Cuidar la alimentación es una de las bases para mantener una buena salud. Una recomendación al hablar casi de cualquier enfermedad. Pero todavía más importante si es fuente de la causa. La diabetes es una alteración del metabolismo de la glucosa que conlleva una presencia insuficiente de insulina y, con ello, un nivel elevado de azúcar en sangre. Un componente básico en una gran cantidad de alimentos.
Conseguir un nivel adecuado de glucosa en sangre reside en gran medida en el cuidado en la ingesta de azúcares. El 90% de los pacientes son casos de diabetes tipo 2, en la que el déficit relativo de insulina coexiste con una resistencia a la insulina. Junto a ella, la de tipo 1, en la que el sistema inmunitario ataca las células que dejan de producir insulina, ocasionando un déficit absoluto de la misma. Para esta minoría, su único tratamiento se basa en la inyección de insulina. Mientras que con diabetes de tipo 2, existen por fármacos antidiabéticos ‘no insulínicos’.
Sin embargo, esa estabilidad necesita de unos hábitos adquiridos. Junto a la alimentación, destacan una buena educación y ejercicio. “El plan de alimentación, el ejercicio físico y las recomendaciones que damos en la educación diabetológica son clave para cualquier paciente”, reconoce el Dr. Javier Escalada, especialista del Departamento de Endocrinología y Nutrición con dedicación preferencial a la Diabetes Mellitus de la Clínica Universidad de Navarra.
Alimentación
“En cuanto realizamos un diagnóstico de diabetes en un paciente enseguida hablamos de alimentación”. Es una enfermedad producida por el nivel de azúcar en sangre, por lo que es el principal elemento a cuidar en la dieta. Además, el azúcar se relaciona con los hidratos de carbono, pese a que no son exactamente lo mismo. Un componente que se encuentra en cereales, legumbres, pastas, fruta, pan o patatas.
“No podemos pretender eliminar todos estos elementos de la pauta de alimentación de una persona”, admite. Lo que se busca es eliminar los azúcares rápidos. Por ejemplo, de los alimentos procesados o cereales de desayuno. A raíz de ahí, mantener ciertos hidratos de carbono que tengan fibra y una absorción más lenta en glucosa. Un factor que en cada persona se produce de un modo diferente y que por tanto marcará su dieta. “Hay que mantener una alimentación equilibrada, donde todo tiene que estar presente pero a su porcentaje adecuado y con alimentos que tengan las grasas buenas, los carbohidratos buenos y un aporte proteico equilibrado”.
Educación
“Nosotros consideramos que cuanta más información tenga un paciente y el médico que le lleve es mucho mejor a la hora de tomar decisiones en el tratamiento”. Descubrir qué pasa con la glucosa ante la toma de determinados alimentos o al hacer un entrenamiento preciso.
Esta educación consiste en conocer tanto la enfermedad, sus causas y consecuencias, como en conocer el comportamiento de la diabetes en uno mismo. Para ello, se llevan a cabo mediciones del nivel de la glucosa, que puede hacerse por uno mismo con un pinchazo en el dedo o mediante sistemas que permiten mediciones continuas de glucosa en el líquido intersticial.
Ejercicio
Se considera que el efecto del ejercicio bien planificado es equivalente a lo que puede conseguir un fármaco antidiabético, con beneficios adicionales sobre otros factores de riesgo cardiovascular. Especialmente, en aquellas personas que padecen diabetes tipo 2 donde la obesidad juega un papel crucial. El 80% de los pacientes con este tipo son obesos.
Además, cuentan con una situación de resistencia a la insulina, ya que pese a que son capaces de producirla ésta no funciona del todo bien. “La práctica de ejercicio y la pérdida de peso mejoran esa resistencia. Hacen que sean más sensibles a su propia insulina y nos va a permitir que la glucosa se mantenga mejor y que, incluso, podamos controlar la situación con menos fármacos”.