla sin aguja ya precargada con dosis ya establecidas para indicaciones concretas y el sistema operativo podrá dar fácilmente las órdenes sobre qué cantidad administrar en cada momento.

¿Y cómo consiguen inocular la insulina al paciente sin el uso de agujas?

Eso forma parte de nuestra salsa secreta, el objeto de nuestra propiedad intelectual. Para explicarlo brevemente solemos decir que normalmente estos fármacos [administrados a través de parches] no acceden al organismo del paciente debido a la fuerza de las uniones entre las células de la piel, y lo que conseguimos nosotros es relajar esas uniones creando una especie de poro por el que pueda pasar la molécula durante el tiempo que el sistema está activado, y regresando posteriormente a su estado original.

El sistema operativo podrá dar fácilmente las órdenes sobre qué cantidad administrar en cada momento

¿Cuánto tiempo falta para que sea una realidad este ‘páncreas artificial’?

Nuestra idea es sacar el parche en el formato jeringuilla sin agujas en 2019, y el formato ‘páncreas artificial’, donde el sistema ya toma las decisiones de forma autónoma, en 2021.

¿Ha vuelto a ver a la niña que le inspiró para crear este artilugio?

No, a ella en concreto no. Tenemos varias personas con diabetes cercanas a la compañía que nos han apoyado en el desarrollo de las herramientas y entre ellos sí hay niños.

Creamos una especie de poro por el que pueda pasar la molécula durante el tiempo que el sistema está activado

Me da la sensación que a sus 26 años recién cumplidos acumula muchas vivencias. Iba para neurocirujano, pero en lugar de eso se embarcó en montar una empresa con poco más de 20 años. ¿Para iniciar tal proyecto a esa temprana edad hay que ser un valiente o un temerario? ¿O ambas cosas?

Mis padres te dirían probablemente que un temerario [risas]. No sé si se trata de valentía, lo que estoy seguro es que tienes que tener pasión y perseguir un sueño. Lo que me permite seguir y trabajar todo lo que sea necesario es la sensación de saber que estás creando algo por lo que merece la pena luchar y de lo que muchas personas podrán beneficiarse. A mí personalmente me llama mucho hacer ciencia loca, me gusta la ciencia, me hice médico por ese motivo, para ayudar a las personas, y eso es lo que me hace seguir adelante.

Pero emprender tiene sus riesgos.

Me arriesgué un poco sí, pero siempre recomiendo que la gente se arriesgue a emprender. Me parece una experiencia fantástica y aprendes un montón. Eres el responsable de muchísimas cosas que te hacen ver la vida de una manera distinta a como la veías al principio. Repetiría sin ninguna duda, eso sí, sin perder el amor por la medicina que tengo desde siempre.

Me llama mucho hacer ciencia loca

¿Ayudar al otro es su motivación?

Lo que me llama más la atención es hacer innovación tecnológica que permita mejorar la calidad de vida de las personas.

Me pregunto cuántas horas dedica usted al trabajo.

Incontables, trabajo y duermo básicamente. No tengo prácticamente tiempo libre. Viajo muchísimo, la mayor parte del capital que hemos recibido lo hemos conseguido a nivel internacional, y eso implica tener que desplazarte prácticamente todos los meses varias veces.

Siempre recomiendo que la gente se arriesgue a emprender

O sea, que parte de su tiempo lo pasa en un avión.

Sí, de hecho la última parte del año pasado la pasé entre Australia y Estados Unidos. Ahora viajo de nuevo a Australia porque tenemos allí un acuerdo con el gobierno australiano, y cuando vuelva será cuestión de buscar la próxima aventura que nos permita obtener capital. Si lo pudiéramos obtener en España estaríamos encantados de quedarnos. Al final, el equipo de desarrollo lo tenemos aquí. Pero el equipo de negocio tiene que viajar en busca de fondos.

Entiendo, por lo que dice, que obtener el dinero necesario es uno de los mayores escollos de su proyecto.

Yo lo digo siempre, España nos ha ayudado mucho con capital humano, con algún recurso a nivel de apoyo para la patente, este tipo de cosas, pero a nivel de capital hemos conseguido muy poco, menos del 10%. Nos hemos visto forzados a acudir a fondos extranjeros, a ir a convocatorias de subvenciones públicas en el extranjero también… Creo que hay un bache al final en España en proyectos biotecnológicos entre el momento en el que tienes ya un mínimo producto viable y el punto en el que necesitas probarlo para llevarlo al mercado.

España nos ha ayudado mucho con capital humano, pero a nivel de capital hemos conseguido muy poco

¿Cuentan ya con la financiación suficiente para alcanzar el objetivo de 2021 de sacar al mercado el ‘páncreas artificial’?

