Se estima que entre el 10 y el 15 por ciento de la población adulta española tiene diabetes. El aumento de la obesidad es uno de los dos factores más determinantes en el aumento de la prevalencia de la DM2 en España.
En nuestro país la obesidad se ha duplicado en las dos últimas décadas con estimaciones que alcanzan un 50 por ciento de prevalencia.
El aumento de la adiposidad corporal, sobre todo de la grasa intrabdominal, favorece la insulinorresistencia que con el tiempo conlleva la apoptosis de las células beta pancreáticas y un aumento de factores que favorecen la enfermedad cardiovascular.
A eso hay que sumar el sedentarismo, cada vez más marcado fruto de la tecnología y los cambios en la dieta, con un el aumento del consumo de alimentos ricos en azúcares y grasas que interviene en el aumento del peso corporal.
Así, la combinación de inactividad física, la deficiencia en la secreción de insulina y la insulinorresitencia por exceso de adiposidad en alguno casos ha aumentado la prevalencia de DM2 en España.
Enfermedad cardiovascular
En este contexto, hay que destacar la relación entre DM2 y las enfermedades cardiovasculares (ECV) está cada día más identificada. De hecho, la macroangiopatía diabética es la ECV más importante, pero no está sola. Los pacientes con enfermedad coronaria e insuficiencia cardiaca avanzada (clase III de la [NYHA]) tienen mayor riesgo de desarrollar DM2. La hipertensión arterial, el infarto agudo de miocardio y el ictus también se relacionan con la DM2 y su tratamiento. La asociación de varios factores en el síndrome metabólico hace que los riesgos del proceso arterioesclerótico sean muy altos en los pacientes DM.
En las consultas de primaria se está observando un incremento en la prevalencia en los casos de síndrome metabólico y DM2. Dentro del síndrome metabólico, la resistencia a la insulina es el factor más importante. Los factores que incrementan las ECV se asocian con la DM2 y todos ellos actúan de manera negativa en la evolución de ambas enfermedades. Estos factores son el tabaquismo, el sedentarismo, los malos hábitos, la HTA, los LDLc, los TG,…
Objetivos de control
Por eso, es recomendable controlar a los pacientes DM2 con una HbA1c entre 6,5 y 7,5 md/dl, LDLc por debajo de 100 mg/dl en pacientes sanos y por debajo de 70 mg/dl en cardiópatas con unos TG por debajo de 150 mg/dl, HTA entre 80/120, que permite reducir los riesgos de manera muy efectiva.
La elección del tratamiento farmacológico debe estar enmarcada dentro de un estrategia global que tenga cuenta varios factores, como el tiempo de evolución que sirve para intuir las reservas insulínicas del enfermo y por tanto elegir los fármacos más adecuados según su mecanismo de acción; la existencia de obesidad; la edad que marcará el objetivo de control y aspectos de seguridad; la existencia de complicaciones vasculares que ayuda a plantear objetivos y buscar efectos adicionales de algunos fármacos, y el cumplimiento terapéutico que podría tener en cuenta creencias, polifarmacia, situación sociocultural y laboral.
Comunicación
En este contexto, la comunicación médico-paciente no solo es importante sino necesaria. El contacto entre ambos mejora la adherencia al tratamiento, lo que conlleva menor asistencia al profesional, menos efectos secundarios y menos complicaciones.
El diálogo entre ambos permite conocer no solo al paciente en sí, sino también sus pautas de conducta social y alimentaria. El mayor inconveniente es el tiempo que se puede dedicar a este contacto con el paciente que dificulta en gran manera esta comunicación.
Por eso, es muy importante esta comunicación, ya que facilita el control de los pacientes de un modo preventivo. La comunicación entre médicos y enfermería también es clave, ya permite detectar en determinados paciente abandonos de tratamiento o mal uso de los mismos.
La comunicación enfermero-médico reduce la pérdida de tiempo por redundancias de los protocolos y ayuda a conocer mejor a los pacientes desde otro punto de vista. El enfermero es un eslabón más del sistema sanitario.