Margarito Cervantes trabaja como ‘limosnero’ desde que la diabetes lo dejó sin vista, hace ya nueve años.
El mismo Margarito llama así (limosnero) a la acción de pedir monedas en la calle, después que se dedicó por 40 años al comercio de dulces y busguerías, por el rumbo de la Torre de Cristal.
El hombre de 49 años de edad debe trabajar a merced del frío de los últimos días para comprar una comida, pagar la renta de un cuarto y un taxi que lo lleve de regreso a su casa.
Y es que con una pierna no puede mover la silla de ruedas, además de la falta de vista.
"Mi historia comienza en Estación Manuel, cuando vivía al lado de mi jefa y mi hermanita. Mi jefe nos abandona para irse con otra mujer, entonces vinimos a vivir a Victoria, tendría yo como cinco años de edad”, comenta.
Al llegar a Ciudad Victoria su madre se casa de nuevo, dándole a Margarito dos hermanos y un padrastro, mismos de los que vive distanciado desde que padece diabetes.
"Una vez fui a buscar a mi padrastro pero mis hermanos no me abrieron la puerta. Esa vez pagué un taxi para llegar hasta allá, llevaba queso y pan, me regresé con todo a casa", dice Margarito, quien afirma que vive en completa soledad.
En una maleta carga sus pocas pertenencias y las cosas que alcanza a comprar para llevar al cuarto donde vive.
"Pago 850 de renta mensual, por eso debo trabajar todos los días. Los domingos vengo a todas las misas de la iglesia del Refugio para lograr más monedas. Termino mi trabajo después de mediodía".
Aún recuerda cuando vendía dulces afuera de la Torre de Gobierno y no le faltaba nada.
"Entonces murió mi Madre y llegó la diabetes. Esa fue la mayor desgracia de
mi vida, la que cambió todo y me tiene así sin pierna, sin vista y trabajando como limosnero para sobrevivir".
En tono serio Margarito dice que anda en busca de una mujer para que comparta su vida, porque la soledad es muy triste, más ahora que se acerca la Navidad y los días son muy fríos.
"Necesito alguna conocida que quiera compartir conmigo, nunca me casé porque estaba comprometido con una muchacha y su mamá se la llevó de aquí".
La mayor preocupación de Margarito es el pronóstico del frío para los próximos días, porque no tiene cobijas para pasar la noche, también le hacen falta abrigos y una mesa donde pueda acercarse a comer.
"En la casa no tengo mesa para comer, pido que me den algunas cobijas, chamarra y unos botes para agarrar agua. No tengo nada para calentar una comida, por lo que compro acá en la calle, comiendo una vez al día".
Margarito proporciona la dirección de su casa, para las personas que gusten llevarle las cobijas que necesita y lo que sea su voluntad.
“Vivo en la Colonia Mainero, en el 6 Hinojosa y González, rento en la casa de Don Félix, hay un portón blanco y un árbol en la mera banqueta".
También pueden buscar a Margarito en la misa de domingo, afuera de la iglesia del Refugio y brindarle ayuda.