David Yera debutó en Jaén tras meses adaptando su cuerpo a una patología detectada en pretemporada.
Es de Tauste y una de las mayores promesas del fútbol sala no solo aragonés, sino nacional. Un joven valor por pulir como Tabuenca, Forga, Diego Sancho o Adrián Pereira.
Este verano retornó a su tierra con ganas de comerse el mundo y hacerse un hueco en Primera División tras su paso por ElPozo Murcia, equipo con el que llegó a debutar en la élite en Ferrol.
Pero la diabetes se cruzó en su camino, a los 19 años, y ralentizó su adaptación. Hoy ya sonríe, pero más lo hizo en Jaén el pasado sábado cuando, al fin, se estrenó con el Fútbol Emotion Zaragoza.
«El primer día de pretemporada estábamos en el parque corriendo y me encontré mal. Me mareaba y la noche de antes había vomitado. Se lo dije a Héctor (Gadea, preparador físico) y me comentó que parara».
Fue al médico, pero le diagnosticaron gastroenteritis. El tratamiento fue a base de Aquarius y Coca Cola. Todo lo contrario de lo que necesitaba en realidad. Le hicieron una analítica y le salió el azúcar en 416, más del triple del máximo que debía tener en sangre. Durante su ingreso en el hospital perdió ocho kilos. De repente, Yera tenía diabetes de tipo 1.
Comenzó entonces un camino complicado, tanto a nivel físico como mental. A cualquier persona le afecta la diabetes, pero en un deportista es necesario tener especial cuidado por la intensidad del ejercicio físico, ya que propicia un consumo exceso de energía y de las reservas del cuerpo.
A ello hay que sumar el problema de asimilar la glucosa para generar dicha energía y almacenarla. La solución es el conocido tratamiento de inyectarse insulina, una nueva rutina que tiene que seguir cinco veces al día (desayuno, comida, merienda, cena y antes de dormir).
Además, el cuerpo médico del Fútbol Emotion puede controlar por bluetooth el nivel de azúcar del jugador gracias a un parche que lleva puesto. Por si fuera poco, para que pueda jugar, el club tuvo que pedir un permiso especial ya que la insulina está catalogada como sustancia prohibida y dopante.
El principal riesgo en un deportista de alto nivel como David es «el riesgo de una crisis hipoglucemica», que se solventa «aportando glucosa de forma rápida o, en casos más extremos, aplicando una inyección de glucagón», explica Gorka Giraldo, médico del club.
Además, añade, «la diabetes tambien actúa sobre el metabolismo de las proteínas, dificultando la recuperacion de aminoacidos y su construcción, así como teniendo que utilizar las existentes como fuente de energía. Esto afecta a la estructura y conformación de las diferentes células y tejidos, debilitándolos». Así, prosigue, existe la posibilidad de sufrir «hematomas más intensos o de tener más fragilidad de cara a sufrir lesiones musculares».
NACHO FERNÁNDEZ O FRAZIER
Y fue eso precisamente lo que le sucedió. Guillermo Ibáñez, fisioterapeuta del equipo, le avisó de que se iba a lesionar y no solo una vez, así como que su cuerpo «pasaba de funcionar como un gasolina a ser un diésel», por lo que se requiere un proceso de adaptación que ya sabía que iba a durar unos meses. Primero tuvo una rotura en el cuádriceps. Después fue un esguince de tobillo en un lance en un entrenamiento y, por último, sufrió otra pequeña rotura en el isquiotibial.
«Me ha costado bastante psicológicamente porque no me lo esperaba. Ha sido difícil para mí y me ha costado asimilarlo, pero no deja de ser algo crónico con lo que puedes hacer vida normal. Simplemente hay que tener cuidado con el azúcar, la alimentación y descansar las horas suficientes», relata el ala.
Además, tampoco oculta que le surgió preocupación, porque la diabetes es una realidad conocida, pero no es lo mismo sufrirlo en tus propias carnes: «Es algo que ocurre en la vida real y le pasa a la gente, pero no le das importancia. Cuando te pasa a ti es cuando te preocupas. Me daba caprichos, con amigos me tomaba alguna copa… Ahora ya nada. No como nada de azúcar ni tomo nada de alcohol, pero me viene muy bien para el deporte y más ahora que estoy en Primera División», cuenta el jugador aragonés.
No fue fácil salir adelante. Yera está ante su primera oportunidad en la élite y se encontró con una diabetes que no deseó y que le limitó hasta que se adaptó. La luz al final del túnel la vio en Jaén el pasado sábado, cuando debutó y, además, dando una asistencia a Esteban en el tercer y definitivo gol: «Estoy bien y disfrutando de lo que más me gusta. El debut fue un momento de emoción por ver que todo trabajo tiene su recompensa, por haber estado todas estas semanas esforzándote, ganándote el puesto y al final que el entrenador confíe en ti después de todo lo que ha pasado… Antes de jugar casi hasta te emocionas».
Eso sí, avisa, «ahora que he debutado estoy muy contento, pero no me puedo relajar». David Yera sabe que la diabetes no es el fin del mundo. Una leyenda del boxeo como Joe Frazier es diabético, lo mismo que Nacho Fernández, jugador del Real Madrid. Su estreno solo es la primera piedra de un largo y brillante camino por recorrer en el fútbol sala y en la élite conviviendo con su ya inseparable diabetes.