No. Pusimos en octubre en el mercado una app que está en Google Play bajo el nombre de Medicsen. La app ha tenido un proceso de pruebas con muchos pacientes. Ahora estamos terminando de hacer las mejoras que hemos detectado que son necesarias. Tenemos capital para el 2018 para realizar las pruebas con este software. Con respecto al hardware, el parche, estamos en un punto en el que nosotros hemos llegado al final de todo el desarrollo que podemos hacer internamente. Estamos en conversaciones con la Agencia del Medicamento, hemos validado en el laboratorio la tecnología y ahora pasaremos a las pruebas con humanos para las que pediremos subvenciones a la Unión Europea.

No tiene que ser fácil para un joven de 26 años estar al frente de un proyecto como este en el que se requiere de la búsqueda de financiación constante. Debe ser difícil de llevar.

Me gustan mucho los retos, desde siempre. También me gusta dirigir equipos. Para mí la presión radica en el hecho de crecer, es importante hacerlo a un ritmo que no te ahogue pero en el que tampoco te quedes corto. Lo que me gusta más es la ciencia, la innovación, pero el problema es que, al menos durante los primeros años de vida de una compañía como esta, uno tiene que llevar también las riendas de la parte del negocio. El coordinar todos estos elementos es complejo y muchas veces te pone en situaciones de dormir poco. Pero al final es un reto que acabas afrontando con el apoyo de tu equipo. Siempre que la gente me pregunta digo lo mismo, recomiendo mucho emprender, pero es muy importante para hacerlo tener una buena idea por la que luchar y un buen equipo con el que luchar por ella.

Contándole a usted, iniciaron este proyecto hace tres años dos médicos y dos licenciados en telecomunicaciones. ¿Ahora cuántos son?

Ahora somos 20 personas entre tiempo completo, parcial y asesores que están muy cercanos a la compañía. Hemos crecido bastante en poco tiempo. Fuimos dando pasos modestos al principio, tratando de conseguir capital, desarrollando un mínimo de productos viables y testeando a los usuarios para saber qué necesitaban de verdad. Y a partir de 2017 encontramos nuestro mensaje. Ahora ya nos tocará ir a la búsqueda de rondas de financiación de algún millón de euros para hacer frente a todos los gastos derivados de probar el parche en humanos.

¿Algún millón? ¿Y cómo se recaba tanto dinero?

Hay varias opciones. Nosotros llevamos la estrategia de combinar tanto la financiación pública como la privada. Hay una subvención europea que puede llegar hasta los dos millones y medio y, de ese dinero, te piden que complementes el 30% con capital privado.

Ahora ya nos tocará ir a la búsqueda de rondas de financiación de algún millón de euros

Pero entiendo que debe haber una competencia feroz para hacerse con esa subvención.

Desde luego. Hay un porcentaje de éxito muy bajo, entre el 3 y el 5%, incluso menos. Por eso el software que hemos creado lo tenemos disponible para poder generar algo de capital que nos permita ir tirando sin necesidad de echar mano de financiación externa hasta el punto que sea posible. En paralelo, llevamos a cabo estrategias para obtener el capital que nos permita acelerar la puesta en mercado del hardware, aumentar equipo, etc… Nada está garantizado, pero siempre tienes varios intentos, además hay varias candidaturas en distintas partes del mundo a las que podemos aspirar.

Lo que explicaba antes de Australia, por ejemplo.

Efectivamente. También tenemos dos o tres negocios en partes de Europa. Estamos presentes en varios lugares del mundo. Por ejemplo, los primeros socios que hemos conseguido son de los Emiratos Árabes Unidos. Estamos buscando siempre capital alrededor del planeta.

Estamos buscando siempre capital alrededor del planeta

Tengo entendido que los compañeros de viaje, su equipo me refiero, son de una edad similar a la suya.

Sí, somos todos nacidos entre el 88 y el 95. Tenemos una media de entre 22 y 23 años más o menos.

Ahora está enfrascado en este proyecto, ¿pero se plantea ejercer de médico algún día?

Más que planteármelo, no lo descarto. Me ha gustado mucho el emprendimiento. No me considero una persona creativa, pero sí que tengo ideas respecto a este tipo de sistemas que pueden ayudar a la gente. Si todo va bien con MedicSen me gustaría continuar. En el caso de que no fuera bien, y si no acabara muy mal [risas], probablemente volvería a intentar emprender. No lo descarto pero tampoco lo veo cercano.

No me considero una persona creativa, pero sí que tengo ideas respecto a sistemas que pueden ayudar a la gente.

FUENTE: La Vanguardia

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siulgonzalez
20/01/2018 20:40

Interesante.
Sobre todo por la parte de inyección sin aguja. Del software predictivo e "inteligente" me fío menos, pero con poder poner insulina sin pinchazos ya sería un avance tremendo.
A ver en qué queda.

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